Ha sido un año de despedidas. Cada concierto que ha dado Berri Txarrak desde que en diciembre de 2018 anunciase un alto indefinido en el camino ha sido una pequeña despedida, encaminada a lo que se iba a vivir ayer en el Navarra Arena. Y no fue para menos. Casi tres horas del intenso directo de Berri Txarrak ofrecieron una última dosis para las 11.500 personas que abarrotaron el pabellón navarro.
Cuando el reloj marcaba las 22:30, sin esperar ni hacer esperar un minuto más, comenzó a sonar ‘Eskuak’ y Gorka Urbizu, David González y Galder Izagirre tomaron posición sobre el escenario para enlazar con ‘Gelaneuria’ y, sin más rodeos, introducir al público en este último espectáculo al grito de «betiko zirudien, betirako amaitu da». Le costó a Urbizu, visiblemente emocionado, cruzar las primeras palabras con el público.
La gran variedad de temas preparados para este año de despedida tuvieron reflejo en la jornada de ayer y el trío fue avanzando como una apisonadora, acompañado de un gran juego de luces. Sin estridencias, haciendo lo que mejor saben, ser Berri Txarrak. El público, consciente de que cada tema que escuchaba era el último, exprimía esos acordes que han supuesto la banda sonora de una amplia generación.
Cada canción tenía sabor a despedida y ‘Jaio.Musika.Hil’ resume el espíritu que ha seguido la banda durante los más de 1.000 conciertos que ha ofrecido. Ayer, Urbizu aprovechó este tema para reclamar que ese espíritu de la banda siga vivo entre los miles de seguidores, «porque Berri Txarrak es un sentimiento».
Con casi dos horas de concierto en el bolsillo, esa despedida se hizo palpable en ‘Jainko ateoa’, ‘Denbora da poligrafo bakarra’ o ‘Helduleku guztiak’ y, sobre todo, en ‘Iraila’. Por el camino, la banda quiso recordar al buque Aita Mari con ‘Zuri’, a los jóvenes de Altsasu con ‘Min Hau’ o a la banda que actuó ayer de telonero, su «grupo hermano», Leihotikan. Tampoco falto el guiño a Pirritx, Porrotx eta Marimotots, con todo el público bailando al ritmo de ‘Xalala rikiriki’ y enlazarlo con los «payasos de corbata» de ‘Zirkua’.
Sin embargo, el momento álgido llegó a la vuelta del segundo parón. Urbizu regresó solo al escenario para interpretar ‘Maravillas’, acompañado de 11.000 gargantas y otras tantas luces a modo de vela. Pero algo llamaba la atención en el escenario. La disposición había cambiado y, en lugar de los dos micrófonos de la primera línea, ahora había tres. «Hoy han venido a visitarnos unos viejos amigos que no podían faltar». Y con estas palabras y un estruendo del público, subieron al escenario Aitor Oreja, Mikel López ‘Rubio’ y Aitor Goikoetxea, los tres componentes originales de la banda junto a Urbizu.
Tras más de 15 años desde que Oreja dejase el grupo, los cuatro volvían a estar juntos sobre un escenario. A su cuenta corrió ‘Stereo’ y un ‘Ikasten’ que fue la única condición que puso ‘Rubio’ para volver a coger el bajo y agitar la melena. Sin duda, acertó. El pabellón se agachó y estalló con los primeros acordes del tema.
Llegaba la recta final y para ello regresaron a sus puestos Izagirre y González. Un ‘Sols el poble salva el poble’ muy coreado y la traca final con ‘Denak ez du balio’ y, cómo no, ‘Oihu’ cerraban la noche y la trayectoria del grupo con una cerradísima ovación que duró minutos hacia la 01:30 de la madrugada.
Y llegó el silencio. El vacío que dejará Berri Txarrak en toda una generación se respiraba a la salida del pabellón, con más caras, sin embargo, de satisfacción y de saber que lo vivido ayer en Iruñea es algo que se recordará durante mucho tiempo.
«Ikusi arte», Berri Txarrak.