Beñat ZARRABEITIA

Un huérfano, el Águila Verde que más alto vuela

El extremo nigeriano Victor Moses cuenta con una de las historias vitales más duras de todos los participantes en el Mundial. La suya representa una trayectoria que combina brutalidad, exilio, superación, éxito deportivo y retorno al país de origen convertido en un ídolo. Y es que Moses tuvo que dejar Nigeria cuando apenas tenía 11 años debido a la muerte de sus padres durante los incidentes de la ciudad norteña de Kaduna en 2002.

El extremo nigeriano Victor Moses cuenta con una de las historias vitales más duras de todos los participantes en el Mundial. La suya representa una trayectoria que combina brutalidad, exilio, superación, éxito deportivo y retorno al país de origen convertido en un ídolo. Y es que Moses tuvo que dejar Nigeria cuando apenas tenía 11 años debido a la muerte de sus padres durante los incidentes de la ciudad norteña de Kaduna en 2002. La razón de los mismos, el choque entre los integrantes de las comunidades cristiana y musulmana. Una serie de incidentes que se han reproducido durante los últimos 40 años y que se endurecieron después de 2009. Enfrentamientos que han provocado más de dos millones de desplazados internos.

En febrero de 2000, siguiendo la estela de otros mandatarios regionales del norte de Nigeria, el gobernador de Kaduna anunció la imposición de la Ley Islámica, también conocida como sharia, lo que originó numerosas protestas, ya que prácticamente la mitad de la población se declaraba afín a otras religiones. Como protesta, la Asociación Cristiana de Nigeria convocó una gran movilización, marcha a la que respondieron muchos jóvenes musulmanes. Los choques se sucedieron y la situación se tornó en incontrolable, incluyendo agresiones por ambas partes. Los incidentes se alargaron durante varios días y adquirieron unos tintes bestiales. Los enfrentamientos depararon más de 2.000 muertos según Human Rights Watch.

Dos años después, en noviembre de 2002, debido a la celebración del certamen Miss Universo en Abuya, Nigeria volvió a convertirse en un infierno. Austine Moses era un pastor cristiano que se encontraba acompañado por su mujer Josephine en una iglesia de Kaduna con la intención de atender a los heridos. Tras ser saqueado, el templo religioso fue quemado y ambos fallecieron.

Victor, el hijo de la pareja, fue informado de la matanza por parte de su tío mientras jugaba al fútbol en la calle. Rápidamente, tuvo que esconderse para no correr el mismo destino que sus progenitores. Con apenas 11 años, se exilió en Inglaterra, solicitando asilo político. Instalado en una familia de acogida el sur de Londres, pronto se incorporó a la Academia Harris y empezó a desarrollar su gran pasión: el fútbol. Tanto, que Moses fue citado por la selección inglesa en categoría sub 16, llegando a ser comparado con Gareth Bale en la lista de mayores talentos adolescentes de Gran Bretaña. Prosiguió con su trayectoria en las filas del Crystal Palace y recibió nuevas llamadas de las inferiores del equipo de los three lions.

Llamada de Nigeria

Sin embargo, en febrero de 2011 fue citado por la selección nigeriana para jugar un amistoso en Guatemala. El encuentro fue cancelado, pero las águilas verdes llamaron de nuevo a su puerta y acudió a los partidos ante Etiopía y Kenia. En noviembre de ese año, la FIFA dio luz verde a la presencia de Moses y Ameobi en los encuentros oficiales de Nigeria. A nivel de clubes, tras destacar en el Wigan del actual seleccionador belga Robert Martínez, el Chelsea decidió contratarlo. Una temporada redonda para Moses, ya que además de ganar la Europa League con los blues, conquistó la Copa de África con las águilas verdes.

El retorno de José Mourinho al banquillo de Stamford Bridge le llevó a ser cedido al Liverpool. Tras un curso en Anfield, Moses disputó el Mundial de Brasil con Nigeria e inició una nueva etapa, también en forma de préstamo, en el Stoke City. Posteriormente, repitió la experiencia en las filas del West Ham United. Sin embargo, la llegada de Antonio Conte cambió su vida. El italiano, acostumbrado a jugar con laterales largos o futbolistas de gran profundidad, ha confiado en Moses.

Su buen rendimiento durante la última campaña, en la que jugó 37 partidos oficiales de la mano del preparador italiano, propició que el Chelsea le renovara su contrato. Un acuerdo que doblaba sus emolumentos ante los cantos de sirena de distintos equipos europeos. La prensa inglesa llegó a especular con un posible interés del Barcelona. Una trayectoria marcada por una dura y truncada infancia.

De cualquier forma, Moses no olvida a sus padres, tal y como señaló en una entrevista en “The Guardian”: «Definitivamente, donde sea que estén en este momento, mis padres deberían estar orgullosos de mí».