La ceremonia del cortejo entre partidos que arrancó la misma noche electoral en Nafarroa tiene mucho de hollywoodiense, de representación teatral. El argumento principal de la película es que el PSN no habla con EH Bildu. Quizá esto cuele en Madrid, esa metrópli embebida en su soberbia con opinadores que todo lo saben y que por eso no necesitan mirar. Pues, si mirasen, verían que hace tiempo que PSN y EH Bildu tienen una relación normalizada. Cierto, no es una relación buena, pero sí normalizada, estable y fructífera en bastantes ocasiones. Aunque hoy, desde luego, fruto no ha dado. O, si acaso, uno bien amargo.
La relación empezó fría cuando Bildu entró en el Parlamento hace ocho años, pero cuando el gobierno de coalición UPN-PSN saltó por los aires, el mapa político navarro viró. El PSN tenía que entendérselas con EH Bildu para jugar a la contra frente a Yolanda Barcina. De aquella época son, por ejemplo, la Ley de Policías que tanto costó derogar (iniciativa del PSN) o la propia Ley de Víctimas de funcionarios y de grupos de extrema derecha, esa que al TC escandalizó tanto.
De ahí que lo de Maite Esporrín diciendo seis años después por la radio que no abría los correos que le manda Asiron «por ética» es de película de serie B. Ambas formaciones hablan, han hablado y hablarán. Esporrín y Asiron acababan de acordar justo antes del súbito arrebato de moralidad un plan de inversiones por valor de 9,7 millones de euros. No hace ni dos meses de eso.
Sin embargo, en el día de hoy, por dotar verosimilitud a esa mentira palmaria que Madrid le exige, el PSN va ha entregado a las derechas, entre otros, los ayuntamientos de Burlata, Lizarra y el de Iruñea, lleva el mismo camino. Lo hacen –se supone– por dar una posibilidad a María Chivite y que, de este modo, Ferraz le deje lanzarse a una investidura. El camino del PSN a la Diputación es estrechito y, por eso, cualquier tropiezo puede dar al traste con todo. Y cualquier entendimiento en cualquier ayuntamiento se entendía como un tropiezo. Tan estrechito es el camino que, aun sin meter la pata, tampoco está claro que Chivite se presente a la investidura o llegue a lanzar la consulta a la militancia sobre qué demonios hacer con el gobierno navarro. Los estatutos del partido le obligan a consultar a los suyos, pero ya se sabe: las fechas aprietan, la abuela que fuma y todo eso. Cualquier cosa, vaya, podría suponer un asidero de última hora para no cumplir.
Lo cierto es que en esa película que se han montado de que el PSN y EH Bildu no hablan –y que todo el mundo sabe que acabará en el mismo momento en que Chivite sea investida o se raje como sus predecesores– no podrían colgarse el cartelito de que «no resultó herido nadie». La representación, el teatrillo, se lleva por delante a los vecinos de localidades que, como Barañain o Eguesibar, amanecieron con números suficientes para un gobierno «progresista», como les llaman ahora, y anochecerán con la vuelta de UPN. No sé qué tienen los concejales de estas localidades en la cabeza. Se supone que alguien se mete concejal de su pueblo o su ciudad, porque quiere hacer determinadas cosas por su pueblo o su ciudad y no para vivir de ello o para seguir a pies juntillas lo que le dictan hacer desde Madrid. Aunque, bueno, quizá habría que ver cuántos vienen de la UGT, que sí tiene asalariados.
Menudo papelón el que han dejado en Uharte a Amparo López, que deberá ser alcaldesa en solitario gracias al apoyo de Navarra Suma. La única concejal del PSN al frente de un pueblo de 7.000 almas y todo para que no salga EH Bildu, pese a ser los más votados. Y más pírrica todavía resulta la victoria con los votos de Navarra Suma, del PSN en Sartaguda. El Pueblo de las Viudas queda huérfano de Paolo Albanese. Esto va a ser complicadísimo de explicar calle por calle y puerta por puerta.
Ah, por cierto, la herida duele. Que a los votantes de EH Bildu les traten de buena mañana como a animales, que no les abran siquiera el correo por ética, que les pateen así, no allana la investidura de nadie. Diga Ferraz lo que diga. Porque, desde luego, a partir de hoy no es EH Bildu el que tiene que hablar, el que necesita hablar, con el PSN. Es Chivite la que debe unas explicaciones, bajo la mesa o sobre de la mesa, a EH Bildu. Y en público a los vecinos de todos esos pueblos. Muchas explicaciones.