Maider IANTZI

Grupo Hardit: cuando el anhelo de otra economía no es un mero sueño

El grupo Hardit engloba a cuatro empresas que se dedican mayoritariamente a servicios. Tienen en total 30 empleadas y empleados. Con humildad, paso a paso, demuestran que se puede trabajar bien, con sueldos dignos y un horario compatible con la vida

Son un grupo de cinco empresas: Aulkia, Olatu-Horma, Egialan, Harago y Hardit. Esta última engloba al resto y les ofrece servicios comunes. El embrión del proyecto es Aulkia. Nació hace 25 años de una necesidad de infraestructura en los eventos festivos: mesas y sillas, carpas, txosnas… De ser algo muy pequeño ha pasado, al menos en Gipuzkoa, a jugar en la liga de las cuatro grandes empresas del sector. Ofrecen sus servicios en toda Euskal Herria, encarando grandes retos como Hatortxu Rock.

Aulkia tiene una plantilla de 14 personas. «Hoy en día nuestra carta de clientes es muy amplia: ayuntamientos, otras instituciones, empresas… Nuestra labor se concentra en la temporada que va desde la primavera hasta finales de otoño, ya que estamos muy ligados a las fiestas y los eventos veraniegos. En verano contratamos a más gente como refuerzo», explica Joxean Agirre, trabajador de Hardit.

Egialan

La siguiente empresa que se creó fue Egialan, hace tres años. Se bifurca en dos ramas: por una parte, la limpieza y el mantenimiento, donde trabajan seis personas, y por otra, la coordinación de gremios en obras y reformas, donde son dos empleados. «En el primer caso, nos subcontratan normalmente las mancomunidades para limpiar y mantener contenedores. Este tipo de trabajo está normalmente unido a la precariedad, como la coordinación de gremios lo está con la especulación. Pero nosotros queremos hacer las cosas bien. Cuando decimos que anhelamos otra economía, no se trata solo de un sueño. Queremos comprobar que realmente se puede hacer», destaca Agirre.

Están viendo que «si los beneficios no son para el bolsillo de nadie, con ese dinero los trabajadores pueden tener un sueldo justo y buenas condiciones, por ejemplo en lo que se refiere al horario y la conciliación». Los trabajadores de mantenimiento empiezan la jornada laboral a las 7.00-7.30 y terminan a las 15.00. Libran los fines de semana.

Agirre constata que en el sector de limpieza y mantenimiento «la precariedad es increíble y se pagan sueldos miserables; los propios convenios son indignos». Por tanto, rechazan muchas ofertas de trabajo porque no quieren «reproducir la precariedad». Prefieren trabajar menos con más dignidad.

En cuanto a la especulación, muestran que se puede trabajar cumpliendo una ética y que en las obras y reformas se puede trabajar tan bien como en otro tipo de trabajos. «Ese es nuestro objetivo y avanzamos con humildad. Autoinvertimos las ganancias en favor de los trabajadores y, si aún sobra dinero, en nuevos proyectos».

Las cinco empresas son SL. Ese era el carácter jurídico de Aulkia y las demás han nacido a su cobijo. Pero su filosofía está muy unida a las cooperativas. De hecho, forman parte de Olatukoop, que engloba a cooperativas y también a las empresas que impulsan una economía social y transformadora. «Trabajamos para vivir; no al revés. Nuestra experiencia es limitada, pero de momento, con 30 empleados en total, todas las empresas van bien».

Democracia en la gerencia

En el grupo Hardit consideran importante que haya democracia en la gerencia. «Los empleados no pueden ser sujetos pasivos, meros receptores de nuestra buena gestión. Y eso cuesta», admite Joxean Agirre. En las nuevas empresas ha sido más fácil, ya que desde su mismo nacimiento han creado nuevas relaciones. «Cada empresa tiene un responsable, pero siempre ha estado en el mismo nivel que los demás trabajadores. Tiene responsabilidades en la organización de la labor, pero a la hora de tomar decisiones es uno más. Además, todos los empleados tienen toda la información de la empresa. Cada uno puede dar su opinión sobre la utilización del dinero, siempre basándose en los datos».

En una lógica circular, la coordinación de las obras del nuevo espacio que se abrió ayer en el barrio Egia de Donostia, Teila Fabrika, se ha realizado desde Egialan.

Hace dos años y medio se constituyó Harago, que ofrece asesoría en un amplio espectro. Son tres empleadas, todas mujeres (Aulkia y Egialan trabajan en un mundo bastante masculinizado). Una de ellas es coach y se dedica a la comunicación y a procesos de empoderamiento, por ejemplo, con mujeres. Por otra parte, realizan mediación en el sector inmobiliario, «pero desde otra perspectiva alternativa, ya que normalmente esa mediación es totalmente especulativa». Utilizan esta intermediación para encontrar locales adecuados para proyectos como Teila Fabrika, para hablar con los propietarios, conseguir un buen precio…

Olatu-Horma es la empresa más joven. Ha cumplido un año. Trabajan cuatro personas en dos direcciones: el diseño y la gestión de proyectos como Teila Fabrika, y la mediación comercial. Pensaban que hacía falta en Egia un proyecto que uniera las necesidades del barrio con las de la economía social y Olatu-Horma quiere responder a ese reto.

«Todo esto es un camino, un proceso», indica Agirre. «En algunas empresas son principios que se han seguido desde el inicio y se cumplen de manera más fácil; en otras nos costará más porque partimos de otras realidades. Es el caso de Aulkia».

Sueldos de entre 1.200 y 2.100 euros

La escala salarial en las cinco empresas es menor de 1:2. Nadie gana menos de 1.200 euros al mes (14 pagas, 35-40 horas semanales) ni más de 2.100.

El 80% de los empleados son euskaldunes y la utilización de esta lengua está cada vez más normalizada en la actividad laboral, aunque la dinámica general de ciertos sectores (construcción y eventos) no ayude.

El grupo facturó alrededor de 2 millones de euros el año pasado y este año prevén una facturación mayor de 3 millones de euros. Este aumento se debe a la diversificación y porque, si hay dinero que se puede utilizar, lo invierten en nuevos proyectos que pueden tener un valor añadido y un interés claro.

Con humildad, demuestran que «en esta economía globalizada es posible aplicar una nueva lógica y trabajar bien, pagando bien a los empleados, ofreciéndoles un horario compatible con su vida y, cuando hay ganancias, explorando diferentes vías para socializarlas», concluye Agirre.