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Putin y Erdogan pactan un alto el fuego a partir de esta medianoche en el norte de Siria

El presidente ruso, Vladimir Putin, y su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, han pactado este jueves en Moscú un alto el fuego en el norte de Siria que debe comenzar esta medianoche. El acuerdo incluye patrullas conjuntas turco-rusas en las autopista M4 que atraviesa Idleb, la provincia en la que se enfrentan tropas sirias y turcas.

Erdogan y Putin se saludan en el Kremlin, antes de la reunión. (Pavel GOLOVKIN/AFP)
Erdogan y Putin se saludan en el Kremlin, antes de la reunión. (Pavel GOLOVKIN/AFP)

Tras una reunión de seis horas en Moscú, los presidentes ruso, Vladimir Putin, y turco, Recep Tayyip Erdogan, han anunciado el comienzo de un alto el fuego en el norte de Siria que debe comenzar a partir de la medianoche de este jueves.

El acuerdo incluye patrullas conjuntas entre las fuerzas turcas y sirias en las autopista M4, que atraviesa de este a oeste el sur de la provincia de Idleb, de la que el Ejército sirio, con apoyo ruso trata de expulsar a los grupos yihadistas que la controlan con ayuda de Ankara.

El ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, ha explicado que las patrullas conjuntas comenzarían el próximo 15 de marzo.

Turquía y Rusia patrullan ya conjuntamente la región nororiental de Siria que Ankara ocupó y de la que desplazó a decenas de miles de personas, sobre todo kurdos.

Erdogan ha recalcado que la intención de ambos países es que el alto el fuego sea permanente para «impedir que la crisis humanitaria empeore». Con todo, ha advertido de que Turquía responderá «con todas sus fuerzas» a cualquier ataque del Ejército sirio.

Turquía lanzó la ofensiva «Escudo de Primavera» en el norte de Siria, donde ampara a las milicias islamistas y yihadistas que combaten al Ejército sirio. Ankara reaccionó así a la muerte de decenas de militares turcos en la ofensiva siria por recuperar la región de Idleb, en manos de estas milicias.

Con el apoyo de Rusia, Damasco ha logrado tomar ya más de la mitad de la provincia. Los intensos combates han devastado ciudades y han provocado el desplazamiento de casi un millón de personas –muchas de ellas huidas de otras zonas de guerra–.

Además de negociar con Rusia, Turquía reclama el apoyo en sus operaciones militares de sus aliados europeos a los que intenta obligar permitiendo el paso de la frontera a miles de desplazados.