Ritmo, puntos, errores, golpes de los que puntúan y de los otros, decisiones arbitrales discutibles, drops, ensayos… El choque entre Gales y Australia por el liderato del grupo D ha tenido todos los ingredientes para ser disfrutado durante 80 minutos y discutido durante los días venideros.
En juego estaba por qué parte del cuadro acceder a la fase final, todo en teoría y si se cumplen las previsiones. Las cuentas dicen que el perdedor se las verá con Inglaterra en cuartos y con Nueva Zelanda en semifinales. Francia y Sudáfrica aparecen como posibles rivales por el otro lado. Tampoco es que sean peritas en dulce pero…
Gales lo ha tenido claro desde su saque inicial. Ha ido al contraruck, ha robado el oval y Biggar ha clavado un drop. 37 segundos. Vamos en serio, decían los dragones.
En el 12, Parker ha bajado del cielo una patada cruzada de Biggar, 10-0 en el marcador y Australia preguntándose qué estaba pasando.
A los oceánicos les ha llevado media parte desperezarse. El veterano Ashley-Cooper ha estrenado el marcador, cuarto Mundial en el que logra anotar. Pero en la recta final, ya sin Biggar en el campo –las ’caricias’ australianas lo han mandado al banco– y con Patchell como apertura, Gales ha vuelto a acelerar con un parcial de 0-13 que mandaba a ambos equipos a vestuarios con un contundente 8-23.
La segunda parte ha sido de los wallabies. Cheika ha cambiado su bisagra –White y Toomua han entrado por Genia y Foley– y la máquina amarilla ha empezado a carburar. Gales se fajaba atrás mientras la distancia menguaba, hasta ponerse a un puntito (26-25). Era el minuto 67. Los de Gatland han conseguido algo de oxígeno con un nuevo golpe (29-25) que obligaba a los australianos a posar un ensayo.
No lo han conseguido y los europeos han sellado un triunfo que les hace ganar enteros en los pronósticos.