Beñat ZALDUA

El Senado y la cortesía parlamentaria en el país de los diputados presos y exiliados

El Senado entró ayer en la campaña de las municipales de la mano de Pedro Sánchez, de visita en Euskal Herria, y el PNV, que no deja pasar una oportunidad de posicionarse en lo que a Catalunya se refiere. A modo de previa: Sánchez sorprendió tras las elecciones del 28A con la propuesta de nombrar a Miquel Iceta como presidente del Senado. Esta propuesta tiene un ligero problema: Iceta no es senador.

Beñat_Zaldua_aurpegia
Beñat_Zaldua_aurpegia

De ahí la intención de Sánchez de que el Parlament designase al primer secretario del PSC como senador autonómico. Esta intención presenta otro ligero problema: a un senador autonómico lo designa el parlamento autonómico, no Pedro Sánchez.

Hoy ERC, JxCat y CUP han votado en contra de dicho nombramiento, tal y como anunciaron ayer. La postura del independentismo sirvió tanto a Sánchez como a Ortuzar para afearles su falta de predisposición al diálogo. Iceta, despechado, se fue hasta los Balcanes para señalar que «en Sarajevo, la primera cosa que cayó fue el puente». No hacía falta viajar tan lejos para hacer semejante alarde de cinismo.

El PSC –también Ortuzar– ha esgrimido como argumento político la «cortesía parlamentaria», según la cual cada parlamento autonómico designa a sus senadores según la correlación de fuerzas. Es la razón por la cual ahora en Gasteiz el PNV ha apoyado la designación de Idurre Bideguren como sustituta de Ion Iñarritu, según explicó Ortuzar.

El argumento tiene una pequeña trampa, y es que Iñarritu ha dejado el Senado porque es ya diputado electo, mientras que para que Iceta pudiese ser designado, José Montilla ha tenido que renunciar a su acta ad hoc.

Cinco apuntes

Establecidos los antecedentes, al grano:

Primer apunte. Si Pedro Sánchez de verdad quería a Iceta como presidente del Senado lo tenía muy fácil: que lo hubiese puesto al frente de la lista del PSC, que en la circunscripción de Barcelona logró dos senadores.

Segundo apunte. Si es verdad que la idea se le ocurrió una vez pasadas las elecciones del 28A, Sánchez hubiese podido plantear la propuesta tanto a ERC como a JxCat por medios discretos. Suele ser la mejor manera de reconstruir puentes e intentar que las operaciones delicadas lleguen a buen a puerto. En vez de eso, el independentismo se encontró con la filtración de la propuesta en un medio de comunicación. Una forma maravillosa de garantizar su fracaso.

Tercer apunte. Tan en serio se debió tomar Iceta el encargó que aseguró que lo compaginaría con el cargo de primer secretario del PSC y de presidente del grupo parlamentario en la Cámara catalana. Nadie discute la capacidad de trabajo de quien ha conseguido mantener a flote al partido durante el proceso soberanista –no lo ha tenido fácil–, pero pretender compaginar esos tres cargos es una broma.

Cuarto apunte. La razón que Ortuzar alegó para conminar al independentismo a aprobar la designación de Iceta fue hacer «olvidar el Senado del 155». Esta expresión es una joya, porque por un lado refleja el fondo del deseo jeltzale –que todo vuelva a ser como antes– y por otro obvia que el 155 fue aprobado en el Senado con los votos del PSOE. Es algo que siempre tiende a olvidarse pero cuya importancia no es solo simbólica. El 2 de noviembre de 2017, los miembros del Govern catalán fueron a declarar a la Audiencia Nacional porque el 155 les despojó de su condición de cargos públicos. Sin 155, nunca hubiesen declarado ante Carmen Lamela –que los envió a prisión–, sino que lo hubiesen hecho ante el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC).

Quinto apunte y cerramos. Cortesía parlamentaria. Visualicen por un momento el Parlament de Catalunya con cinco diputados en la cárcel y dos en el exilio, y repitan: cortesía parlamentaria. Traigan a la memoria a Iceta rechazando visitar a los presos cuyos votos reclama ahora y vuelvan a repetir: cortesía parlamentaria. Recuerden al PSOE solicitando al Parlamento Europeo el veto a una conferencia de Carles Puigdemont y repitan de nuevo: cortesía parlamentaria. Rescaten la imagen del PSOE retirando la reprobación contra Soraya Sáenz de Santamaría tras el discurso de Felipe de Borbón y griten bien alto: cortesía parlamentaria. Rememoren el voto de los senadores del PSOE que facilitó la disolución del Parlament y repitan por última vez, ahora en voz baja: cortesía parlamentaria.