Un millar de personas resultaron heridas o al menos contusionadas en las cargas de la Policía española que no lograron impedir el referéndum. Este martes en Catalunya se recordará la fecha más emblemática de su historia reciente, 1 de Octubre, que como detalle ya da nombre a muchas plazas en diversas localidades. Habrá una manifestación en Barcelona, convocada por la ANC, y cuatro marchas confluirán en la cárcel de Lledoners, donde esperan sentencia la mayoría de los líderes del procés.
Aquella violencia retransmitida a todo el planeta en directo sigue impune en términos políticos y también judiciales. Es más, en el Estado español se ocultan hechos como que un juzgado de Barcelona tiene muy avanzada una investigación sobre las agresiones policiales en 26 escuelas de la ciudad, por la que hay 50 policías imputados (del total de unos 12.000 desplazados a Catalunya para impedir el referéndum, sin lograrlo). Se trata de ocho inspectores y 42 agentes policiales.
Frente a ello, las vísperas de este 1 de Octubre están marcadas por la ofensiva política y mediática estatal para intentar vincular independentismo catalán y violencia, aunque la única realmente existente haya sido la policial y la provocada puntualmente por grupos de ultraderecha. Pasada hoy una semana de las detenciones de nueve independentistas (siete de ellos han acabado en prisión bajo la imputación de «terrorismo»), es notorio que no se les atribuye ninguna acción concreta. Y las acusaciones de preparar atentados que dirigieron Guardia Civil y Fiscalía en un primer momento se rebajan ya a un mero y supuesto plan para sabotear telecomunicaciones. «Kale borroka» a lo sumo... si se hubiera materializado.
Tan grotesco todo que el ministro del Interior y exresponsable de esa Audiencia Nacional, Fernando Grande-Marlaska, ha pedido esta mañana que «no se hagan especulaciones» sobre los detenidos «más allá de lo que dicen los autos».
Torra, en el punto de mira
Otra derivada clara de esta campaña es intentar descabezar al Govern. El president Quim Torra ha sido puesto en el disparadero estas últimas horas por dos filtraciones que se presentan como basadas en declaraciones policiales de algunos detenidos. La primera apunta a que estaba informado de un plan para ocupar el Parlament (de nuevo meras intenciones, y sin prueba alguna) y la segunda dice que los arrestados buscaban crear un canal de «información segura» entre Torra y el exiliado Carles Puigdemont (absurdo, dado que entre ellos hay comunicación estable e incluso pública en ocasiones).
El president del Parlament, Roger Torrent, ha calificado de «estrambótico» todo ello. Y la hermana de Puigdemont, Anna, ha salido públicamente a desmentir que haya sido enlace en esa supuesta búsqueda de interlocución CDR-Torra-Puigdemont. Pero Ciudadanos ya avanza que quizás presente hoy una moción de censura contra Torra, que no tendrá ninguna opción pero servirá para seguir golpeando en ese clavo. Sin olvidar que el president está pendiente del juicio del 18 de noviembre, acusado por el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya de «desobediencia» por no retirar lazos amarillos, y con riesgo de inhabilitación.
Humo, mucho humo
No es difícil ver en toda esta ofensiva española un intento de marcar músculo para blindar la condena a los líderes del procés (sin fecha pero próxima) e impedir que tenga efecto bumerán en Catalunya.
De momento, queda a la vista también la pretensión de tapar el segundo aniversario del 1-0 con una cortina de humo, mucho humo.