FRANCIA 4
CROACIA 2
Por si alguien no lo tenía claro a estas alturas de la historia del fútbol, Franck Beckenbauer se lo recordó a todos aquellos que rendían honores a la ‘Naranja Mecánica’ del 74 y desmerecían el título alzado por Die Mannschaft: «Cruyff era mejor jugador, pero yo fui campeón del mundo». Así de tajante zanjó el gran capitán alemán las especulaciones y debates sobre la injusticia del triunfo germano en aquella Copa del Mundo.
Es verdad que la memoria futbolística siempre recordará a aquella Holanda, lo mismo que a la Brasil del 82, lo mismo que la Bélgica de Rusia 2018, y tampoco olvidará a la orgullosa y combativa Croacia –siempre nos quedará Uruguay– de Luka Modric, Ivan Rakitic y el resto de ajedrezados. Pero no es menos cierto que Francia es la nueva campeona mundial porque ha exprimido al máximo su forma de jugar. Porque es falso que esta selección Bleu del vasco Didier Deschamps no juega a nada, al contrario, sabe muy bien a lo que juega y lo sabe hacer mejor que nadie. Sin abalorios ni estridencias, sin espectáculo para la galería ni la cátedra futbolera, pero siendo la mejor y más regular allá donde los resultados se defienden y los partidos se ganan, en las áreas.
Sólida en defensa, como demostraron en la final de ayer la inconmesurable pareja de centrales Varane-Umtiti, y de una eficiencia máxima en el ataque, donde a balón parado y tocados por esa suerte de fortuna necesaria para ser campeón en cualquier deporte colectivo, Griezmann ha dejado su impronta en cada gol francés. Solidez, equilibrio, fortuna, más Lloris y Kanté –a pesar de que el de ayer no fuera su mejor actuación–, más un excelso Pogba, más el trabajo altruista de Giroud, la magia y determinación de Griezmann y el nacimiento de una estrella de apenas 19 años, Kylian Mbappé, llamado a marcar el revelo generacional de los Messi y Ronaldo, y quién sabe si reeditar un nuevo cara a cara con Neymar.
2-1 al descanso con un solo tiro
Francia lleva jugadas tres finales de la Copa del Mundo y dos de Eurocopas en los últimos veinte años. Ayer, confirmó el favoritismo con el que se presentó en la cita de Moscú, con una trayectoria solvente, de equipo compacto, fiable, sustentando en su defensa y catapultado en un balón parado que ha sido determinante en este Mundial en tantos y tantos duelos. Como ayer. Tras 17 minutos iniciales en los que Croacia salió decidida a ponerse por delante y evitar un partido largo y tedioso, tras tanta prórroga en sus piernas, llegó una falta inexistente a Griezmann en las cercanías del área balcánica. Una jugada que el ‘Principito’ colchonero sirvió con suavidad sobre un bosque de cabezas entre las que sobresalió, sin quererlo, la de Mandzukic, para introducirla en su propia meta. La Francia del Mundial ruso, que empezó ganando su primer duelo a Australia con un tanto en propia puerta de los aussies.
Sin necesidad de rematar entre los tres palos, la selección gala se ponía por delante, exprimiendo al máximo su cualidad como Croacia volvería a sufrirlo en sus carnes poco después. Antes, una Croacia inasequible sacaba petróleo de su propuesta ofensiva y Perisic golpeaba con toda su alma el esférico al fondo de las mallas de Lloris. Desatada alegría ajedrezada que le duraría apenas unos minutos hasta que a balón parado, de córner, Francia, o mejor dicho, Griezmann, sacaría provecho de una desafortunada mano, involuntaria, del propio Perisic. El colegiado argentino Pitana, que hasta ahora no había echado mano del novedoso VAR en sus seis partidos dirigidos, lo consultó a instancias de los árbitros del vídeoarbitraje, señalando el punto fatídico. Antonie no falló.
Una enrabietada Croacia se acantonó ante el área de Lloris y a base de córners y centros puso contra las cuerdas al equipo de Deschamps, apuntalado en esos críticos minutos por unos enormes Varane y Umtiti. Al descanso, 2-1, con ocho ocasiones balcánicas. La producción ofensiva de Francia se resumía en un pase al área completado, un tiro realizado y 9 pases dados a los últimos 30 metros. Croacia proponía, Francia disponía. Máxima eficiencia bleu.
Con el banquillo croata en pie insuflando aire a los suyos, Rebic iniciaba la vuelta de vestuarios con el colmillo de su equipo en la boca en busca de una igualada merecida por ocasiones y por puesta en escena. Pero esa urgencia por un paso adelante la iba a aprovechar como un filón la Francia de Mbappé. Sí, de ese chaval descarado que juega una final de un Mundial sin llegar a cumplir los veinte años como quien sale a entrenar.
Avisó el velocísimo extremo del PSG a los pocos minutos, en una jugada de celeridad cuyo remate cercano sacó Subasic. Imparable en carrera, al poco tiempo, segundo balón en largo para el nuevo chico de oro del fútbol mundial, que termina cediendo a Griezmann para que este deje atrás y que Pogba, desde la frontal y sutil golpeo, la aloje en la portería croata. Mbappe, Griezmann, Pogba. Los tres mosqueteros de esta Francia campeona.
El «regalo» de Lloris
Para ese periodo del partido los de Deschamps, ya con Nzonzi en el campo en sustitución de un N´Golo Kanté amonestado pero también superado en el día de ayer, se veían ganadores. Percepción que refrendarían con la incursión por banda de un Lucas Hernández pletórico todo el Mundial, que serviría el balón a un Mbappé que redondeaba esta su Copa del Mundo con un latigazo desde la frontal, inadvertido para Subasic. De ahí al final, con todavía muchos minutos por delante para evitar el desenlace, solo el ‘regalo’ inesperado de Hugo Lloris a Mandzukic puso algo de incertidumbre en una final ya decantada.
Dos Mundiales, una Eurocopa, dos subcampeonatos, todo en las últimas dos décadas. Esa es la Francia que se ha coronado en Moscú, la gestada en el centro nacional de formación de Clairefontaine. La vida es como el fútbol, sólo cuenta el resultado, dijo alguien alguna vez para resumir este deporte. Tan cierto como que no ganar no significa fracasar. Croacia no ha fracasado. Pero solo puede ganar uno. Y ese ha sido Francia, el mejor.
Modric, Balón de Oro en el Mundial más emocionante
Francia campeona, la Bélgica de Roberto Martínez en el recuerdo, Luka Modric Balón de Oro tomando el relevo a Leo Messi, Harry Kane el máximo artillero con seis dianas –Olivier Giroud, el delantero francés se va campeón sin haber anotado ni un gol y no haber dirigido ni uno solo de sus 13 remates entre los tres palos–, Thibaus Courtois nombrado mejor portero en el Mundial de los porteros... La Copa del Mundo 2018 ha tocado a su fin dando el revelo a Qatar 2022. Pero hasta entonces el protagonismo es para esta Francia que será recibida esta tarde en París por miles y miles de aficionados. A la próxima remesa de camisetas bleus, la multinacional Nike deberá incorporar una segunda estrella que distinga a la selección francesa como bicampeona del mundo. Este domingo, en el estadio moscovita de Luzhniki, los galos encontraron el triunfo que perseguían desde 1998. Con el técnico de Baiona como hilo conductor –capitán del grupo entonces–, el joven plantel replicó aquello que 20 años atrás había funcionado bajo la dirección de Aimé Jacquet. Según contó Laurent Blanc, aquel equipo basó su éxito en tres palabras: trabajo, alegría y victoria. Didier Deschamps eligió en la antesala de la final otro tridente. «Debemos jugar con serenidad, confianza y concentración», subrayó. Con ese requerimiento, el vasco «creó un equipo a su propia imagen», desveló Blaise Matuidi, titular en la final ante los Vatreni. «Ha tratado de recrear su glorioso pasado como jugador y ha funcionado. No es casualidad», resumió.
Para muchos ha sido el Mundiales más emocionants que se recuerda, capaz de enganchar ante el televisor incluso a los no forofos ni amantes del fútbol. Un Mundial de fútbol pragmático y resultadista, el Mundial del VAR, ese ‘chivato’ que ha venido para quedarse. ¿Gana el fútbol? Ganó Francia.J.V.
Declaraciones
«No hicimos un gran juego, pero mostramos cualidades mentales y logramos cuatro goles. No siempre fue fácil, pero a fuerza de trabajo estamos aquí»
DIDIER DESCHAMPS
Seleccionador de Francia
«Marcaron cuatro goles en sus tres tiros. No tuvimos suerte»
LUKA MODRIC
Jugador de Croacia