Oihane LARRETXEA
DONOSTIA
Elkarrizketa
PEDRO BRAVO
AUTOR DE «EXCESO DE EQUIPAJE»

«Se haga el viaje que se haga, debemos reflexionar sobre él»

Con el verano recién estrenado, Pedro Bravo (Madrid, 1972) reflexiona sobre el turismo, sus excesos y sus límites. Aporta datos, cifras y opiniones. El autor visitó la capital donostiarra para participar en unas jornadas sobre turismo en el campus de Deusto y, de paso, presentar su último trabajo.

“Exceso de equipaje” desgrana cómo viven Madrid, Barcelona, Ámsterdam o Venecia el turismo, sus flujos y sus consecuencias. Habla de modelos, de formas de viajar. De vecinos que pelean por su derecho al descanso, a la identidad, a una vivienda digna. Habla de un sector que crece sin parar, aunque en el Estado español el 40% de la población no puede permitirse una semana de vacaciones junto al mar en familia. El libro, editado por Debate, es una invitación a recapacitar.

¿Cuál debería ser la primera reflexión que debemos hacer como turista?

Lo primero sería darnos cuenta de que nuestro consumo genera consecuencias, y que somos muchísima gente haciendo muchísimas cosas a la vez.

Por ejemplo, en relación al medioambiente, ser conscientes de los recursos que consumimos en destino, ser respetuosos con el derecho a la tierra, aunque aún no esté reconocido…Tampoco podemos perder de vista los derechos de las personas que habitan en el lugar que visitamos. Y el derecho al espacio público, a la identidad del territorio que les pertenece.

Con la economía que se fomenta, otro tanto. Si el turismo lo venden como un intercambio cultural y económico, lo ideal es que nuestro gasto repercuta en lo local. La aerolínea, la agencia de viajes que contratamos, los hoteles y apartamentos, incluso los restaurantes o las tiendas en las que consumimos… ese beneficio se da si lo hacemos en lugares de propiedad local.

Hay que ser consecuente en cada acción; es muy fácil decirlo pero muy difícil ejecutarlo.

Comenta que no se trata de frenarlo, sino de ordenarlo…

He querido ser muy cuidadoso, no se trata de «turismo sí, turismo no». Es un tema complejo en el que no hay blanco o negro, hacen falta matices. Lo que sí es fundamental es cuestionar el relato oficial. El turismo es un gran invento hasta que deja de serlo. Y el ‘hasta’ no es una forma temporal, sino la forma de practicarlo. Es el momento de aplicar cambios e intentar mejorar.

Pintadas que dicen «Turist go home» y la llamada «turismofobia». Afirma que la realidad que viven vecindarios ha quedado por debajo de titulares.

La manipulación de los titulares, por intereses económico-políticos, es un intento de enmarcar esas protestas como protestas meramente políticas.

Se ha querido caricaturizar; es una manera de quitarle importancia a unos hechos que están sucediendo: los vecinos están protestando porque sus vidas están siendo transformadas. El ‘turist go home’, aunque parezca que va en contra del turista, realmente está criticando lo que éste representa: el modelo económico potenciado sin control. Además, esto no es nuevo, lleva sucediendo desde siempre en las zonas de costa, en las zonas tropicales. Siempre ha habido movimientos ecologistas y sociales que han protestado contra ese modelo. ¿Qué ocurre? Que son espacios en los que no estábamos nosotros, los urbanitas.

La ‘turismofobia’ es una oportunidad para revisar ese relato. El término está produciendo cambios: del año pasado a este hay una serie de nuevas regulaciones en materia de pisos turísticos a nivel del Estado, y es el principio, creo.

¿Qué ha cambiado para que el turismo se haya convertido en una de las preocupaciones de la ciudadanía?

El boom de los pisos turísticos, y el impacto que ha tenido en la vivienda es una de las causas más relevantes que hacen levantarse a los vecinos. También el impacto en el espacio público. Por ejemplo, la Parte Vieja de Donostia tiene sus hábitos y horarios. Si se llena de turistas borrachos que emplean este barrio como su zona de fiesta, como ocurre en ciertas zonas de Barcelona, esto provocaría una alteración en los ritmos naturales de la vecindad.

¿Qué opinión tiene sobre la tasa turística?

Me parece lógico que se cobre una tasa. Si el turismo consiste en ser unos días ciudadano de un lugar, y sentirte como uno más, ese lugar está sujeto a unas tasa dispositivas para mantener sus servicios: de vigilancia, limpieza, transporte… es justo, pero tiene que haber una lógica de fondo. La industria turística sostiene que eso restaría visitantes de los territorios, pero eso no es verdad.

Cita en el libro que no existe el derecho al turismo…

Existe el derecho a las vacaciones, que es otra cosa bien distinta. ¿Y qué haces en vacaciones? Lo que tú veas, pero no existe el derecho a ir con una cámara de fotos y alquilar un apartamento. El derecho a las vacaciones no debería imponerse al derecho de las personas a habitar una vivienda digna, o al descanso, o a tener la identidad que tengan. Se trata de equilibrios, que el modelo económico que representa el turismo, que es un modelo capitalista, no se haga a costa de la tierra, de los animales, del agua, el aire, las personas…

¿Cuál es la diferencia entre viajar y hacer turismo?

Intento huir de esa diferencia. Cuando nos acogemos a ese matiz nos estamos acogiendo a una excepción que nos libera de culpa o responsabilidad. ‘Ellos son turistas, yo soy viajero. Yo lo hago bien, ellos lo hacen mal’. La cuestión es que hay maneras de hacerlo, unas menos malas que otras. Creo que todos, practiquemos el viaje que practiquemos, tenemos que reflexionar sobre lo que está ocurriendo con ese viaje. Cuando permites esa exculpación la gente se olvida de la reflexión.

Y no digo que no se viaje, yo no dejaré de hacerlo, pero sí pido que se reflexione. Yo haré dos cosas: viajar menos y hacerlo a lugares donde haya menos gente.

¿Llega el verano y con él los titulares?

Los titulares que se manejan siempre son a base de cifras récord que la gente aplaude. Es así como se aborda, con números.