La primera vez que conocí personalmente a Mariano Ferrer me acababan de nombrar director del periódico. Era en Miramon, en "Políticamente incorrecto", un programa que dirigía Dani Álvarez. Además de a Mariano y a Dani, ese día conocí a mi compañera Lourdes Pérez, a quien Mariano apreciaba mucho.
Según entraba en el plató, Mariano me saludó diciendo en alto «¡hombre, Iñaki, el noveno de mi estirpe!». Siempre me trató así, con buen humor, un gran respeto y un aire de familiaridad que nunca derivó en paternalismo.
Su experiencia en “Egin” fue traumática y enriquecedora para él. Para la historia quedan la fundación del diario de Hernani, los problemas políticos y económicos, y su salida forzosa. Esta le dolió toda la vida, pero nunca permitió que esa amargura alterase nuestra relación. Había pasado mucho tiempo y Mariano encaraba ya la última fase de su carrera en la radio. Madrid había cerrado dos periódicos para entonces, primero el propio “Egin” y luego “Egunkaria”. Mariano ejerció de portavoz en la plataforma contra el macrosumario 18/98. El resultado del proceso fue frustrante y terrible.
Hemos compartido charlas y encuentros, algunos públicos y otros privados, siempre en relación con la política vasca y como parte de la sociedad civil. Mariano Ferrer era un constructor de puentes y un factor equilibrante. Solía modular su postura en base a qué parte le parecía más débil en cada contexto. En mi opinión, era un justiciero sereno y juicioso. Era un humanista.
Como maestro, me gustaría destacar la importancia que Mariano daba a la escritura, a que los artículos, además de ser rigurosos y veraces, estuviesen bien escritos. Siempre que me acuerdo de él en la redacción pienso que debemos intentar escribir lo mejor que sepamos y no dejar nunca de revisar nuestros artículos.
Sin saberlo, me despedí de Mariano en el Kursaal, en la presentación de NAIZ irratia. Había hecho un esfuerzo bestial para euskaldunizarse y lo logró, así que nuestras últimas conversaciones fueron ya en euskara. Presentábamos una radio nueva en euskara y le gustaba la idea.
Aunque nuestra estirpe había nacido en papel, su medio siempre fue la radio y por ella le recuerdan miles de personas. Los y las periodistas lo recordaremos como uno de los mayores referentes que el oficio ha tenido en la Euskal Herria contemporánea. Nosotros y nosotras lo honramos además como el primer director de una tradición periodística que siempre tiene al país en mente y el servicio a su ciudadanía como principal misión. Mariano Ferrer se dedicó a ello en cuerpo y alma.
Eskerrik asko, maisu.