Durante la noche, el Aita Mari y el Open Arms han navegado hasta situarse en la costa este de Sicilia, entre Augusta y Siracusa.
Las autoridades italianas han permitido a ambos buques que entren en aguas territoriales para reducir el impacto de la borrasca sobre las naves. Hay olas de dos y tres metros que hacen muy complicada la vida a bordo.
Aun así, todavía no se ha asignado puerto seguro de desembarco a ninguno de los dos barcos solidarios.
En el Aita Mari la situación es muy complicada: las mujeres y los niños se cobijan en la bodega pero los hombres están en la cubierta de popa. Llueve y hace frío y, aunque el espacio está protegido por lona, la humedad desgasta físicamente a los náufragos.
El equipo sanitario a bordo se está encargando de monitorizar a la mujer embarazada y de ayudar en otros casos que se están produciendo como crisis de ansiedad.
Esta situación no se puede prolongar en el tiempo. Se está añadiendo sufrimiento extra a 78 personas que, desde el jueves, esperan llegar a una tierra segura. Por eso, desde el Aita Mari exigimos a las autoridades europeas que den respuesta urgente a estos seres humanos.
En su condición de náufragos y náufragas, les ampara el derecho internacional de desembarcar en el puerto seguro más cercano. En este caso, Italia o Malta.