Los guardias civiles destinados en el cuartel de Altsasu comenzaron ayer sus declaraciones en la Audiencia Nacional con rotundidad, relatando con pelos y señales cómo se produjo la presunta agresión que sufrieron en el bar Koxka y, además, identificando sin titubeos a los jóvenes acusados como participantes en la misma.
Sin embargo, su relato no resultó tan convincente cuando tuvieron que responder a las preguntas de la defensa.
«No lo recuerdo. Si consta así en la declaración, me ratifico», fue la respuesta que el teniente empleó en varias ocasiones cuando le instaron a que diera detalles de cómo se produjeron los hechos.
No pudo recordar, por ejemplo, por qué no declaró ante la Policía Foral a pesar de que se le requirió a hacerlo. La razón con la que trató de justificar que solo declaró ante sus compañeros del instituto armado fue que «estaba aturdido». Tampoco recordó por qué cuatro días después realizó una declaración complementaria ante la Guardia Civil. Señaló que no tuvo nada que ver con la visita del entonces director general de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa, que recibió en el hospital en Iruñea. La visita la recordaba perfectamente, así como la que le hicieron la lehendakari Uxue Barkos y el consejero navarro de Sanidad.
Tampoco pudo precisar cuándo hizo los reconocimientos de los acusados, cómo pudo llamar a Emergencias con su teléfono si estaba siendo agredido por decenas de personas o dónde se encontraban sus acompañantes o los agresores en el momento de la trifulca.
La pareja del teniente también apareció ayer contundente mientras respondía a las preguntas de la Fiscalía y las acusaciones. Llegó a señalar que estaba segura de la participación de todos los que se sentaban en el banquillo de los acusados e, incluso, que estaba convencida «al 90%» de la participación de otros vecinos de Altsasu, entre los que señaló a varios testigos de la defensa que comparecerán en los próximos días. «Si hubiera estado segura al 100%, habría más gente hoy aquí sentada. Pero solo lo estaba al 90%», dijo.
Sin embargo, esta rotundidad se esfumó cuando, a preguntas de la defensa tuvo que explicar por qué no señaló a Oihan Arnanz, a pesar de ser su vecino, como uno de los autores de la agresión ni en la declaración que realizó ante la Policía Foral ni en la primera que hizo ante la Guardia Civil. No fue hasta la ampliación de la declaración (la tercera) ante el instituto armado que la descripción del joven rubio se convirtió en su vecino, con nombres y apellidos El argumento para esta contradicción fue que también estaba «aturdida». Tampoco pudo explicar por qué en su primera declaración señaló que Adur Ramírez de Alda solo le empujó.
También reconoció que envió a la Policía Foral por WhatsApp una fotografía sacada de Twitter en la que aparecía un grupo de personas y que ella mismo las recortó para señalar a quienes acusaba de la agresión.
Temieron por sus vidas
La descripción que realizaron a preguntas de la Fiscalía y las acusaciones fue en cambio extremadamente detallada y con puntos de emotividad. El teniente declaró que llegó a temer por su vida, especialmente cuando se encontraba en el suelo. Su novia corroboró este extremo señalando que temió por su propia integridad física y por la vida del teniente, al que trató de proteger. «Si no lo hago, hubiera tenido más secuelas que las que tuvo», añadió .
Asimismo, la novia del teniente relató que tras la trifulca solo ha regresado a Altsasu ocasionalmente para visitar a sus padres. «Perdí mi hogar, perdí todo», declaró, antes de explicar que ha logrado rehacer su vida en otra parte del Estado. Pese a ello, ha tenido que seguir tratamiento sicológico. Lamentó no haber recibido ninguna clase de apoyo social por parte de los vecinos de Altsasu. Los pocos que lo han hecho ha sido en la intimidad, según relató.
«Perder beneficios»
El teniente, por su parte, relató que ha sido trasladado a otro punto, lo que lamentó ya que al ser Altsasu y Nafarroa «una zona conflictiva» los agentes allí destinados tienen una serie de beneficios en su carrera profesional, entre los que citó el sueldo que perciben. Asimismo, relató que tuvo que permanecer 18 meses de baja por la fractura de tobillo y que se tuvo que desplazar a casa de sus padres, a València, sin poder despedirse de sus compañeros de Altsasu o de los pocos vecinos, según reconoció, con los que mantenían relación.
La descripción de Altsasu del sargento no fue tan positiva. Ha pedido el traslado pero no se lo han concedido porque tiene que permanecer dos años en ese destino. Apenas llevaba dos semanas cuando se registró la trifulca. Relató que ya no baja al pueblo desde el cuartel, más que para realizar la compra semanal. Incluso, su mujer acude al médico a otra localidad.
La novia del teniente declaró que fue Jokin Unamuno, a quien conocía del pueblo, el que desencadenó el incidente, ya que se dirigió al sargento de malas maneras y recriminándole algo.
El teniente declaró que conocía a Jokin Unamuno y Adur Ramírez de Alda por «actuaciones profesionales», que consistieron en su identificación por participar en una movilización por los presos enfermos en Etxarri o en Ospa Eguna.
Los familiares denuncian que «es difícil salir de esta bola»
Edurne Goikoetxea, madre de la acusada Ainara Urkijo, compareció ante los medios a las puertas de la sede de San Fernando de Henares de la Audiencia Nacional española para denunciar que el juicio contra sus hijos es «una bola que se ha creado y de la que es difícil escapar».
En este sentido, recordó que la reivindicación de los padres y madres de Altsasu es que haya «una investigación y un juicio justos» y reconoció que tienen pocas esperanzas en el que se está celebrando en la Audiencia Nacional.
«Después de casi año y medio, nos vemos aquí, con esta desproporción, abrumados y asustados ante la imposibilidad de tener una defensa en condiciones pues no se han admitido muchísimos testigos y pruebas», añadió Goikoetxea.
Asimismo, reivindicó el buen nombre de Altsasu, reprochando a algunos de los medios a los que estaba realizando declaraciones haber difundido una imagen de la localidad navarra que no se corresponde con la realidad. «Que se saque de contexto una pelea de bar con una lesión de una rotura de tobillo y que se pueda justificar 375 años de cárcel es algo que no entra en la cabeza de nadie», destacó.
A la sesión de ayer acudieron a mostrar su apoyo a los guardias y a sus novias el diputado de UPN Carlos Salvador y Consuelo Ordóñez, presidenta de Covite, que actúa como acusación en este caso. Ordóñez reprochó a los acusados haber mentido en la jornada del lunes, «aunque tienen derecho a hacerlo», y subrayó que ayer se escucharía la verdad de la boca de los guardias y sus novias, tras lamentar que «no se ha escuchado la voz de las víctimas en estos diez meses».
Por la tarde, unas 2.500 personas, según Europa Press, se congregaron ante la Delegación del Gobierno español en Iruñea para mostrar su apoyo a los guardias y sus novias. Participaron varias víctimas de ETA, además de la delegada del Gobierno español, Carmen Alba; el expresidente navarro Miguel Sanz, el exdiputado Jaime Ignacio del Burgo y los principales dirigentes de UPN, PSN, PP y Ciudadanos. También llegó Consuelo Ordóñez. En la concentración estaban asimismo los padres del teniente. La madre se encontraba a la mañana en la Audiencia Nacional. Agradecieron este apoyo y señalaron que «queremos a los navarros porque sabemos que son buena gente. Hay una pequeña parte que no, pero son buena gente».M.D.