Los partidos en Tenerife suelen ser un drama para Kirolbet Baskonia, incluso los que gana, como ha sido el caso. La moneda ha podido caer cara o cruz, y ha caído del lado bueno. «Por fin hemos ganado un final apretado», se ha congratulado Velimir Perasovic, pero lo cierto es que Marcelinho Huertas ha podido cambiar la historia del partido, porque ha dispuesto del tiro ganador. Esta vez, empero, el paulista ha fallado.
Lo cierto es que ha resultado un partido difícil de ver, ora muy dinámico, ora repleto de parones. Por decisión técnica, Perasovic ha recortado su rotación a poco más de seis jugadores, de mofo que Garino ha jugado 34 minutos, Fall y Shengelia han rozado la treintena, y Pierria Henry ha llegado agotado al final del duelo tras 24 minutos jugados a tope de intensidad. Al final, entre Pierria Henry, Garino y Shengelia han sustentado la anotación baskonista, amén de la capacidad reboteadora de Fall –mucho mejor que Diop, al tiempo que Micheal Eric ha sido el descarte–.
La locura sale bien
En los 20 primeros minutos el dominio ha sido claramente baskonista, llegándose 33-38 al descanso. Iberostar Tenerife ha aguantado al rebufo en buena medida por un Marcelinho Huertas extramotivado frente al Baskonia. Pero después del descanso, el cuadro aurinegro ha cambiado el ritmo y ha puesto a los gasteiztarras contra la pared, obligando a su «guardia de corps» a un sobreesfuerzo, con una difícil perspectiva de Villeurbane, Bayern de Múnich y Real Madrid a la vuelta de la próxima semana.
Los gasteiztarras se han visto 72-67 por detrás, pero han sabido remontar, metiendo el partido en un tramo final repleto de errores y pérdidas –17 por parte baskonista– y un final de puro cara o cruz, que en el contexto de una vorágine de locura, esta vez ha caído del lado de Kirolbet Baskonia.
Eso sí, de cara a la semana de locura que está a la vuelta de la esquina, Perasovic deberá recuperar a Vildoza, Shields, Polonara y Janning, y en menor medida a Diop y Micheal Eric –ojo porque youssoupha Fall ha recibido un golpe en la rodilla en la parte final del duelo y se ha retirado cojeando–, porque jugársela siempre a «los siete magníficos» termina con los jugadores más importantes agotados y el resto sin capacidad de integrarse a la tensión que los partidos más importantes requieren.