Mientras a unos pocos kilómetros, en la cárcel de Iruñea, los agresores recogían sus pertenencias para salir a la calle en libertad provisional, en el centro de la capital han dado comienzo unas jornadas internacionales sobre las respuestas a dar a las violencias machistas.

El alcalde de Iruñea, Joseba Asiron ha dado la bienvenida a las ponentes y participantes. Citando a Angela Davis, Asiron ha afirmado que «hay que intentar transformar radicalmente el mundo» y que eso es precisamente lo que están intentando hacer desde las instituciones. Ha reivindicado la respuesta dada a las agresiones por la ciudad de Iruñea y la colaboración entre las instituciones y el movimiento feminista.

Laura Gómez, exdirectora de Igualdad de la Diputación de Gipuzkoa, ha dado la charla inaugural. Ha recordado que desde 2003 ha habido en el Estado español cerca de 1.000 mujeres muertas a manos de hombres, lo que según los criterios de la OMS supondría una pandemia; algo que se puede considerar un genocidio contra las mujeres.

También ha señalado los avances y retrocesos que existen en esta lucha contra las violencias machistas y por poder vivir unas vidas libres, y se ha pregunado por qué las políticas de igualdad no terminan de lograr transformar esta situación.

En ese sentido, ha señalado que, en cierta medida, se sigue apuntalando «el orden de las cosas». Según Gómez, «no basta con atender a los síntomas más brutales, no basta con promover cambios culturales, sino que tenemos que articular medidas de redistribución de riqueza, medidas estructurales». Porque «existe una violencia machista estructural, institucional, judicial, cultural… y todo eso tiene relación con la violencia física». Según ella, no se pueden desligar unas violencias de las otras.

Ha reivindicado las movilizaciones feministas, que logran marcar la agenda política, para a continuación insistir en que toca clarificar la traducción de esas demandas.

Estas son algunas de las propuestas que ha bosquejado:

Gómez cree que hay que crear una nueva narrativa sobre la violencia machista. Otra forma de nombrar las cosas y, dentro de eso, no limitar la violencia machista a la que se da en las parejas o a las agresiones, sino también a la que sucede contra otros sectores dentro del LGTBI. Dentro de eso, hay que hablar, por ejemplo, de la violencia autoinfligida y, entre otras cosas, redefinir la categoría de víctima.

Se debe articular un nuevo derecho a vivir vidas libres de la violencia machista. Los derechos sociales deben quedar asociados a ese derecho.

Hay que rearticular una administración y unas políticas públicas que tengan como referencia esta realidad. Esto implica redefinir las políticas públicas. Gómez ha puesto como ejemplo el modelo del Ayuntamiento de Barcelona.

También habría que establecer un horizonte de intervención que no dependa solo de las urgencias.

Hay que utilizar instrumentos de acreditación de la violencia, en la línea de lo que se está haciendo en Nafarroa o de lo que ha hecho la ley catalana, pionera en este terreno. Esto incluye tomar medidas específicas para problemas específicos.

Evidentemente, la definición de un nuevo modelo de política tiene que darse en diálogo con el movimiento feminista. Según ha explicado, esos cambios se deben blindar constitucionalizando ese nuevo modelo. Hay que «elevar a rango normativo» esos cambios. También ha señalado que en algunos casos «debe ser una legislación específica». Todo esto supone además articular un modelo de política contra la violencia machista que empiece a reparar lo que solo se puede reparar con la memoria.

Gómez considera que se debe «impulsar la autodefensa feminista» y que las instituciones deberían apoyar esta vía.

La jornada continuará durante el día de hoy. Se puede seguir a través de las redes sociales con el hastagh #BizitzaLibreak