Joseba VIVANCO

Un curso a mitad de camino entre el cielo y el infierno

Temporada con demasiados sobresaltos en lo deportivo e institucional, donde el equipo vio las orejas al lobo, escapó a tiempo y acabó con sabor agridulce.

Garitano en el partido ante el Celta. (Marisol RAMIREZ / FOKU)
Garitano en el partido ante el Celta. (Marisol RAMIREZ / FOKU)

No es fácil analizar en qué momento de su singladura hacia alguna parte está este Athletic. La temporada que acaba de terminar, con sabor bastante amargo por mucho que los jugadores disfrutaran de una planificada con anterioridad noche sevillana, arroja muchos más interrogantes que certezas. Ha sido un año difícil de digerir para club, plantilla y afición. Empezó con enormes expectativas de la mano de un Eduardo Berizzo que a quien más, quien menos ilusionó por aquello de ser discípulo de Marcelo Bielsa, la cosa se torció pronto porque ni él era el ‘Loco’ ni estos jugadores estaban dispuestos a sacrificarse por la idea; unas elecciones ‘made Isabel Gemio’ con sorpresa, sorpresa precipitaron el salto al banquillo de un hombre de la casa que obró el milagro; Gaizka Garitano sacó al equipo del pozo, lo aupó a los altares de la clasificación y acabó tirando parte de su crédito a la basura al no meterse en puestos europeos por deméritos propios. Tobogán de ilusiones, decepciones, remontadas, fiascos, y final frustrante para una temporada que marcará un antes y un después. Porque el Athletic necesita aclarar sus ideas, marcar su hoja de ruta y decidir cuál debe ser su papel en esta selva del fútbol.

A la espera de q&hTab;ue Aritz Aduriz deshoje la margarita de forma pública –su aparición ayer con la nueva equipación para la próxima campaña es un guiño a su continuidad–, el adiós en falso del gran capitán Markel Susaeta, incluso de Ander Iturraspe, y en menor medida Mikel Rico, indica un proceso natural de renovación, pero a la vez una pérdida de peso de un vestuario en el que lo sucedido entre bambalinas con el de Eibar ha dejado tocada la confianza con la dirección gestora y deportiva, ya de por sí inmersa en la desconfianza. Se van tres veteranos, en la pretemporada llegarán nuevos cachorros. El ciclo de la vida. Sin expectativas en el mercado estival, cruzando los dedos para que Williams no escuche canto de sirena alguno que seguro le va a llegar, salibando con las nuevas camadas, jugando a adivinar el Athletic que veremos la próxima campaña... El athleticzale no tendrá tiempo de aburrirse en este largo parón estival.

Del Athletic coladero de Berizzo donde la manta no daba para taparse los pies, se pasó al Athletic de Garitano que empezó la casa por los pilares de la defensa. Y ahí arrancó una escalada histórica hasta rozar el cielo europeo, a base, literalmente, de apretar el culo, hacerse fuerte en San Mamés, exprimir el resultadismo, hacer, en definitiva, lo que tocaba. Cuando el objetivo cambió y el equipo se vio ante otro Everest, ni las fuerzas, ni la fortaleza mental, ni el fútbol irregular, ni las lesiones, ni siquiera la aliada fortuna ayudaron. Temporada con demasiados sobresaltos en lo deportivo e institucional que, por desgracia, apunta a continuidad. «A mitad de camino entre el infierno y el cielo, yo me bajo en Atocha, yo me quedo en Madrid», cantaba Joaquín Sabina. El Athletic de este curso se apeó en el Pizjuán. Ahora la duda por despejar es saber cuál de esos trenes que pasarán será el que coja.

 

De la Sota, al Juvenil, tras el no de Bingen Arostegi

La dirección deportiva rojiblanca cuenta las horas para dar a conocer el nuevo organigrama de Lezama, en el que a falta de saber quién se hará cargo del Basconia, Joseba Etxeberria dirigirá a un muy renovado, parece, Bilbao Athletic, y tras el no de Bingen Arostegi será Imanol de la Sota el que se haga cargo del Juvenil A. Jon Solaun entrenará al Juvenil B, en sustitución de un Ander Breda al que Rafa Alkorta ya le ha comunicado que no seguirá ligado al club. Ander Alaña estaría al frente del cadete A y Andoni Galiano del B.J.V.