Ingo Niebel

Llega a su clímax la grave crisis política en el Gobierno de Merkel

Alemania vive la calma chicha previa a la tempestad que se avecina para el domingo. El debate sobre cómo tratar a los refugiados que llegan al país procedente de otro estado de la UE pone en riesgo la Gran Coalición de Angela Merkel y el paisaje político entero. La histórica unión de los partidos democratacristianos está a punto de romperse.

La autoeliminación de la selección alemana de fútbol en el Mundial de Rusia parece ser el símil de la actual crisis política que vive Alemania en estos momentos, pues el fracaso se debe ante todo a errores e insuficiencias propios y no tanto a factores externos. La canciller, Angela Merkel, podría empatizar perfectamente con el entrenador Joachim Löw porque también ella dirige un equipo que no está a la altura de las circunstancias. En su caso, es su histórica socia, la bávara Unión Social Cristiana (CSU), la que ha causado la peor crisis política jamás vista en Alemania, desde la fundación de la Repúlica Federal de Alemania (RFA) en 1949. Desde entonces, la CSU forma grupo parlamentario conjunto con la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Merkel en el Parlamento alemán, porque la formación bávara no se presenta a las elecciones de ámbito nacional y la otra no compite con ella en el estado libre de Baviera.

Casi setenta años después, el ministro de Interior y presidente de la CSU, Horst Seehofer, ha colocado una bomba en forma de ultimátum a esta histórica alianza que podría estallar este mismo fin de semana: O Merkel consigue, en la cumbre del Consejo Europeo que empieza hoy, un acuerdo para detener la llegada a Alemania de refugiados registrados en otro estado miembro del bloque comunitario o él ordenará el cierre de las fronteras a estas personas.

Desde el punto de vista legal, Seehofer exige que se cumpla a rajatabla el protocolo de Dublín, a sabiendas de que así Alemania volvería a trasladar el problema a los estados fronterizos de la UE. En 2015, Merkel abrió las fronteras germanas porque los países en cuestión no podían manejar la llegada masiva de seres humanos. Ahora apuesta por una solución acordada en el ámbito de la UE rechazando soluciones nacionales como la de Seehofer. El conflicto entre ambos se ha complicado un poco más, porque según la Ley Fundamental, es la canciller la que marca las pautas políticas. Por eso, cabe la posibilidad de que tal vez el lunes Merkel tenga que echar de su Gobierno a Seehofer, lo que significaría el final de la unión entre CDU y CSU.

Las elecciones regionales de octubre explicarían por qué la aún «hermana» bávara ha decidido provocar esta escalada en el conflicto. El ministropresidente de Baviera, Markus Söder (CSU), quiere lograr de nuevo la sacrosanta mayoría absoluta, pero para ello tendrá que diezmar a la xenófoba Alternativa para Alemania (AfD). Sin embargo, hasta ahora todas sus maniobras y las de Seehofer no han hecho otra cosa que dar alas a la ultraderecha. Incluso Merkel tiene actualmente más simpatías en Baviera que Söder a pesar de la campaña mediática desarrollada en contra de la canciller.

El diario sensacionalista “Bild” filtró un comentario de Seehofer en el que decía que «no puedo más con esta mujer», mientras un comentarista del importante telediario estatal tagesschau instaba a la jefa del Gobierno: a que «abandone la Cancillería». El socialdemócrata Rudolf Dressler tildó de «golpista» a la CSU, un gesto llamativo porque el SPD, que es el tercer socio de la Gran Coalición, mantiene un perfil bajo, lo que es reflejo de su profunda crisis interna.

Por ahora, ni la CDU ni la CSU pueden dar su brazo a torcer sin que una de las dos formaciones pierda definitivamente su prestigio. Por eso, todos miran hacia la cumbre de Bruselas donde los 28 estados miembros de la UE podrían encontrar la fórmula que satisfaga tanto a Merkel como a Seehofer. Para que así sea, la UE tendría que acabar con el movimiento de refugiados entre países miembros y trasladar el problema al otro lado de sus fronte- ras. Entonces Merkel regresaría con un acuerdo europeo que le permitiría aceptar las exigencias de Seehofer. Está claro que ni la canciller ni su ministro de Interior pagarán un precio por ello, lo harán los miles de refugiados que seguirán naufragando frente a las costas y fronteras europeas.

Fuentes cercanas al Gobierno hacen circular ahora a través de los medios de comunicación que la idea de un acercamiento europeo en favor de Merkel puede ser posible. La cuestión crucial es si va a satisfacer a la CSU.

El domingo por la noche se sabrá si se produce un frenazo en el último minuto o un choque total. A las 19 horas, la canciller será entrevistada por la segunda cadena estatal de televisión, ZDF; y el ministropresidente bávaro, unas dos horas más tarde en la primera, la ARD. Ambos políticos explicarán las posturas que habrán pactado por la mañana, por separado, con las ejecutivas de sus partidos. Para el lunes está previsto un encuentro entre Merkel y Seehofer. Entonces se conocerá si el líder de la CSU seguirá siendo ministro de Interior o no. Es un combate sin ganadores.