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Garisoain: «Quiero que el Txupinazo suene a la historia de La Pamplonesa»

El subdirector de la banda La Pamplonesa, Jesús Garisoain, en quien sus compañeros han delegado la designación de la ciudadanía de Iruñea de lanzar el Txupinazo sanferminero de 2019, ha avanzado su deseo de que ese cohete «suene a la historia de La Pamplonesa».

Jesús Garisoain, subdirector de La Pamplonesa, lanzará el Txupinazo de este año. (Idoia ZABALETA/FOKU)
Jesús Garisoain, subdirector de La Pamplonesa, lanzará el Txupinazo de este año. (Idoia ZABALETA/FOKU)

En una entrevista con Efe a dos días de prender la mecha del cohete anunciador de las internacionales fiestas de la ciudad, Garisoain no oculta su emoción, superada ya la sorpresa al conocer hace varias semanas que sus propios compañeros le habían elegido, tras recibir La Pamplonesa el 92 % de los votos de los ciudadanos.

El centenario de La Pamplonesa este año y el «cariño» que asegura que los iruindarras sienten por su banda municipal son a su juicio las principales razones de este masivo apoyo.

Jesús Garisoain, con 35 de sus 52 años como clarinete de la banda, avanza que intentarán que el Txupinazo «sea lo más musical posible», aún sin desvelar si podrán tocar los 50 miembros del grupo desde el balcón principal, donde en cualquier caso sí tiene claro que será «el representante de toda la banda, y quiero que el cohete suene a su historia, a sus cien años».

Allí estarán los ya fallecidos Silvanio Cervantes, el fundador y primer director, o Manuel Turrillas, miembro de la banda durante 51 años y creador de buena parte de la música popular navarra, ambos nombres destacados en la larga lista de cientos de músicos que han pasado por el grupo.

La Junta de La Pamplonesa, tras consultarlo individualmente entre sus músicos, fue la que decidió personalizar en él la imagen del grupo para lanzar el cohete, un «honor» que «ni sospechaba» que le tocaría asumir, y que entiende que le han cedido «porque soy pamplonés, porque mi cara es reconocible dentro de las fiestas, por mi carácter... Yo creo que me quieren demasiado, me sobrevaloran», señala con modestia.

Tampoco ha decidido qué fórmula utilizará a la hora de pronunciar los vivas a San Fermín que acompañan el momento del Txupinazo, aunque indica que «no nos saldremos del guión básico» y para ello cuenta como «referente» las grabaciones de las últimas décadas.

Anticipa la emoción que vivirá al abrir el balcón y sentir la expectación de miles de personas en Iruñea, de millones en todo el mundo a través de las cadenas de televisión y de las redes sociales, que esperan ese instante, en un acto que «personalmente dedicaré a alguien que en ese momento no puede estar y a quien seguro que le hubiera hecho mucha ilusión, mi padre. También, por supuesto, lo dedicaré a mi familia, a toda mi gente, a la gente más cercana».

Pero como representante de La Pamplonesa, Garisoain indica que dedicará el Txupinazo «a todos los cientos de músicos que han pasado por la historia de la banda, y que han hecho que haya podido llegar este momento. En realidad el Txupinazo lo lanza Turrillas, lo lanza Cervantes, lo lanza toda esa gente que han estado allí años y años tirando del carro».

Tras ese momento, que tradicionalmente La Pamplonesa lo vive en el zaguán de la Casa Consistorial, desde donde minutos después sale para interpretar su tradicional primera pieza, la ‘Biribilketa’ de Gainza, la banda volverá a la calle, a su escenario natural en sanfermines, donde a diario está presente en las populares dianas que despiertan la ciudad a las 6:45 horas, pasando por actos como la procesión o la corrida de toros, entre otros muchos.

En todos ellos están en su lugar, poniendo alegría a la fiesta pero sin poder dejarse llevar en exceso, una situación que para Garisoain «no es un peaje, sino todo lo contrario».

«Ser músico de la banda es un placer, porque es uno de los pocos trabajos en los que a cada paso que das lo único que recibes es reconocimiento, cariño, aplauso. Es continuo, a todas las horas del día en las que estás en la calle recibes esas muestras de cariño», asegura.

Precisamente eso es lo que a su juicio caracteriza a La Pamplonesa, «el cariño de la gente» además de «la calidad» musical, según le dicen quienes vienen de fuera, a quienes «les llama la atención el sentimiento de los pamploneses por la banda».

Y todo ello lo achaca al «contacto directo con el público, ya que la gente puede hablar y estar contigo en la calle, mientras que si tocas en una orquesta, subes al escenario, acaba el concierto y te vas. Nosotros estamos permanentemente en la calle, no solo en sanfermines, porque durante el resto del año hay un montón de actuaciones más que hacemos en la calle».

En cuanto al repertorio de la banda en sanfermines, una fiesta que se caracteriza por una aparente improvisación pero en la que el programa oficial marca los principales actos, Garisoain reconoce que en el caso de La Pamplonesa es casi imposible innovar, «porque todo el mundo está esperando que suene específicamente una pieza en un momento determinado. Nadie entendería tocar unas dianas diferentes, o que en la procesión no suene ‘Mocholí’ o ‘El Asombro de Damasco’».

Aún así, «se pueden hacer pequeñas pinceladas» e introducir alguna marcha religiosa más novedosa, como la titulada ‘Jerusalén’, que hoy «tiene un éxito tremendo y a la gente le encanta, pero es una obra que hemos introducido hace seis u ocho años, y antes no se tocaba».

Así, «puedes variar alguna biribilketa, alguna de las piezas que se toca después del Txupinazo, pero en los actos centrales de lo que son las fiestas, yo creo que el repertorio es intocable», zanja.

Pasadas las fiestas y pasados los actos del centenario, que aún guardan citas como la del próximo mes de octubre en el Navarra Arena con artistas navarros, Garisoain y sus compañeros volverán a la normalidad, con el deseo de «no perder de vista la dirección que tenemos. La banda no hace más que crecer, mejorar en todos los niveles. Y mi deseo es seguir creciendo», zanja.