Joseba VIVANCO

Raúl García es de Vallecas

La salida del navarro en la segunda mitad rescató a un Athletic sonrojante e indolente y de paso un punto que evitó un desastre mayor

RAYO VALLECANO 1

ATHLETIC 1

 

«Vallecas es mucho Vallecas», reza una máxima que, como si de una pintada urbana se tratara, explica el orgullo de pertenecer a este distrito madrileño obrero y rebelde, gracias a la herencia de generaciones que trabajaron y lucharon por una convivencia en libertad. Sostiene convencido Quique Peinado, «rebelde de gafas de pasta e izquierdista de ortodoxia distraida» y autor de ‘‘A las armas’’, un recorrido por la historia del club del barrio y su afición, que «la señora Cifuentes alguna noche ha soñado que iba vestida de Juana de Arco, comandando una tropa de gaviotas y muchachos con flequillazo que avanzaba manu militari por la avenida de la Albufera dispuesta a ilegalizar el Rayo». La susodicha señora Cifuentes acabaría cazada ‘mangando’ en un súper de Vallecas. Justicia vallecana.

Raúl García también es de Vallecas. El navarro es un obrero del fútbol, un currante del balón, un profesional que se viste por los pies, uno de los nuestros cuando es de los nuestros, es ese cabrón que cualquiera quiere en su equipo, y no solo porque vaya de cara, no haga prisioneros o desquicie al rival. También porque tiene muchas otras virtudes futbolísticas, entre ellas, liderar cuando, como diría Berizzo, «te vienen torcidas». Abanderar. Con casta, determinación, valentía. Izan eta egin. «Esto somos, esto hacemos», parafraseando al presidente Josu Urrutia. El Athletic no lo fue en una primera mitad en la que los rojiblancos sonrojaron a cualquier aficionado, en la que la paciencia, esa paciencia a la que se apelaba, también tiene un límite. Es difícil pensar que un equipo como el Athletic, unos jugadores como los que salieron de inicio, fueran a Vallecas con el cuento de la lechera en la cabeza de que el partido aplazado ante el hoy colista eran tres puntos seguros. El periodista Alberto Edjogo-Owono decía sobre esta Liga loca en que los favoritos tropiezan y los sufridores sorprenden, que «el esfuerzo supera al talento cuando el talento no se esfuerza lo suficiente».

El talento no se esforzó lo suficiente. No se esforzó nada. Fue, en la primera mitad, una continuación de la caricatura de Ipurua. Se fue al descanso con un solo gol en contra, pero pudieron ser un par de ellos más, porque el Rayo Vallecano no solo firmó sus mejores minutos de una aciaga temporada, sino que el Athletic colaboró a ello. Juanma Lillo decía que las estadísticas son como los tangas, que no dejan ver lo mejor. Más allá de los pobrísimos números que el conjunto de Berizzo arrojó en esos primeros cuarenta y cinco minutos, lo más sangrante fue la imagen. Ni un solo remate a portería, apenas ni una llegada al área rival, ni una sola subida al ataque de los laterales, desaparecidos como en Eibar los hombres de medio campo, y mención al margen el sainete de la pareja de centrales, incluido un Nolaskoain que firmó un funeral. El VAR esta vez les ‘ayudó’ y evitó que un golazo rayista subiera al marcador, lo que no evitó que minutos después Pozo le pintara la cara a la dupla de centrales y antes Advíncula al resto de sus compañeros.

Al 1-0 le siguieron dos ocasiones clarísimas de los vallecanos ante la indolencia inexplicable de un equipo bilbaino inepto e incapaz no solo de generar fútbol sino de destruir el del rival. Y en mitad del naufragio, cuando todo aficionado rojiblanco se frotaba los ojos hasta sangrarlos, emergió él. Don Raúl García Escudero. Dice David Fernández, exdiputado de la CUP, barcelonés de nacimiento y vallecano de adopción, que «la camiseta del Rayo es la que suda Vallecas. El Rayo, a su escala, también lo es. Pero mientras su gente no lo abandone, este club será su grano en el culo. Su glorioso grano en el culo». Izan eta egin. Saliendo desde el banquillo donde Berizzo le había dejado, ocupando el lugar de un ausente como todos Williams, estuvo a la altura de la camiseta que sudaba.

Dos remates erráticos lejos de los tres palos había firmado el Athletic en una primera parte de cuyo nombre no quiero acordarme. En diez minutos de la reanudación el navarro ya había rematado tres veces, dos a portería en las que el portero local salvó por los pelos el gol. Entre Raúl y la charla que Berizzo debió de echarles en la caseta, el Athletic cambió como de la noche al día, o al menos, le echó lo que había que echarle. Ganas. Y poquito de por favor, de fútbol.

 

Cualquiera pudo ganar

Los leones pasaron a adueñarse del balón, ese oscuro objeto del deseo durante el primer acto, de las llegadas por banda, algunos de sus hombres comenzaron a dejarse ver, caso de Muniain o Unai López, de los laterales, pero sobre todo un Raúl García que estaba en todas, en ataque y en defensa, cuando no frenar un peligroso ataque porque ni Dani García ni Susaeta fueron capaces y ganarse una amarilla. Y así, estando en todas, estuvo en la jugada del empate. Nuevo centro al área, el ‘22’ la gana por dos veces, la segunda enviando el balón al poste y allí, Muniain, el inesperado ‘pichichi’ rojiblanco este curso, se revolvía casi sobre la línea de cal para empujar el empate a la red. Era el minuto 66 de partido, todo por ganar.

El Rayo, quizá también cansado, cedió terreno, el Athletic, el que esperábamos, apretó y sacó premio. Pero Vallecas es mucho Vallecas. Y el Rayo no es de los que confunde la paciencia con la indolencia del que se da por vencido. No. Se revolvió. A punto estuvo de hacer el segundo en el 69, también en el 73, todo en un duelo más abierto, con un Athletic más compacto también merced a la salida de San José y, sobre todo, la de Capa en banda por un superado De Marcos. Incluso Aduriz tuvo un par de llegadas que no concretó. Porque si al Rayo le faltó acierto final, al Athletic conectar ese último pase, ese definitivo desplazamiento del balón al compañero.

Había esperanzas en que los de Eduardo Berizzo reaccionaran. El argentino quiso ser fiel con su once a sus palabras, mostrar un equipo para jugar la pelota y con talante ofensivo, pero el tiro le volvió a salir por la culata. Si en Eibar fue un rival que supo cortocircuitar al Athletic, ayer fue el propio Athletic quien se desconectó de inicio. Imperdonable mire por donde se mire y quien lo mire. Berizzo bien haría en tomar nota y poner las pilas a sus hombres. Una cosa es un proyecto en construcción y otra la falta de actitud. Raúl García es de Vallecas. Izan eta egin. Esto somos, esto hacemos.

 

«Debió ser desde el primer minuto»

«Nadie está contento con la situación, en lo numérico tener 9 puntos es malo, una victoria de tres ayudará a oxigenar... No nos sobra fútbol para imponernos, así que debemos echar mano de las armas del juego directo, balón detenido, agresividad y que debe plasmarse. Les dije lo que pensaba, que un equipo necesita nervio, agresividad, ritmo, convicción para jugar, pero para cualquier fútbol que quieras jugar. En la primera parte no estábamos así. En la segunda fue el Athletic que yo quiero ver», fue la reflexión de un afectado Eduardo Berizzo para el que «jugamos una primera parte mala y una segunda muy buena. Ese es el diagnóstico. Una primera parte mala origina una reacción buena que debió ser desde el minuto uno». La salida de Raúl y del propio equipo en la segunda mitad «fue reconocible porque salimos más agresivos, ajustamos las marcas, porque permitimos al rival circular la pelota sin interrumpirlo... luego reaccionamos como teníamos que reaccionar desde el primer minuto. Todo el mundo –en el descanso– entendió que debíamos cambiar nuestra cara a partir de ser más agresivos de lo que estábamos siéndo». Y añadió con claridad: «Aspiro a mucho más». J.V.