gara, donostia

Esparza fía todas sus opciones a una victoria de Casado y Rivera

El pacto de PP y UPN coloca a Javier Esparza en una postura muy difícil en relación con el PSN en caso que el tridente de la derecha saque a Pedro Sánchez de La Moncloa. Y todavía peor, si no lo consigue. La jugada se complica ahora con la posible entrada de Ciudadanos.

No hace falta tener un máster para saber que la decisión de UPN de ir con Pablo Casado a las forales y municipales resultaba arriesgadísima. Y ahora tender la mano a Ciudadanos supone mover todo el tablero. Se antojaba mucho más prudente ver qué ocurre en las generales y, en función de eso, fijar una estrategia para las navarras. Pero no ha podido ser y Esparza tiene que jugar a la gallinita ciega. Y por lo que se ve, no le tiembla el pulso. Conservador no está siendo.

No se lanzaron globos sondas para Casado y mucho menos se discutió lo de sumar a los de Rivera, pero las fechas apretaban. La presentación de las candidaturas al Parlamento y los ayuntamientos fina el 24 de abril. Esto es cuatro días antes de las elecciones. Lo cual supone que UPN no podía esperar a conocer el resultado en Madrid para tomar decisiones. Si querían que solo hubiera una candidatura de la derecha tradicional, había que decidirlo ya. Tocaba apostar por quién se quedaba con La Moncloa y UPN se lo jugó todo por Casado y por Albert Rivera. Los caciques locales del partido tuvieron que almorzar ayer al borde del soponcio.

El problema de fiarlo todo a Casado y Rivera es, de una parte, el propio líder del PP. Fuera de su partido –y dentro también– nadie cree que sea un tipo honesto. Mientras Casado montaba la escenita en el Koxka del jueves, Cristina Cifuentes acudía a la Asamblea de Madrid a responder por su estudios en la universidad del País de las Piruletas. Claro que no respondió, ya que le piden tres años de cárcel.

La decisión de Javier Esparza de tender la mano a Ana Beltrán supone rehabilitar a la líder del PP y darle otra vez relevancia política. Esta señora, amén de que su bodega figura entre los mayores deudores de la Hacienda, hace tiempo que perdió el oremus. Su histrionismo no es pose, sino convencido.

Además, apostar por Casado y Rivera en Madrid implica –necesariamente– apostar también por Vox. La estrategia de UPN para volver a la Diputación contempla el apoyo de Abascal, independientemente de que Vox se presente o no en Nafarroa.

UPN aspira a hacer malabares apoyando un gobierno de la mano de Vox en La Moncloa y, mientras tanto, que el PSN sostenga un gobierno conjunto de UPN, PP y Ciudadanos en la Diputación. Esta bomba de relojería, para el estratega Esparza, constituye el mejor de los escenarios posibles.

Existe otro escenario, que es el de que Pedro Sánchez pueda gobernar, porque el tridente de la derecha no sume. Ahí se entraría en un proceso de investidura largo. Quizás esté resuelta para cuando salgan los resultados autonómicos, pero no parece lo más probable.

Si Vox no lleva a Casado a dormir en La Moncloa, Esparza será devorado dentro del partido en las cuatro largas semanas que van desde el 28 de abril al 26 de mayo. Poca esperanza podría vender. Escribieron que el Cid ganaba batallas después de muerto. Pero tras una derrota del tridente de la derecha, Esparza sería un Lázaro que necesitaría a Jesucristo para levantarse de nuevo.

Santiago Cervera, el hombre que creó el PP de la nada en 2008, reaccionó al anuncio del acuerdo recordando que UPN nunca ha sido un partido completo. Jamás se ha atrevido a ir a Madrid sin la pegatina del PP. Y ahora eso lo paga. El PP no es lo que era y UPN lo acusa. Cervera añadía que el punto flaco de UPN, además, no era el estructural, sino el liderazgo. Que su líder es débil, que no da la talla, que hasta Beltrán engancha mejor con su electorado que Esparza con sus votantes.

El líder flojea y ahora el rumbo se desdibuja, porque UPN se ha convertido en su caricatura. Esta hipotética triple entente a la navarra ¿qué ideología tiene? Desde luego, ni la foralidad ni el autogobierno. El navarror desaparece. UPN, por tanto, se diluye como partido y deja de tener sentido como formación política diferenciada. Salvo como lobby para que unas personas concretas se adueñen del poder. Y ninguna de ellas con carisma. La única ideología que le resta a UPN es el grito del «que vienen los vascos». Son un chiste de Oroz.

Sumar siglas, en política, no es igual que sumar votos. Los últimos en comprobar esto fueron Podemos e IU. Por eso, aun si tienen suerte y Sánchez pierde, el resultado de las forales queda más abierto que nunca.