Aterriza cada cuatro años en Iruñea para explicarnos a los navarros lo «mucho malo» que es el nacionalismo. Mario Vargas Llosa recuerda a esos misioneros que se adentraban en la selva para llevar la «palabra de Dios» a esas tribus incultas y que necesitaban que alguien les hiciera llegar la verdadera fe y la civilización.
A Vargas Llosa le interesa tanto Nafarroa que aparece por estos lares cada cuatro años, en campaña electoral, y cuando lo trae el Think Tank ultraliberal Civismo. Y el nobel de Literatura hace un esfuerzo supremo para presentarse en la tierra de los vascones para explicarnos lo que está bien y lo que está mal, lo que es racional y lo que no, porque, al parecer, considera que no tenemos suficiente criterio para discernir.
En 2015, nos puso ante una encrucijada vital: había que votar entre «los buenos y los malos». Resulta obvio que para él, los buenos eran los del Régimen y cuanto más a la derecha, mejor que mejor.
Cuatro años después y tras una legislatura en barbecho para «los buenos», ha regresado con un discurso mucho más ‘elaborado’ y apelando nada menos que a la razón. En esta ocasión, ha señalado que «ustedes tienen ocasión de votar racionalmente a una opción que está enfrentada resueltamente al nacionalismo». Por supuesto se trata de Navarra Suma, ese dechado de virtudes que tanto mola al octogenario escritor y a la que deseó «todo el éxito que se merece».
Porque frente al Régimen, lo que aparece es un «nacionalismo fanático» que apela a «una tribu homogénea que jamás existió», un «movimiento retrógrado que quiere regresar al mundo mítico de las sociedades homogéneas».
¿Se refería a esa España una, grande y libre? ¿A esa unidad de destino en lo universal? ¡Nooooo! Que nadie se lleve a engaño. Que ningún incauto pueda llegar a pensar que estaba hablando del nacionalismo español y su España de la Reconquista, de la España de los visigodos que tanto mola a la gente de Vox.
Porque para Vargas Llosa solo existe un tipo de nacionalismo, ese que es «fanático y destructor», por supuesto el de «los malos». Un mal al que hay que enfrentarse «con ideas claras y valentía», porque «hay suficientes ciudadanos con coraje e inteligencia». Evidentemente, aquellas personas que no van con Navarra Suma no tienen tan destacadas virtudes.
Cómo agradecer a Vargas Llosa su ímprobo trabajo, su interés desinteresado en explicarnos a unos simples mortales lo que hay que votar por el bien de Nafarroa. No sé qué haríamos sin él.