Oihane LARRETXEA
DONOSTIA

Seguridad Social y demografía: llevarse bien no es una elección

La que fuera una pirámide, la demográfica, plantea desde hace tiempo varios retos sobre los que cabe reflexionar… para adaptarse. No hay otra. Y la Seguridad Social y el sistema de pensiones no son ajenos. La catedrática Mercedes Ayuso, de la Universidad de Barcelona, cita algunos «riesgos»: salud, longevidad, dependencia incluso inflación.

La esperanza de vida es cada vez mayor, vivimos más y con mayor calidad. Pero la dependencia nos acompaña en la última etapa de la vida. Desciende la natalidad: la media habla de 1,3 hijas/hijos por mujer. Los flujos migratorios son volátiles e inciertos, y vuelcan los escenarios hacia un lado u otro.

El estado del bienestar se enfrenta a ciertos «riesgos» sobre los que conviene reflexionar. Es una palabra que «no gusta» y que describe «estados aleatorios». La catedrática en Econometría, Estadística y Economía española de la Universidad de Barcelona Mercedes Ayuso considera que la Seguridad Social se enfrenta a un «reto importante»: el demográfico. Por eso, considera que las decisiones que se tomen en el marco del Pacto de Toledo no deben hacerse sin tener en cuenta la realidad sociodemográfica del Estado español. La esperanza de vida es de las mayores de Europa, pero también la «tasa de fertilidad» es de las más bajas. A todo ello se le suman otros «riesgos» de carácter macroeconómico, como la inflación, los tipos de interés o la liquidez. Y hablar del estado de bienestar «es hablar también de pensiones», agregó.

El inicio del curso de verano de la UPV/EHU sobre el sistema actual de estas prestaciones arrancó con su ponencia, titulada “Analizando las pensiones públicas del futuro: el Estado del bienestar en una sociedad envejecida”. El «riesgo de la longevidad» acapara, según expuso, la mayoría de los análisis y ha dado lugar a la mayoría de las reformas de los sistemas de pensiones en el resto de países.

Este escenario, avisó, «puede afectar a otras prestaciones que se dan en concurrencia». Por ejemplo, la inserción de la mujer al mercado laboral y que ellas vivan más años que sus parejas «pronostica otro gran cambio con aumentos en el pago de las pensiones en concurrencia». Lo resume así: mujeres y hombres trabajando, generando pensiones de jubilación y de viudedad.

Inflación y liquidez

El «riesgo de la inflación» es otro extremo que la académica pide que sea contemplado a la hora de diseñar un sistema de pensiones. «La subida de los precios puede erosionar el valor real de las prestaciones, con una pérdida de poder adquisitivo», constató.

Y admitía ayer que no le gusta hablar de «extremos», pero en este apartado que reservó a la inflación, declaró que es «extremadamente necesario analizar los hábitos de compra de los pensionistas y estudiar cómo la inflación puede afectar en su día a día».

También cabe pararse a pensar sobre los hábitos o costumbres, decía al hablar sobre los «riesgos de liquidez». Puede ocurrir, y ocurre, que los ahorros de la vida activa no sean suficientes ni facilmente convertibles en dinero en caso de que sea necesario. La de Estado español es una sociedad habituada a invertir en inmuebles, en ser propietarios de vivienda. «Esto puede generar estados de iliquidez en un momento en el que haga falta para pagar a quien nos atiende a diario en casa».

Con tres pirámides demográficas comparativas –en realidad solo la primera, la de 1971 lo es– cabe preguntarse si debe la Seguridad Social adaptarse. En los años 70 había 7 trabajadores por cada pensionista. En 2020, prácticamente en la actualidad, habrá 3,7 y en 2050 se estima que será 1,5. En esta horquilla, la generación que fue parte del baby boom recibirá su prestación. En total, unos 15 millones; actualmente sobrepasa levemente los 9 millones.

Siempre hay margen de error en las predicciones, recordaba, pero tenemos entre manos indicios que no admiten discusión.