Enrique Álvarez, representante de ELA, ha comparecido este viernes en la Comisión de Peticiones y Relaciones con la Ciudadanía de las Juntas para exponer la situación de la planta situada en el monte Arraiz, que, según ha dicho, ha permanecido parcialmente cerrada casi una semana tras la aparición de un caso de legionella que afectó a un trabajador.
El delegado de ELA ha explicado que, tras la reapertura de la planta, la TMB funciona actualmente «como si no pasase nada» pese a que la actividad no puede considerarse «normal», dado que los lavabos y las duchas de la empresa están «precintados», debido al caso de legionella, y los trabajadores se ven obligados a asearse con «toallitas refrescantes» y a ducharse en «casetas de obra».
Ha denunciado que la empresa «ocultó» durante 12 días a los delegados de prevención la existencia de este caso de legionella, con lo cual la plantilla estuvo duchándose ese tiempo con agua «contaminada» por la bacteria, lo cual ha calificado de «gravísimo».
Álvarez ha resaltado que, si hace 3 años denunciaron las «pésimas condiciones» en que los trabajadores realizaban sus tareas en la TMB, ahora «han empeorado».
Ha destacado que en la planta, abierta hace seis años, ya se han detectado dos brotes de fiebre Q (de origen animal) que afectaron a varios trabajadores, a lo que se suma el reciente episodio con la bacteria legionella.
El delegado de ELA ha afirmado que la empresa adjudicataria de la planta no ha aplicado las recomendaciones hechas por el Instituto Vasco de Seguridad y Salud Laborales, Osalan, tras los brotes de fiebre Q, como en lo referido, por ejemplo, a la retirada de animales muertos que llegan a la planta.
Ha hecho hincapié en los problemas de limpieza que arrastran las instalaciones y ha reclamado que haya más trabajadores dedicados a esta tarea, ya que, según ha dicho, en la actualidad «no hay personal suficiente para mantener la planta en unas condiciones óptimas de limpieza».
Álvarez ha asegurado que la planta está «infestada de ratas» y que en los últimos tres años se han producido 14 caídas o resbalones de trabajadores debido a que «las escaleras están de mierda hasta arriba».
El representante del comité de TMB ha dicho que en la planta también falta personal dedicado a recuperar «a mano» los residuos que no pueden separarse por medios mecánicos, con lo cual el material reciclado «no llega al 5 por ciento», cuando debería ser del 7 por ciento.
Álvarez ha puntualizado que esa diferencia supone 3.500 toneladas de residuos (de las 179.000 toneladas que trató TMB en 2018) que han dejado de recuperarse.
Ha afirmado que, en esta situación, la sociedad pública foral Garbiker, que gestiona la planta, «no controla lo suficiente».
La planta de residuos, propiedad de la Diputación Foral de Bizkaia, está gestionada por Garbiker, que la tiene subcontratada a las empresas Pabisa y Valoriza-Sacyr.
Álvarez ha dicho que la Diputación ha seguido con la TMB la «política» de «subcontrato y me desentiendo de lo que pasa ahí», aunque ha remarcado que el Gobierno foral y Garbiker «no pueden seguir mirando hacia otro lado».
Ha criticado que Garbiker se «niega» a reunirse con los representantes de los trabajadores y que ha dejado «sin respuesta» la última solicitud realizada para mantener un encuentro.
Ante la sugerencia de EH Bildu de reclamar la rescisión del contrato a las empresas subcontratadas, Álvarez ha dicho que esa medida sería «demasiado drástica» y ha insistido en que los trabajadores piden un «mayor control» de la planta.