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BRASILIA

Bolsonaro cierra filas con EEUU y mira a China como socio comercial

El exjuez Sergio Moro, quien encarceló al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, ya es oficialmente ministro de Justicia. Ayer asumió el cargo, un día después de que lo hiciera el ultraderechista Jair Bolsonaro, quien ya como presidente se reunió con el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, en un nuevo gesto hacia la Administración Trump.

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, comenzó ayer a implementar su programa conservador y de realineamiento con el EEUU de Donald Trump. En un nuevo gesto hacia la Administración estadounidense, recibió al secretario de EEUU, Mike Pompeo, quien asistió a la ceremonia de investidura en representación de Trump. Tras el cordial encuentro con Bolsonaro, Pompeo se dirigió a Colombia, donde se entrevistó con el presidente colombiano, Iván Duque, con Venezuela como tema central de la agenda bilateral. El propio Bolsonaro vetó la presencia del presidente venezolano, Nicolás Maduro, en la investidura del martes.

Venezuela, Cuba y Nicaragua fueron también uno de los ejes centrales de la reunión entre Bolsonaro y Pompeo. Éste llegó a afirmar que la llegada al poder de Bolsonaro permitirá que los dos países trabajen «juntos contra regímenes autoritarios».

El nuevo canciller brasileño, Ernesto Araújo, señaló que las dos mayores economías del hemisferio cooperarán «por un orden internacional diferente» y comparten «el deseo profundo» de trabajar por un «retorno de la democracia» a esos tres países donde, según Araújo, «las personas tienen dificultades para expresar sus opiniones».

«Brasil tiene que comportarse como un país grande» y buscar una aproximación con naciones «que comulgan con sus ideales» para así «trabajar juntos por un orden internacional diferente, que responda a«los valores de su pueblo», añadió.

Araújo aseguró que Brasil «se está realineando consigo mismo, con sus propios ideales», rompiendo con décadas de búsqueda de equidistancia entre las grandes potencias y de refuerzo de las relaciones Sur-Sur.

En declaraciones a los medios tras una breve audiencia con Pompeo, Bolsonaro volvió a hacer gala de la buena sintonía con Trump y de su deseo de convertirse en fiel aliado del inquilino de la Casa Blanca.

«Ha habido una larga tradición en Brasil de elegir presidentes que por alguna razón eran enemigos de EEUU. Ahora es todo lo contrario, somos amigos», manifestó.

En ese realineamiento, Bolsonaro confirmó a Pompeo que Brasil abandonará el pacto migratorio de la ONU. El Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular fue ratificado el mes pasado en la Asamblea General de la ONU por 152 países, entre los que se incluyó Brasil.

Uno de los países que rechazó adherirse al pacto fue Estados Unidos, alegando que impone o podría imponer normas que podrían afectar a su soberanía, los mismos argumentos que esgrime Bolsonaro para revocar ahora la adhesión de Brasil.

En una primera jornada dedicada a la diplomacia y a marcar posiciones en el tablero internacional, Bolsonaro recibió en el Palacio de Planalto a Ji Bingxuan, vicepresidente del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional de China y enviado especial del presidente chino, Xi Jinping, a quien le comunicó su deseo de «ampliar las relaciones, independientemente del cambio en el contexto político brasileño y del escenario económico mundial».

Según fuentes oficiales, Bolsonaro conversó con Ji sobre la «importancia de una mayor diversificación de la pauta comercial» bilateral y de «ampliar las áreas de cooperación entre ambos países». Entre otros sectores, esa cooperación podría ser expandida en algunos apartados de ciencia y tecnología, agricultura y desarrollo industrial. China y EEUU son los principales socios comerciales de Brasil.

El nuevo presidente brasileño despejó cualquier posible duda sobre su voluntad de cumplir con sus promesas de campaña, recordando en Twitter el rumbo que pretende dar a un mandato que debe extenderse hasta el 31 de diciembre de 2022.

«Nuestro discurso de asunción es nuestro eje de gobierno», escribió ayer por la mañana, junto a un video de su intervención la víspera frente al Palacio de Planalto, donde aseguró que el 1 de enero de 2019 sería recordado como «el día en que el pueblo empezó a liberarse del socialismo, de la inversión de valores, del gigantismo estatal y de lo políticamente correcto». Volvió a publicar un comentario en el que se dice determinado a extirpar «la basura marxista» del sistema educativo. «Muchos son llamados, son elegidos. Y Jair Messias Bolsonaro fue llamado por Dios y elegido por el pueblo brasileño», llegó a decir al asumir su cargo.

Moro ya tiene su Ministerio

Uno de los ministro estrella del nuevo Gobierno ultraconservador y neoliberal es sin duda es el exjuez Sergio Moro, quien ordenó encarcelar al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, cuando encabezaba todos los sondeos electorales en intención de voto.

Prometió una cruzada anticorrupción. «La misión prioritaria dada por Bolsonaro fue clara: el fin de la impunidad de la gran corrupción, el combate al crimen organizado y la reducción de los crímenes violentos, todo ello con respeto al Estado de Derecho y para servir y proteger al ciudadano», dijo.

Otra de las pretensiones de Moro es «dejar más clara» la obligatoriedad del cumplimiento de penas tras condena en segunda instancia, medida por la que Lula está encarcelado desde abril, pero que está bajo revisión de la Corte Suprema desde 2016, lo que la deja en una especie de «limbo jurídico».

Por su parte, el nuevo ministro de Economía de Brasil, Paulo Guedes, anunció desde ya privatizaciones aceleradas y reformas, la primera, la del sistema de jubilación que, según él, es «una fábrica de desigualdades».

Guedes, un neoliberal ortodoxo formado en la Escuela de Chicago, aseguró que «libertará» a los brasileños desempleados y que «no contribuyen con el sistema de pensiones» y les dará «la opción» de contar con un régimen alternativo, lo que alteraría varios puntos de la actual legislación laboral de Brasil.

Sostuvo que los gastos del Estado «siempre fueron el talón de Aquiles de todos los intentos de estabilización» y «el mal mayor» de la economía brasileña.

En línea con su propuesta de un «Estado mínimo», adelantó que su departamento impulsará «privatizaciones aceleradas» y la «simplificación y reducción de impuestos». Durante la campaña, tanto Bolsonaro como él advirtieron de que los trabajadores tendrían que elegir «entre más derechos o más empleo».

 

La gestión de tierras indígenas queda sometida al agronegocio

El Gobierno de Bolsonaro decidió traspasar al Ministerio de Agricultura la demarcación de las tierras indígenas. El Ministerio tendrá a su cargo cuestiones relacionadas con «la reforma agraria, la regularización de la propiedad en áreas rurales en la Amazonía Legal –territorio que excede el estado de Amazonas propiamente dicho–, las tierras indígenas y las quilomblas –tierras de exesclavos fugitivos–». Hasta ahora, los asuntos relacionados con la demarcación de tierras indígenas estaban en manos de la Funai (Fundación Nacional del Indio), vinculada al Ministerio de Justicia.

El Ministerio de Agricultura encarna los intereses del sector del agronegocio, cuya pujanza entra en frecuentes conflictos con organizaciones de trabajadores rurales sin tierra, con los habitantes de las reservas indígenas y con grupos de protección del medio ambiente. Bolsonaro nombró ministra de Agricultura a la terrateniente Tereza Cristina da Costa, que le dio al exmilitar un apoyo decisivo en la campaña.

«¿Vieron? El desmembramiento ya empezó. La Funai ya no es más responsable de la identificación, delimitación, demarcación y registro de tierras indígenas», tuiteó la líder indígena Sônia Guajajara, que en las elecciones de octubre fue candidata a vicepresidenta del candidato Guilherme Boulos, del Partido Socialismo y Libertad (PSOL).

Bolsonaro pretendía fusionar los ministerios de Agricultura y Medio Ambiente, aunque finalmente se abstuvo de hacerlo ante las críticas. Nombró ministro de Medio Ambiente al abogado Ricardo Salles, investigado por improbidad administrativa en el manejo de un área de protección ambiental para favorecer a empresas privadas, durante su gestión como secretario de Medio Ambiente del estado de Sao Paulo (entre 2016-2017).GARA