Iker BIZKARGUENAGA

El PNV recupera la primacía pero no alcanza sus mejores resultados en unas estatales

En esta época de política líquida, casi gaseosa, el PNV ha mostrado la trayectoria más regular entre todas las formaciones vascas, tal como se puede apreciar en los gráficos que acompañan a estas páginas. Sin embargo, el partido jeltzale tenía motivos para afrontar con cierta preocupación las elecciones del pasado domingo y, por tanto, razones para exhibir un alivio indisimulado al conocerse los resultados.

Y es que en Sabin Etxea pudieron celebrar la victoria en unos comicios de ámbito estatal después de quince años, muchísimo tiempo para un partido acostumbrado a ganar. En diciembre de 2015 Podemos le arrebató la primera posición en número de votos, aunque la formación de Pablo Iglesias obtuvo un diputado menos que el PNV (5 frente a 6), y medio año después, en junio de 2016 y ya en coalición con IU y Equo, Unidos Podemos arrasó y venció en votos y en escaños, subiendo la diferencia hasta los cuatro puntos porcentuales. Antes, en 2011, Amaiur había obtenido también una representación más amplia en el Congreso, 6 representantes por la CAV –7 en total– frente a 5 de los jeltzales, y en marzo de 2008 el PSOE había arrollado, aventajando en 3 escaños y 11 puntos al partido de Iñigo Urkullu, que apenas llevaba dos meses en la presidencia jelkide.

Había que remontarse por tanto hasta 2004 para encontrar la última victoria sin paliativos del partido que había dominado hasta ese momento todas las elecciones al Congreso y al Senado desde 1977, salvo en 1993, cuando el PSOE de Felipe González, con la «campaña del dóberman» y el voto útil frente a Aznar logró batirle por medio punto, y en 1989, cuando sacó más votos pero menos escaños.

De modo que Andoni Ortuzar y Aitor Esteban, que ha sido con diferencia la principal referencia durante la campaña, podían sonreír satisfechos tras la larga noche electoral que nos deparó el domingo. Sin duda, una de las noticias más celebradas ese día en la sede de Jardines de Albia fue la victoria lograda en Araba, que sí constituye un hito y permite pintar de verde oscuro los tres herrialdes de la CAV.

También ha sido motivo de celebración para el PNV los 394.627 votos recibidos, 107.000 más que en 2016, cuando obtuvo el menor número de papeletas desde 1989, en las primeras elecciones estatales tras la escisión de EA. Desde 1996 el partido jelkide siempre había superado el simbólico listón de los 300.000 votos, hasta la llegada de Unidos Podemos. Esta cifra les sabe por tanto a gloria.

Los apoyos recibidos este domingo, de hecho, se asemejan en cantidad a los que el PNV suele reunir en citas más propicias, como son las elecciones municipales, forales y al Parlamento de Gasteiz. Sin ir más lejos, en las autonómicas de 2016 logró 398.167, aunque entonces la participación fue sensiblemente más baja, sólo un 60% frente al 74,52% de anteayer. La última vez que se dio una participación tan alta (74,97%) fue en 2004, y en aquella ocasión el PNV llegó a los 420.980 votos.