«Se deben poner las bases para que el talento pueda quedarse aquí»
Marian Fernández (Iruñea, 1974) es la nueva presidenta de IBAIA, la asociación de productores vascos. Miembro de una generación que empuja fuerte en el sector audiovisual, es consciente de que han sido sus predecesores quienes les han allanado el camino. «Nos hemos creído que podemos ser super ambiciosos en cualquier cosa que queríamos hacer», reconoce.
Marian Fernández cuenta con una dilatada trayectoria en el campo del cine y conoce de cerca los entresijos del sector. En 2008 fundó Txintxua Films (“Amama, “Sipo phantasma”). Releva en su cargo a Joxe Portela quien, tras más de una década al frente de la asociación, continúa en el equipo, en adelante como vicepresidente. «Tiene más experiencia, mucho más recorrido y una visión de conjunto más amplia y es fundamental que compartamos eso», aclara.
IBAIA aglutina a 33 empresas –cerca del 80% de la producción vasca–, todas de la CAV, aunque tienen las puertas abiertas todas las empresas de Euskal Herria.
Fernández afirma que la nueva generación que toma el relevo viene dispuesta a aportar «aire fresco, energía y otras maneras de hacer». Y no oculta su agradecimiento a la labor realizada por aquellos que empezaron a hacer cine en Euskal Herria hace dos décadas. «Cuando hemos montado nuestras empresas nos hemos creído capaces de hacer cualquier cosa y eso es gracias a que la anterior generación nos abrió el camino. Ellos se lanzaron al vacío sin saber lo que ocurriría y tuvieron que asentar todas las bases para que realmente fuera posible la producción de cine en Euskadi».
En este sentido, destaca el hecho de que «fueran capaces de ponerse de acuerdo con ETB y Eusko Jaurlaritza para ir todos de la mano de cara a sentar las bases que posibilitaran que hubiera financiación para rodar películas. Proyectos hechos en Euskadi y que hubiera eso que llamamos cine vasco».
Fue en 2005 cuando se estrenó “Aupa Etxebeste” (Telmo Esnal y Asier Altuna). «Esto es algo de hace cuatro días. Fue la primera que se hizo en este marco. Era una película en euskara, con apoyo de ETB y fondos públicos del Gobierno Vasco. Y a partir de ahí se ha conseguido que no fuera una anécdota y que cada año existan varios títulos en diferentes géneros y se vaya internacionalizando cada vez más y recorran festivales de todo el mundo», agrega.
«Nuestra cinematografía es joven porque no había ningún tejido que la sustentara y la hiciera posible. Pero al llegar nosotros eso ya estaba hecho y nos hemos creído que podemos ser super ambiciosos en cualquier cosa que queríamos hacer», remarca. La ambición no se circunscribe al ámbito económico. «Son proyectos absolutamente arriesgados, diferentes, mirando hacia dentro y hacia fuera, coproduciendo… –cuenta–. Estamos haciendo cosas muy diferentes en todo el arco de la producción audiovisual: proyectos experimentales, documentales, animación, ficción, más pequeñas o más grandes de presupuesto...».
La financiación es el principal caballo de batalla de los productores. «Nosotros armamos los proyectos con dinero que conseguimos aquí y luego vamos fuera, a buscar dinero en el Ministerio de Cultura de Madrid o en la televisión estatal y lo que se puede conseguir a través de distribución internacional, algo que hacemos cada vez más. O también miramos más a Iparralde, de manera que entre dinero desde la distribución allí. Ahora mismo lo que necesitamos es tener seguridad en todos los aspectos para saber que podemos contar con esa financiación y que los proyectos que estén maduros se puedan sacar adelante».
Fue hace dos años cuando en su útima comparecencia pública Portela advirtió de los oscuros nubarrones que se cernían sobre el futuro del sector. Al preguntarle por la evolución de la situación, afirma que «la situación se va clarificando, aunque nos gustaría que estuviese todavía mas atado». Uno de los pilares sobre los que se sustenta la financiación de los proyectos a abordar es ETB. Tras años en los que IBAIA salía periódicamente a la palestra denunciando el incumplimiento de la ley por parte del ente público vasco –debe destinar el 6% de su presupuesto al cine–, Fernández señala que el cumplimiento es realidad desde hace tiempo. «El único ‘pero’ que tenemos es la supervisión de cómo se cumple la ley. Ellos hacen un cálculo de ese 6% y no cuadra con nuestro cálculo. ¿Quién lo supervisa? Nos gustaría que fuese alguien externo: Gobierno Vasco...», explica.
Los productores vascos reclaman la aplicación de incentivos fiscales en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa. «Es una vía que ya se está explorando en Navarra. Allí está muy establecida, bien regulada y ya funciona. En la CAV está empezando a funcionar. Se aplica pero no está tan bien regulada como en Navarra y nuestra petición es que se haga».
Una vez conseguida la financiación local, el segundo pilar es la del Gobierno de Madrid. Es ahí donde están «en un tira y afloja». «La dotación que el ICAA (Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales) aporta al cine no es suficiente y muchos de los proyectos que necesitan solo un último empujón para realizarse se quedan en el camino. Siempre estamos con esa lucha con el ICAA», se lamenta.
Antes existía un fondo de ayudas para películas en lenguas cooficiales que se retiró y no se ha recuperado. «Reclamamos al Gobierno Vasco que nos ayude ante el ICAA. Nos parece absolutamente fundamental que tenga en cuenta, al igual que hace Europa, que somos una cinematografía catalogada de ‘difícil’ por producir en una lengua minoritaria. Y el ICAA no lo hace», incide.
«En los fondos que hay tampoco se pone un especial énfasis que ayude a que estos proyectos que tienen muchísimo más complicado obtener otras vías de financiación se vean favorecidas. Es algo que denunciamos continuamente ante el ICAA», agrega Fernández.
Hubo un tiempo en que la participación de ETB se consideraba ayuda pública, algo que iba claramente en perjuicio de las productoras vascas. Se solucionó.
Pero en el caso de las películas en lenguas minorizadas, el ICAA fija en un 60% el límite a la hora de recibir financiación pública, mientras que desde Europa se estipula que puede llegar al 100%. «El ICAA no lo mueve y consideramos que debería estar al nivel de Europa», señala. La presidenta de IBAIA tiene claro que «mientras el Gobierno de España y el Ministerio de Cultura no hagan una apuesta decidida, más real, y pongan más dinero en la producción de cine siempre va a haber carencias. La dotación es muy escasa. No se trata de una manera específica y positiva el cine hecho en euskara. Y para nosotros es fundamental. Queremos seguir trabajando en euskara y hacerlo con todas las posibilidades de que esté bien financiado y bien armado».
El cine hecho en euskara vive las mieles del éxito y considera que hay que aprovecharlo. «Lo que ha ocurrido con ‘Loreak’ y ‘Handia’ nos coloca como ‘basque filme’ ante el mundo y ahora tenemos que sacarle partido», dice.
«Estamos en un momento en que la maduración está dando sus frutos. Estamos creando una forma de hacer cine y estableciendo un patrimonio audiovisual, pero seamos conscientes de que es muy frágil. Y tenemos que poner mucho trabajo de base para que esto se asiente y no sea una anécdota pasajera».
Son la primera generación de cineastas y técnicos que se ha quedado a hacer cine en casa. Ella misma vivió y trabajó durante ocho años en Madrid, al igual que muchos otros profesionales vascos. «Muchos han hecho parte de su carrera en Madrid, pero cada vez trabajan más aquí y su residencia ya está aquí. Ahora la anécdota es que se vayan fuera a trabajar».
Pero se requiere una continuidad en los rodajes para que se pueda quedar en Euskal Herria todo el equipo humano. «Si no se dieran las condiciones para que hubiera un mínimo de estabilidad y pudiéramos vivir de esto nos iríamos fuera o dejaríamos este sector y nos plantearíamos vivir de otra cosa».
Precariedad
«La única manera de que los trabajadores (guionistas, técnicos..) no caigamos en la precariedad es que haya rodajes. Es la única fórmula. Si hay estabilidad en el ritmo de producción las condiciones de trabajo son buenas».
La única salvedad es la posproducción. «Es de las pocas cosas que no tenemos a un nivel top. Un estudio de posproduccion necesita una rueda de trabajo continua muy grande para que esté aquí. No había laboratorios de imagen pero ahora con lo digital ya se puede hacer».
Label sin industria
Se da la paradoja de que se está creando un label en un país sin industria. «Se necesitaría un periodo de 5 años de ritmo constante de producción de películas para empezar a pensar que somos una industria. Ahora todavía nos estamos preguntando si esto es verdad, aunque cada vez nos lo creemos más», dice.
Los comienzos, como en cualquier sector, siguen siendo complicados. «Hay gente con muchas ganas y no encuentran productores ávidos de recibir guiones. Aunque ahora el proceso digital facilita y abarata tanto que es mucho mas fácil».
El reto al que se enfrenta el sector audiovisual en Euskal Herria es la estabilidad para poder trabajar. «Necesitamos que todos –directores, guionistas, técnicos– puedan seguir trabajando en esto. Nuestro trabajo es detectar dónde hay que poner las bases para que el talento se quede aquí».
Al preguntarle por el fenómeno “Handia” responde con rotundidad que «todos y cada uno de los reconocimientos que se llevado por la apuesta técnica que han hecho son merecidísimos. Es la primera vez que en Euskal Herria que se lleva a cabo una producción con el reto de hacer una película de época y está muy bien resuelto».
No oculta la autoestima que aporta al sector el éxito de Moriarti. «Al sector le da un orgullo y una autoestima que nos permite reafirmarnos ante cualquiera. Nos hemos medido ante presupuestos mucho más altos de películas hechas en español y lo hemos hecho mejor».
Hay más. «La lengua original no se valora en el cine. ‘Handia’ ha roto con ello. En el marco intenacional, para el espectador europeo es igual que el filme sea en euskara».