Sendos candados en la verja de entrada, de esos que se usan para atar motos o bicicletas, impedían este domingo a la hora de la misa el acceso a la parroquia donostiarra de la Sagrada Familia, en el barrio de Amara.
Todo se debía a una protesta de la feligresía, enfadada con el proceder del obispo José Ignacio Munilla, según explicaban los propios fieles en una nota, indica ‘Noticias de Gipuzkoa’.
Al parecer, Munilla contempla llevar a cabo en este solar –ocupado no solo por la iglesia en sí, sino también por dependencias anexas como un comedor de Cáritas– una operación inmobiliara que dejará pingües beneficios en las arcas del obispado.
En la pasada campaña electoral, entrevistado por GARA y NAIZ, el candidato a la alcaldía por el PSE, Ernesto Gasco, apuntó que existía un proyecto para construir ahí el nuevo Conservatorio de Música, trasladando el del vetusto edificio de la calle Easo. Habrá que ver en qué queda.
Los tejemanejes de Munilla se toparon con la oposición del titular de la parroquia, José Martín Artola, lo que el obispo ha arreglado enviándolo a otro lugar y poniendo en su lugar a dos sacerdotes de su cuerda.
Ahora es el rebaño el que se ha rebelado, y viendo que el obispo hace oídos sordos a sus palabras, ha decidido pasar a los hechos con la ayuda de un par de candados.