Un portavoz de Downing Street ha reconocido que persisten las suspicacias en torno al alcance que podría tener el plan de emergencia contemplado para la frontera irlandesa («backstop» en la jerga comunitaria) y ha apuntado como vía de resolución la revisión de un Tratado de Retirada que en Bruselas no parecen dispuestos a tocar por ahora.
A horas de una votación clave en la Cámara de los Comunes, y ante el cada vez más plausible riesgo de que el Gobierno pierda el control del proceso, el Ejecutivo de Theresa May ha visto una posible salida en una enmienda lanzada por el diputado conservador Graham Brady y que propone que el «backstop» sea reemplazado por «acuerdos alternativos para evitar una ‘frontera dura’» entre el norte y el sur de Irlanda.
«Una votación de la enmienda Brady deja claro que el actual ‘backstop’ es la principal razón por la que la Cámara no apoya el acuerdo», ha explicado un portavoz de May en declaraciones a los periodistas, según la agencia de noticias Reuters.
La primera ministra ya ha trasladado a su Gobierno que solicitará a la UE la reapertura del Tratado de Retirada, al considerar que son necesarios algunos cambios legales de dicho texto. Según la radiotelevisión pública, BBC, May tiene previsto mantener contactos informales con dirigentes europeos este mismo martes.
El principal reto para el Gobierno llega también con otra enmienda, en concreto una que tiene como principales defensores a la laborista Yvette Coopere y al ‘tory’ Nick Boles. El Partido Laborista ya ha anunciado su apoyo a un texto que, de salir adelante, obligaría al Ejecutivo a retrasar el Brexit si los diputados no aprueban ningún acuerdo antes del 26 de febrero.
Hasta ahora el Gobierno se ha negado a aplazar la fecha de salida –el 29 de marzo de 2019– y siempre había defendido el actual acuerdo como el mejor y único posible.