Ayer, tal y como reconoció Aitor Esteban en su discurso, el PNV votó en consonancia con lo que pedía la mayoría de la sociedad vasca. Eso implica, en contra de al menos uno de los argumentos que dieron la semana pasada para justificar su apoyo a las cuentas de Rajoy, que la mayoría social vasca no estaba de acuerdo en sostener al Gobierno del PP. Así quedó certificado en sede parlamentaria por dos veces.
El PNV es institucionalmente hegemónico en Euskal Herria pero no lo es sociopolíticamente. Lo que sí domina es la centralidad, poder pactar con todos. Es el partido que mejor se adapta al carril central de la sociedad, pero no el que más influye en ella. O no al menos de manera preponderante. Paradójicamente, al PNV el país le gusta menos de lo que al país le gusta el PNV.
El que ha cambiado ahora de postura es el PNV, no la sociedad vasca. Y está bien. En el último ciclo electoral, tanto cuando ha votado masivamente al PNV como cuando lo ha hecho a Podemos o a EH Bildu, una clara mayoría de la sociedad ha expresado la necesidad de poner freno a la deriva autoritaria, centralista y neoliberal del PP. La semana pasada primó la centralidad en el sistema político español. Ayer se adaptó a la hegemonía vasca.