Sorprendió el año pasado y ayer lo volvió a hacer. La huelga feminista reunió más apoyos, siguió sumando diversidad y transversalidad y puso ante los ojos del sistema multitudinarias movilizaciones que reclaman la lucha por la igualdad y más, acabar con todas las injusticias y poner en el centro las vidas, sí, pero vidas dignas para todas.
Conocida activista y con una larga trayectoria en la socialización de la autodefensa feminista, Maitena Monroy ve este 8 de Marzo como una nueva demostración de una «increíble» capacidad de movilización de las organizaciones feministas. Aquel 8M que marcó un antes y un después. Venía ya, según comenta, de un recorrido de acumulación de rabia que debía organizarse de manera colectiva para impulsar una transformación social, y entre las rabias más próximas en el tiempo estaba la violación de San Fermines y la injusticia patriarcal, pero también la violencia machista, la cuestión de los cuidados, etc.
«No sabíamos hasta qué punto nuestro mensaje había calado socialmente y el año pasado vimos que había permeabilizado espacios políticos, sociales, culturales, deportivos... el feminismo estaba presente ya en todos los lados», apunta Monroy, a lo que suma una rabia nueva añadida y unas «ganas de movilizarnos y defender nuestro lugar en el mundo» con la irrupción de Vox cuestionando los derechos de las mujeres y los avances conseguidos.
Una de las cuestiones que destaca es que esta huelga feminista permite constatar que «estamos en una ola de feminismo más intergeneracional que nunca, con mujeres jóvenes muy formadas en el feminismo que tienen claro que no se van a callar» y advierte de que toda esa fuerza y esa apuesta por la lucha colectiva busca interlocución en los espacios de poder. «Habrá que decir a las mujeres políticas que han salido a la huelga, y a las instituciones que se han sumado colocando el morado en sus balcones, ¿y ahora qué?».
Compromiso, no postureo
«Este tiene que ser un compromiso político de todos los agentes sociales, para que sea efectivo y no solamente un postureo» afirma Monroy, en «un momento dificil» de ofensiva de la ultraderecha y sectores conservadores que «sabemos que tienen especial interés en atacar los derechos de las mujeres». «Habrá que ver si tenemos la capaicdad de frenar a esa ultraderecha», sostiene, destacando que a nivel global «somos las mujeres las que estamos haciendo barrera contra el fascismo».
«No creo que haya otro movimiento que sea capaz de movilizar a tanta gente ni que muestre de una forma tan clara las injusticias». La reflexión es de Irati Jimenez, que destaca la proyección que ha tomado la movilización. Como comenta, es significativo que aunque sea por otros intereses, muchos no hayan querido quedarse fuera de la fotografía y destaca que la movilización clarifica también dónde está la apuesta de futuro contra toda injusticia . «Cuanto más hablemos de feminismo más evidentes serán las perversidades del sistema y la amplitud de la fuerza revolucionaria del feminismo», apunta al escritora y periodista.
Itziar Ziga, otra de las voces consultadas por NAIZ agrega que la impresión es que se «ha vuelto a repetir el asombro de que al fin hayamos conseguido, después de siglos erre que erre tratando de visualizar nuestra lucha contra las injusticias patriarcales, que muchísima gente salga a la calle». Uno de los elementos que destaca es el planteamiento y la articulación de las movilizaciones, y el hecho de que a la cabeza de las mismas estuvieran «mujeres con discapacidad intelectual, que han sido siempre las últimas de las últimas, mujeres rurales, mujeres presas…», algo que ha sido «muy emocionante», en la medida que visibilizan «luchas que también son las nuestras».
Descentralizada y sobre alianzas
Amaia Zufia, integrante de Euskal Herriko Bilgune Feminista resalta que el salto en esta convocatoria está más en la descentralización de las movilizaciones, que han traspasado las clásicas en las capitales y se han expresado en forma propia y en formatos diversos en multitud de municipios, y en las alianzas en las que ha profundizado el movimiento feminista con las luchas de pensionistas, trabajadoras del hogar, mujeres migrantes, sindicatos…
«El paso no es solo cuantitativo sino también cualitativo, para dar voz a las reivindicaciones de colectivos feministas y mujeres e interpelar a las instituciones sobre todas esas luchas», apunta Zufia. Tal y como comenta, se ha articulado un mensaje que reúne todas esas reivindicaciones recogidas entre las mujeres, «las instituciones de este país tendrán que reflexionar y pensar que más allá de los gestos simbólicos y de la adhesión al 8 de Marzo tendrán que dar respuesta a lo que reclama una amplia mayoría de la sociedad en la medida que son responsables de las condiciones de vida y laborales de las mujeres».
El mensaje es otra cuestión sobre la que coinciden las cuatro voces reunidas por NAIZ al destacar que el movimiento feminista es amplio y diverso pero también nítido al plantear que esta es «una revolución global, integral y radical», y que por eso tiene a quien tiene en frente. «Dentro del feminismo siempre ha estado integrada la lucha de clases, la redistribución de los cuidados y de la riqueza, acabar con la acumulación de capital y con la exclusión social más bestial, siempre ha estado la lucha antiracista... el ir al núcleo nos hace tener una visión muy completa de las injusticias sociales», destaca al respecto Itziar Ziga, que agrega que «igual que los sistemas de opresión se apoyan entre sí, nuestras luchas tacan todos los sistemas de opresión».