Un lunes, y menos en una hora cercana a la medianoche, no es el momento propicio para celebrar un ascenso –quienes mandan en esto del fútbol debieran hacérselo mirar–, pero si por algo destaca la hinchada osasunista es por la fidelidad a sus colores, tanto en los momentos malos como, por supuesto, en los buenos.
Esa afición inagotable que ha salido a la calle, pese a lo intempestivo del momento, para abarrotar la Plaza del Castillo, a la espera de la llegada de sus ídolos, que se ha producido sobre las 00.15. Hasta ese momento, banderas al viento, los hinchas, ataviados con bufandas y camisetas, han aguardado pacientemente, pese a ser día de labor, entre los cánticos habituales que se suelen escuchar en El Sadar, además del ya tradicional Riau-Riau.
Una alegría desbordante por volver a ver a su equipo en la máxima categoría, apenas dos años después, con la esperanza de que en esta ocasión perdure más su presencia. En todo caso, a ninguno de esos seguidores se les va a olvidar de su mente el temporadón que han realizado los pupilos de Jagoba Arrasate sin que de principio partiesen como uno de los candidatos a subir.
El enorme poderío que ha exhibido la escuadra navarra en propio feudo, recuperando la conexión con la grada, la cual ha disfrutado como pocas campañas con el juego y rendimiento de los suyos, ha sido una de las claves del éxito. A la par que el haber sabido transmitir un estilo de fútbol insuflado por Jagoba Arrasate y su equiipo a un grupo de jugadores que han conformado, por encima de individualidades, un bloque sólido y compacto.
Precisamente, y porque el aficionado sabe premiar al que se lo merece, el preparador de Berriatua ha sido uno de los más aclamados cuando plantilla y cuerpo técnico han arribado a la Plaza del Castillo. «Jagoba Arrasate, lo, lo, lo», ha sido uno los primeros cánticos que se ha entonado con la llegada de la expedición rojilla. Roberto Torres ha hecho de maestro de ceremonias para digirir a la multitud con canciones y slogans.
«Somos un equipo...», «volveremos a Primera», «gurea da, bizitza basatia» y gritos de «Indar Gorri, aurrera» han sido coreados entre la multitud. El futbolista de Arre no se ha olvidado de los jugadores cedidos, ni tampoco del lesionado Unai García y se ha cantado el «Rubén, quédate», digirido a un Rubén García que debe volver al Levante, si no hay acuerdo económico de por medio.
También Oier ha tomado el micrófono para gritar varios goras a Iruñea, Nafarroa y Osasuna, y no han faltado las bromas, pidiendo a Aridane que se cortase su ostentosa melena, y también la reivindicación, pidiendo la libertad para los jóvenes de Altsasu. Toda una orgía rojilla que seguramente, a pesar de ser lunes, se prolongará hasta la madrugada.