Iñaki IRIONDO
GASTEIZ

Sánchez será investido mañana para presidir un gobierno a prueba

Si nadie más se pone enfermo, si nadie más decide contravenir las decisiones de su partido, si en suma no hay ninguna sorpresa, los apoyos a Pedro Sánchez que ayer fueron insuficientes servirán mañana para investirlo como presidente de un gobierno, al que el independentismo vasco y catalán ya han advertido que lo medirán por sus hechos.

En la votación de ayer importaba poco tener un voto más o un voto menos, pero al candidato Pedro Sánchez le conviene que la falta de un apoyo no se repita mañana, por eso el PSOE manda a sus diputados y diputadas que esta noche duerman en Madrid, para que nada impida que a las 12.45 estén todos en el Congreso cuando comience la segunda y definitiva votación.

Ayer fueron 166 votos a favor de Sánchez, 165 en contra, y 18 abstenciones. Faltó una diputada de En Comú Podem que se puso enferma y no pudo tramitar el voto delegado a tiempo. Aseguran que para mañana todo estará resuelto.

Pero aunque Pedro Sánchez sea oficialmente investido y pueda formar su extenso «gobierno progresista» de coalición con Unidas Podemos, lo difícil empieza precisamente a partir de la puesta en marcha de ese primer Consejo de Ministros, cuando haya que empezar a derogar y aprobar leyes y, sobre todo, los presupuestos.

EH Bildu medirá los hechos

La primera en tomar la palabra en la sesión de ayer fue Mertxe Aizpurua, que le recordó al candidato Pedro Sánchez la paradoja de que hubiera forzado la convocatoria electoral para no depender de las izquierdas independentistas y que ahora sin contar con ellas no puede formar ni mantener el Gobierno.

La portavoz de EH Bildu –que fue constantemente interrumpida e insultada por las derechas españolas– quiso dejar claro al PSOE y también a Unidas Podemos que «con nuestra abstención activa facilitaremos su investidura», entendiéndola como una «ventana de oportunidad». Añadió que «esperamos que sean conscientes de la dimensión y la tarea histórica que les aguarda».

Reiteró Aizpurua que «no basta con la apariencia, con un halo histórico que nos recuerde al Frente Popular. Son los hechos los que hablarán por ustedes, de la misma forma que serán los hechos los que hablarán por nosotras y nosotros». Aseguró que los representantes de EH Bildu «seremos pacientes, pero al mismo tiempo seremos exigentes». «Si quieren democratizar el Estado, respetar su carácter plurinacional y el derecho a la autodeterminación, repartir la riqueza... estaremos a su lado. Pero si lo que se pretende hacer –advirtió– es un lavado de cara al Régimen del 78, sencillamente nos tendrán en frente».

Cabe recordar que para muchas medidas el futuro Gobierno dependerá de los 18 votos que suman ERC y EH Bildu, y el portavoz republicano, Gabriel Rufián, ya avisó también a Sánchez de que «si no hay mesa de diálogo [entre los gobiernos y recogida en el pacto] no habrá legislatura».

Acabar con el alejamiento

Mertxe Aizpurua subió a la tribuna con un pin por la repatriación de los presos, y en su intervención exigió «un cambio de la política penitenciaria que la ajuste a la legalidad y la rescate definitivamente de la excepcionalidad y la venganza».

Recordó que la política de dispersión y alejamiento de los presos vascos se puso en marcha por una decisión política, por lo que llamó a acabar con ella, puesto que «además de ser una anacronía improcedente con la situación que se vive en Euskal Herria, es una injusticia de crueldad extrema».

Pedro Sánchez fue moderado en su respuesta a EH Bildu, con un discurso que pretendía convencer de la improcedencia de nuevas independencias en el ámbito europeo, glosar los altos niveles competenciales de los territorios vascos y catalanes, pero sin entrar en los puntos más candentes. Por ejemplo, no dijo nada de la política penitenciaria.

En todo caso, Aizpurua le replicó que si como había dicho el candidato, la mayoría de los vascos quieren seguir siendo españoles, por qué no darles la oportunidad de un referéndum sobre esa materia.

La intervención de EH Bildu marcó el debate, con una derecha desaforada que reprochaba constantemente a Pedro Sánchez, tuviera o no la palabra y sin reparar en los epítetos, que vaya a ser elegido gracias a su abstención

Gobierno y ministerios

A pesar de los momentos de tensión se llegó a la votación nominal en la que Pedro Sánchez no obtuvo la mayoría absoluta para ser investido, por lo que habrá que esperar a mañana. La previsión es que el miércoles pueda prometer su cargo ante Felipe VI y dar a conocer a su nuevo Gabinete, cuyos componentes tomarían posesión el jueves para celebrar el viernes el primer Consejo de Ministros.

Entre los que se espera continúen en sus cargos están, según informa Efe, la vicepresidenta Carmen Calvo, que previsiblemente será vicepresidenta primera, y la titular de Economía, Nadia Calviño, que tendría la vicepresidencia tercera, porque la segunda, social, recaerá en Pablo Iglesias. Se espera que continúe la titular de Hacienda, María Jesús Montero, y podría sustituir a Isabel Celaá como portavoz.

De Unidas Podemos, además de la cartera para Pablo Iglesias, estarían Irene Montero como ministra de Igualdad, Yolanda Díaz en Trabajo, Alberto Garzón como titular de Consumo y el sociólogo Manuel Castells en Universidades.

 

El discurso de Mertxe Aizpurua hizo estallar en insultos a la bancada del «trifachito»

No fue el de Mertxe Aizpurua, portavoz EH Bildu, un discurso beligerante. Estuvo, por ejemplo, muy lejos del que Jon Idigoras protagonizó en 1995, pidiendo al Estado que sacara «sus sucias manos de Euskal Herria». Pero en este Congreso de los Diputados en el que las distintas facciones de la derecha están en competición por quién se presenta como más incendiario, la simple presencia de EH Bildu con grupo parlamentario propio y que su abstención sea determinante para permitir la investidura de Pedro Sánchez, produce escozores que sus señorías del «trifachito» no saben rascarse en silencio. Y vociferan. Hay gestos que no se dieron ni en tiempos mucho más duros que los actuales. Por ejemplo, el del secretario tercero de la Mesa del Congreso, Adolfo Suárez Illana, que se colocó de espaldas a Aizpurua durante su intervención.

La mera mención al carácter autoritario del discurso de Felipe VI el 3 de octubre de 2017, arrancó la primera ristra de insultos, que se repitieron con sus menciones a Arnaldo Otegi y la petición de una política penitenciaria no vengativa. Cuando acabó su intervención hubo coros de «fuera», gritos de «asesinos», «terroristas» y vivas al rey, a España y a la Policía. Pero también aplausos de los independentistas vascos y catalanes y un abrazo cómplice de Pablo Iglesias. Los diputados del PNV permanecieron sentados e inmóviles.

Pablo Casado (PP) y Edmundo Bal (Cs) invocaron el artículo 103 del reglamento para exigir que Aizpurua fuera reprendida por la presidenta por haber «faltado al decoro» de la Cámara. Y como en ese round Vox había quedado fuera de juego, Espinosa de los Monteros, pidió la palabra después de la intervención de Adriana Lastra (PSOE) para atacar a EH Bildu.

Los insultos continuaron también desde la tribuna de oradores, donde el portavoz de UPN, Sergio Sayas, fue vitoreado, aplaudido, abrazado y besado por PP, Vox y Cs. Y el apoteosis llegó cuando Isidro Martínez Oblanca, de Foro Asturias, cerró su intervención con un marcial «Viva la Constitución!» «¡Viva el Rey!» «¡Viva España!».

A lo largo de la mañana, la portavoz de EH Bildu, Mertxe Aizpurua, declaró a los medios que «este país necesita mucha pedagogía democrática y mucha pedagogía antifascista, y lo que ha pasado hoy es buena muestra de ello. La libertad de expresión debe imperar frente a tantos agravios. Analizaremos lo ocurrido y valoraremos qué medidas tomar».

Y es que aunque la presidenta del Congreso, Meritxel Batet, pidió cada vez que se le interrumpía que se permitiera a Aizpurua seguir con su intervención, apelando a la libertad de expresión, en ningún momento adoptó ninguna medida contra aquellos que claramente estaban insultado e incluso deseando la muerte a la representante de 276.519 vascas y vascos que votaron EH Bildu.I. IRIONDO