Beñat ZALDUA

El soberanismo catalán busca una difícil unidad de acción ante la sentencia

Partidos, dirigentes y entidades se han dado cita este fin de semana en Ginebra para abordar una respuesta mínimamente unitaria a la sentencia del TS contra el independentismo catalán. La última trifulca entre Torra y Torrent hace pensar que no será una tarea sencilla.

Tot està per fer i tot és possible. Todo está por hacer y todo es posible. Los dirigentes del soberanismo catalán se encomiendan a la conocida cita del poeta Miquel Martí i Pol para responder a las preguntas que tratan de adivinar qué ocurrirá cuando el Tribunal Supremo español dé a conocer la sentencia contra los dirigentes independentistas juzgados durante el primer semestre del año. Es una manera de decir que, a día de hoy, el consenso es más bien escaso.

La primera incógnita viene con la fecha de la sentencia. Los tiempos los controla el Supremo, pero todas las informaciones publicadas las últimas semanas anticipan que llegará en la primera quincena de octubre. Cierta lógica también sugiere que puede ser así: el 14 de octubre, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea analizará la inmunidad de Oriol Junqueras como eurodiputado, y el 16 de octubre Jordi Cuixart y Jordi Sànchez cumplen dos años de prisión preventiva. Si publica la sentencia antes, el TS mata dos pájaros de un tiro: evita el riesgo de que el TJUE pueda dar la razón al líder de ERC (lo que obligaría a excarcelarlo) y se ahorra el trámite poco vistoso de tener que alargar la prisión preventiva a dos líderes sociales.

Sobre el sentido de la sentencia, no se sabe nada concreto, más allá de las especulaciones sobre si la condena será por sedición o por conspiración para la rebelión. Pero nadie pone en duda a estas alturas que será una condena dura.

Cumbre “secreta” en Ginebra

Faltando menos de mes y medio para conocer ese fallo, acordar una respuesta unitaria se ha convertido en una obsesión para buena parte del independentismo, sobre todo para todos aquellos sectores que no se articulan a través de partidos. Con ese objetivo, Carles Puigdemont, Quim Torra, Marta Rovira, Anna Gabriel y otros líderes de partidos y entidades soberanistas se han dado cita este pasado fin de semana en Ginebra. La reunión, que se presuponía iba a ser secreta, no ha dejado grandes titulares y, a juzgar por las declaraciones cruzadas que la han sobrevolado, todo sigue estando por hacer.

El debate pilla a los dos principales partidos soberanistas en plena guerra fría. En Esquerra, al menos hasta ahora, la opción predilecta señalada tanto por su presidente, Oriol Junqueras, como por su segundo, el vicepresidente Pere Aragonés, es la convocatoria de nuevas elecciones. Esquerra aspiraría así a dar el sorpasso siempre anunciado pero nunca ejecutado en unas elecciones al Parlament.

La situación dentro del actual Govern de coalición no parece que se pueda alargar mucho más, pero lo cierto es que queda por aclarar qué respuesta unitaria facilitará una convocatoria electoral en la que los partidos competirán entre ellos.

Por otro lado, tanto Torra como Puigdemont han querido ver en la publicación de la sentencia una nueva ventana para profundizar en la confrontación democrática con el Estado. Torra siempre ha jugado con la idea de firmar los decretos que no se firmaron hace dos años para poner en marcha la República declarada, aunque resulta cuestionable que pueda ser viable ahora lo que no se vio factible al calor del 1 de octubre.

Torrent en escena

El presidente del Parlament, Roger Torrent, que busca destacar su perfil propio desde hace tiempo, se desmarcó este fin de semana de la demanda de elecciones de su partido y propuso un «gobierno de concentración» que incluya a En Comú Podem y a la CUP para dar una respuesta transversal a la sentencia.

Desde el Palau de la Generalitat, donde todavía escuece la decisión de Torrent de no investir a Puigdemont por las amenazas del Tribunal Constitucional, el mismo Torra le respondió que lo que debería hacer es prepararse para desobedecer al TC e investir al president en el exilio como respuesta contundente a la sentencia. Ambas partes recularon en el tono de sus declaraciones a lo largo del fin de semana, pero quizá fue demasiado tarde: la enésima trifulca demuestra que todo sigue estando por hacer, pero que difícilmente será posible todo.