Como pretendido oxímoron, el de la Policía democrática fue desmontado en 2017 en Catalunya. Sigue siendo un concepto contradictorio, genera suspicacias lógicas; de azul, verde o marrón un cabrón es un cabrón, con mucha policía poca diversión and all cops are bastards. En casa o en la calle, hemos sido educados en la desconfianza hacia las fuerzas policiales. Hay razones para ello, oso latza izan da eta. Y sin embargo, existen otros modelos, existen alternativas.
La de los Mossos, en general, no ha sido una historia de éxito en este sentido. Tienen casos de maltratos, su Brigada Móvil ha destacado por su capacidad de generar desórdenes públicos y Ester Quintana sigue sin saber de qué escopeta salió el proyectil que le dejó sin ojo, igual que Fina y Manu siguen sin saber quién apretó el gatillo que les arrebató a Iñigo Cabacas. El corporativismo es una pandemia entre policías; también entre sus mandos políticos.
Pero algo ocurrió en otoño de 2017. Los Mossos tenían la orden judicial de impedir el 1-O, y Trapero aseguró ayer que trataron de darle cumplimiento, enviando a agentes a los 2.300 colegios electorales. «Eso no servía de nada», llegó a decirle el fiscal Javier Zaragoza. «La otra opción era acudir con todos los efectivos a 100 colegios y dejar sin tocar los 2.200 restantes», contestó Trapero. No le hizo falta recordar que eso fue lo que hicieron la Policía española y la Guardia Civil, sin conseguir frenar el referéndum, por cierto. Para mantener cerrados por la fuerza todos los colegios eran necesarios 40.000 agentes. Ni contando a los guardias jurados hay en Catalunya tantos policías.
El referéndum era, sencillamente, imparable mediante la acción policial. El uso de la fuerza aquel día podía tener muchos objetivos, pero entre ellos no estaba ni parar el referéndum ni preservar el orden público. Los Mossos se limitaron –cosa inusual– a aplicar los principios de proporcionalidad y oportunidad que tiene en su código de conducta todo cuerpo policial pretendidamente democrático. La única consecuencia posible de la aplicación honesta de dichos criterios era la de abstenerse de emplear la fuerza contra los miles de ciudadanos congregados en los colegios electorales.
Se alegará que la razón que explica la actuación de los Mossos es la implicación del Govern en el 1-O. Elemental. Aunque ayer Trapero tratase de enmendar la máxima, el modelo policial siempre va a depender de la voluntad política.