Beñat ZARRABEITIA

Un bertsolari en la defensa polaca, cuando Maia conoció a Majewski

Jon Maia, hijo de inmigrantes procedentes de Extremadura y Zamora, acumula una prolífica carrera en diferentes ámbitos de la creación y es uno de los nombres clave a la hora de entender la proyección social del bertsolarismo moderno. Su mote está ligado a un exjugador polaco.

Es evidente que Jon Maia nació para romper tópicos, salirse de lo convencional y abrir nuevas vías en la cultura vasca. Capaz de levantar al Velódromo de Anoeta, una de sus plazas fetiche, en diferentes versiones como son las finales del campeonato nacional de 1997 o 2001, abriendo los últimos conciertos de Negu Gorriak o concatenando frases de canciones icónicas en el acto político de bienvenida a Arnaldo Otegi. En contra de buena parte de la corriente cultural y activista que repudia el fútbol, Maia lo vive intensamente y suele ser habitual verle junto a su hija tanto en San Mamés como en Lezama.

Corría 1982, Maia apenas tenía 10 años y en la Ikastola de Zumaia, el profesor Mikel Antia decidió rebautizarle. Al calor del impacto comunicativo generado por el Mundial disputado en el Estado español, los nombres de muchos de los futbolistas participantes quedaron grabados en el imaginario colectivo. Uno de ellos fue el del poderoso defensa polaco Stefan Majewski. Aprovechando el juego de palabras, el mote estaba servido. Según cuenta a GARA, «tanto en la cuadrilla como la gente del pueblo siempre me han llamado así. He sido más Majewski o Majes que Jon».

Polonia logró el tercer puesto en aquel Mundial. Un equipo con grandes estrellas como Boniek, Lato, Smolarek, Zmuda, Janas o Szarmach en sus filas y que alcanzó las semifinales en un momento muy convulso para la historia de su país. Dos años antes, el sindicato católico Solidaridad había convocado huelgas y protestas que paralizaron los sectores naval y minero. Unas movilizaciones marcadamente anticomunistas, solicitaban diversas reformas al Gobierno, como la creación de sindicatos autónomos, y contaron con el apoyo del entonces Papa Juan Pablo II –también natural de Polonia–, Ronald Reagan o Margaret Thatcher. A finales de 1981, la mayoría de sus líderes fueron encarcelados, entre ellos Lech Walesa. En ese contexto, llegaba el Mundial. Polonia, con una selección avanzada en edad y que ya había perdido a grandes estrellas como Tomaszewski o Deyna, acudía con la ilusión de estar entre las mejores. Semanas antes de comenzar el torneo, con motivo del partido homenaje al socio, las águilas se habían desecho con bastante facilidad del Athletic por 1-4. Majewski fue titular en un encuentro que supuso la despedida de Txetxu Rojo como futbolista rojiblanco.

Durante la Copa del Mundo, los polacos fueron primeros de grupo por delante de Italia, Camerún y Perú. En la segunda fase, tras superar a Bélgica, se jugaron el pase a semifinales contra la Unión Soviética en el Camp Nou. El partido evidenció una enorme tensión política, con pancartas de apoyo a Solidaridad en las gradas, y quedó grabado en el imaginario colectivo de varias generaciones de polacos. El empate a cero clasificó a las águilas que posteriormente cayeron ante la Italia de Paolo Rossi en semifinales. Finalmente, se alzaron con el tercer puesto tras vencer a Francia en la consolación.

En octubre de 1982, el gobierno polaco decretó la ley marcial y prohibió Solidaridad. Durante años, apoyados desde Occidente, persistieron en la clandestinidad y volvieron a convocar grandes huelgas en 1988. Con una asentada militancia, forzaron a negociar el gobierno de Wojciech Jaruzelski. Las conversaciones depararon la convocatoria de elecciones, comicios que contaron con el visto bueno de Gorbachov desde Moscú y que, convertido en partido político, ganó Solidaridad. Lech Walesa se convirtió en el nuevo presidente del país.

30 años después del partido de Barcelona, el realizador Michał Bielawski elaboró el documental «Mundial. Gra o wszystko» («El Mundial. Todo en juego») en el que entremezcla el contexto sociopolítico del país con el Mundial y, especialmente, con el encuentro frente al equipo soviético. La obra cuenta con la participación de leyendas como Boniek, Lato, Zmuda o el propio Majewski. Representantes de la mejor época del fútbol polaco, futbolistas que habían conseguido ser semifinalistas en los Mundiales de 1974 y 1982, conseguir medallas olímpicas en los Juegos de 1972 y 1976 o ganar a Inglaterra en Wembley.

En 2015, el festival Thinking Football incluyó la cinta de Bielwaski e invitó a Majewski a su presentación en Bilbo. Nada más conocer la noticia, Jon Maia se puso en contacto con la Fundación Athletic: «Fue algo alucinante. Vi que venía y llamé a Galder Reguera, le conté que a mí me llamaban Majewski por el defensa polaco y que me haría muchísima ilusión poder conocerle». La respuesta fue inmediata, Maia iba a estar con Majewski e incluso compartirían la semifinal de Copa frente al Espanyol en el palco de San Mamés. «Le dije que no me lo podía creer, le conté la historia, que mi mote tenía su origen en él y su participación en el Mundial de 1982, que era algo muy curioso y que me parecía increíble poder conocerle». Majewski reaccionaba entre risas, «fue muy simpático, tiene unos rasgos muy característicos debido a su gran bigote, y como las grandes estrellas llevaba postales en el bolsillo para repartirlas con su firma». El encuentro quedó inmortalizado con varias fotos que Maia guarda con cariño.

Majewski, que jugó también el Mundial de 1986, desarrolló buena parte de su carrera en el Legia de Varsovia antes de dar el salto a la Bundesliga. En Alemania jugó en el Kaiserslautern, el Arminia Bielefeld y el Freiburger. Posteriormente, como entrenador, ha dirigido a numerosos clubes en su país, entre ellos, al histórico Widzew Lodz, e incluso llegó a entrenar a la selección polaca de forma interina en 2009. Posteriormente, ha trabajado en diferentes áreas de la federación, incluyendo la preparación del combinado sub-21 durante tres años. Una auténtica institución deportiva en su país.

Por su parte, Jon Maia mira con ilusión al futuro del Athletic, esperanzado en poder ver a su convecino Peru Nolaskoain destacar en el primer equipo, a cuya familia le une una gran amistad. Una nueva historia que todavía está por escribir; desde la grada, no le faltará el apoyó de «Jon Majewski».