Corina TULBURE

Orban gana, Hungría pierde

A pesar de la elevada tasa de participación, la más alta desde el año 2002, Viktor Orban arrasa con un 49% de votos, lo que le garantiza 2/3 de los escaños, hundiendo así a la oposición.

Tras un día de elecciones vivido con optimismo por muchos debido al elevado incremento del numero de ciudadanos que ejercieron su derecho al voto –algo que en principio se pensaba que podría haberse traducido en una movilización opositora, los resultados de las elecciones han reforzado el poder de Viktor Orban, que ha conseguido incluso mejorar los resultados de las elecciones anteriores. Por otro lado, la suma de los votos de la oposición ha descendido en comparación con 2014, debido a que se había presentado muy fragmentada, sin que ninguno de sus candidatos gozara de un apoyo masivo.

Ya en la noche del domingo se registraron las primeras renuncias: dimisiones del candidato de Jobbik, Gabor Vona, y de varios líderes de la oposición socialistas. Frustración entre los jóvenes. Celebración a canto de himnos e agradecimientos a la «madre Hungría» por parte de los votantes de Fidesz en Budapest. Felicitación de los «hermanos checos y polacos» a un triunfante Orban.

La victoria de Orban ha mostrado que años de propaganda han calado en la población, sobre todo entre los habitantes de las zonas rurales. A pesar de que en Hungría no existe inmigración, sino emigración dado que el numero de personas de origen húngaro que dejan el país es elevado, parece ser que la gente ha comprado los mensajes xenófobos. Y aunque el mismo Orban fue becario de la Fundación Soros en su juventud, el filántropo estadounidense de origen húngaro se ha convertido ahora en su principal enemigo y el símbolo de las «influencias políticas extranjeras que amenazan a Hungría».

No obstante, esta victoria ha sido construida mediante años de feroz propaganda. Más allá de los abrumadores mensajes que Orban ha transmitido a través de los medios de comunicación públicos controlados por el Gobierno, es decir por su partido, Orban ha emprendido un ataque constante desde hace años contra la opinión publica. Después de eliminar del debate publico cualquier voz de la oposición mediante la marginación de los adversarios y el monopolio de los medios, desde hace tres años su campaña contra la migración ha tomado diferentes formas y ha ido en aumento. Mensajes constantes en la televisión, un referéndum organizado en 2016 con preguntas directamente xenófobas, campañas de debates, sobre todo en las afueras de Budapest, y hasta amenazas y cierres de las organizaciones humanitarias...

El sociólogo Atila Melegh, profesor en la Universidad Corvinus de Budapest, relaciona el resultado de Orban sobre todo en las zonas rurales con el sentimiento de inseguridad. «Estoy hablando de inseguridad en un sentido muy amplio. La apertura derivada de la globalización provocado ese sentimiento en las zonas rurales Esta inseguridad se relaciona inmediatamente con el control y los límites y en este sentido la propaganda de Orban ha calado. Además, Europa no esta incluida en el mapa mental de mucha gente, lo que pasa fuera se siente y refleja muy poco. Hemos tenido un ciclo de apertura en Hungría y ahora vivimos una reacción contraria», asegura este experto.

Al mismo tiempo, en muchas localidades funciona una estructura clientelar, «donde hay una compenetración entre los políticos y los poderes económicos. Y la gente tiene una relación de dependencia de estos poderes», explica el antropólogo social Gergo Pulay. Este sistema de oligarcas que controla la economía, empezando por el vecino de pueblo del mismo Orban, Lőrinc Mészáros, hace que las votaciones en los pueblos no sean por un partido, sino por un candidato y por intereses concretos.

Mientras recibía fondos de la UE, Fidesz en el Gobierno se ha dedicado a arremeter contra la Union Europea. Su victoria consolida en Europa del Este el nacionalismo de ultraderechas y afianza las alianzas con Polonia y la República Checa. La extrema derecha de Francia, Alemania y Holanda lo celebran y han felicitado al ganador. Aunque sea un país de menos de 10 millones de habitantes, la victoria de un candidato con una abierta propaganda panmagiar y de extrema derecha en cuanto a las políticas migratorias puede sentar precedentes en esta región.

A nivel interno, la victoria de Orban podría suponer el inicio de una época de incertidumbre. en el país magiar. Por un lado, sería posible modificar la Constitución y decretar nuevas medidas restrictivas sin tener en cuenta los derechos humanos. Ya han anunciado como primera medida someter a votación el programa Stop Soros, mediante el cual quieren perseguir por la vía penal a las organizaciones que trabajan con migrantes.

El Ejecutivo de Orban no se olvidará de fortalecer las estructuras económicas y sociales que le apoyan dentro del país, a través de los intereses económicos de su entorno.. Pero, a la vez, el autoritarismo creciente puede llevar a la sociedad húngara a reacciones imprevisibles. De momento, el elevado número de votos recibidos por Fidesz y su propaganda xenófoba plantea ya la siguiente pregunta : ¿Cuál puede ser el siguiente paso?