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Bilbo

La Ertzaintza asegura que solo el acusado pudo matar a Arantza Palacios en su casa de Bilbo

Los dos ertzainas instructores de la investigación por la muerte de Arantza Palacio, de 51 años, en su casa del barrio de San Adrián (Bilbo) en julio de 2016, han afirmado que «una vez descartadas el resto de hipótesis, no cabía otra» que el autor de su muerte fuera su pareja, de 49 años, quien se encontraba en ese momento en la vivienda junto a la madre de la víctima.

Manifestación en Bilbo tras la muerte de Arantza Palacios. (Monika DEL VALLE / FOKU)
Manifestación en Bilbo tras la muerte de Arantza Palacios. (Monika DEL VALLE / FOKU)

«En apariencia parecía una muerte natural, pero los primeros indicios de la autopsia indicaron que se podría tratar de una muerte por asfixia. Todas las sospechas recayeron en su novio, porque en la casa solo estaban los tres; no se forzó la cerradura de la puerta; no se robó ninguna pertenencia; no había desorden; la víctima no se defendió, y no hubo gritos de auxilio", han relatado los agentes durante la tercera sesión de este juicio celebrada este martes en la Audiencia de Bizkaia.

A esas circunstancias se añaden los antecedentes por violencia machista del acusado, X.Z., contra la fallecida, así como diferentes denuncias por agresiones mutuas, aunque la última de estas denuncias se presentó en 2007, nueve años antes de la muerte de la mujer, según se ha precisado en el juicio.

Acusado y víctima eran toxicómanos y mantenían una relación sentimental desde hacía tres décadas. En el momento en el que ocurrieron los hechos, ambos tomaban medicaciones muy fuertes debido a sus adicciones, y en el caso de la mujer, también se le administraban fármacos por problemas de salud mental.

La muerte ocurrió la noche del 23 al 24 de julio de 2016. Según el relato del acusado, sobre las doce de la noche, la madre de su novia estaba ya en la cama; él también se retiró a dormir y la mujer se quedó en la sala viendo la tele. Al día siguiente, se levantó sobre las 9.30 de la mañana y cuando entró en la sala, la encontró muerta.

Los primeros indicios de la autopsia, sin embargo, detectaron petequias en la cara y una zona más blanca alrededor de la boca y nariz, compatible con una presión con los dedos, lo que le había causado la muerte por asfixia.

Los ertzainas responsables de la investigación han insistido en que la vivienda no estaba revuelta, y en que las puertas y ventanas no estaban forzadas. «No había entrado nadie por la fuerza en esa vivienda y se había producido una muerte violenta en su interior, por lo que no cabía otra que el autor de la muerte viviera en el domicilio», han precisado.

La fiscalía considera que estos hechos constituyen un delito de asesinato con agravante de parentesco y especial vulnerabilidad de la víctima, al igual que la acusación particular, en representación de la hija de la víctima –una joven de 25 años fruto de otra relación–, la acción popular en nombre del Ayuntamiento de Bilbo y la Abogacía del Estado.

Estas partes piden penas que oscilan entre los 20 y 25 años de cárcel. La defensa, por su parte, solicita la absolución al alegar que se trata de una muerte natural.

Mañana miércoles continúa el juicio con la práctica de las pruebas periciales, entre ellas, el informe de la autopsia.