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BUENOS AIRES

Argentina negocia con el FMI una «línea de apoyo financiero» que compense la caída del peso

El presidente de Argentina, Mauricio Macri, ha anunciado negocia con el Fondo Monetario Internacional (FMI) una «línea de apoyo financiero» por la situación generada en el país ante la fuerte depreciación del peso frente al dólar en un difícil contexto global. El recuerdo de la gran crisis de 2001 ha despertado temores y recelos entre los argentinos.

La titular del FMI, Christine Lagarde, con Mauricio Macri durante la visita realizada a Argentina el pasado mes de marzo. (Davis FERNÁNDEZ/AFP)
La titular del FMI, Christine Lagarde, con Mauricio Macri durante la visita realizada a Argentina el pasado mes de marzo. (Davis FERNÁNDEZ/AFP)

«Hace minutos hablé con Christine Lagarde, su directora, y nos confirmó que vamos a arrancar hoy mismo a trabajar en un acuerdo y esto nos va a permitir fortalecer este programa de crecimiento y desarrollo, dándonos un mayor respaldo para enfrentar este nuevo escenario global», ha dicho el mandatario en un mensaje grabado y difundido el martes mediante los canales oficiales de la Presidencia.

«Y evitar crisis como las que hemos tenido en nuestra historia», ha añadido Macri, quien no ha querido mencionar a cuánto asciende la posible operación.

El peso se ha depreciado el martes un 5,38% frente al dólar respecto al cierre del lunes, tras varias jornadas de fuertes caídas de la moneda local –el cambio comenzó 2018 en 18,65 pesos y hoy está a 23,40– que no han reaccionado a las medidas del Gobierno para frenarlas y han provocado una fuerte incertidumbre en el país.

Tras recalcar que tiene el «compromiso» de decir siempre «la verdad» y trabajar para que «cada argentino pueda vivir mejor», Macri ha recalcado su «convicción» de que el país está recorriendo «el único camino posible para salir del estancamiento, buscando siempre evitar una gran crisis económica» que haría «retroceder y dañaría a todos».

«Para esto implementamos una política económica gradualista que busca equilibrar el desastre que nos dejaron en nuestras cuentas públicas (en referencia al Gobierno de Cristina Fernández, 2007-2015) cuidando a los sectores vulnerables y al mismo tiempo creciendo y generando así más empleo y desarrollo», ha añadido.

Sin embargo, en este marco, el jefe de Estado ha incidido en que «el problema» que tiene Argentina es ser «uno de los países que más depende del financiamiento externo», producto «del enorme gasto público» heredado y que su Ejecutivo está «ordenando».

Al mismo tiempo, Macri ha reconocido que durante los dos primeros años de su gestión, el país ha contado con un contexto mundial muy favorable que hoy «está cambiando».

«Las condiciones mundiales están cada día más complejas por varios factores: están subiendo las tasas de interés, el petróleo, devaluando monedas de países emergentes, entre otras variables que nosotros no manejamos», ha sentenciado.

Por ello, «frente a esta nueva situación» ha decidido echar mano del FMI, cuya titular hizo el pasado marzo una visita oficial a Buenos Aires.

El fantasma de 2001

Aunque no se ha hablado de cifras por ser una negociación en pañales, se estima que la cuantía económica solicitada al FMI ronda los 30.000 millones de dólares, una vía de financiación que, según el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, es la más barata que existe porque ese organismo «presta a tasas inferiores» a las del mercado.

«El Gobierno recurre al FMI y vuelve a replicar un modelo económico atado a las recetas de mayor ajuste. Una vez más tenemos que decir que esto ya se probó en la Argentina y los resultados fueron mayor pobreza, hambre y exclusión», asegura Jorge Taiana, que fue canciller durante los Ejecutivos de Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández (2007-2015).

En las últimas décadas, la relación de Argentina con el FMI no ha sido de color de rosa. En 2006, tras tres años de crecimiento económico, Kirchner canceló de golpe toda la deuda que Argentina tenía con el organismo para, gracias a esa independencia, poder evitar las presiones que buscaban un plan de ajuste para sacar al país de la suspensión de pagos en la que entró cinco años antes.

En 2013, el Fondo alertó de la poca fiabilidad de las estadísticas macroeconómicas argentinas y Fernández se negó a que los informes del organismo fueran publicados.

Sin embargo, con la llegada de Macri en 2015, el país normalizó sus relaciones.Tanto cambió el panorama que el pasado marzo la directora gerente del FMI, Christine Lagarde visitó Buenos Aires y elogió las políticas de Macri.