Maite Ubiria

Alsacianos y corsos pagan un alto precio por el «centralismo sanitario»

«El virus mata, el centralismo lo refuerza». Es la sentencia que hace suya Unser Land (Parti Alsacien) que anuncia que impulsará una comisión parlamentaria para aclarar las responsabilidades en la tardía actuación frente al coronavirus por parte de las autoridades de París y de la Región del Gran Este en que se engloba Alsacia, uno de los focos más graves de la pandemia. En Corsica, el presidente del parlamento territorial ha denunciado ante el director general de la OMS «la doctrina francesa en materia de lucha contra el Covid-19».

La estrechez de miras de Macron ha agudizado el impacto de la crisis sanitaria en Alsacia y Corsica. (LUDOVIC MARIN / AFP)
La estrechez de miras de Macron ha agudizado el impacto de la crisis sanitaria en Alsacia y Corsica. (LUDOVIC MARIN / AFP)

El presidente francés tiene previsto consagrar hoy una de sus «visitas sorpresas» al hospital de campaña levantado en la considerada «zona cero» de la pandemia, Mulhouse (Alsacia).

Emmanuel Macron anunció la puesta en marcha de esa infraestrura el pasado 16 de marzo. Para esa fecha Alsacia había superado la barrera de los 1.000 contagios. Según datos del 23 de marzo, no menos de 110 alsacianos han fallecido ya a causa de la enfermedad.

Hoy, en complemento a la visita presidencial, París fleta un TGV para agilizar las evacuaciones, pero, ni la propaganda ni el shock que vive la ciudadanía alsaciana han impedido que se levanten voces que denuncian las dolorosas consecuencias del «centralismo sanitario».

«La solidaridad debe prevalecer, de ahí que valoremos la ayuda que se ha puesto en marcha tanto a escala estatal como también a cargo de nuestros hermanos germanos, y en particular de las autoridades de Baden-Wuttemberg y de la ciudad de Freiburg», remarca Unser Land (Parti Alsacien) una formación política de vocación europeísta y adscrita a la red Régions et Peuples Solidaires (RPS), entre cuyos fundadores figura Eusko Alkartasuna.

Apoyo de «los hermanos germanos», desidia de París

Unser Land desaca que «esa capacidad de decisión de los dirigentes locales», al otro lado de una frontera más administrativa que cultural, ha permitido una evacuación parcial de afectados desde Mulhouse, Colmar o Estrasburgo hacia hospitales germanos.

No obstante, esta formación hace hincapié en «las fallas de gestión de los responsables políticos ante una situación que se podía haber anticipado, si los dirigentes estatales y también los gobernantes de la región Gran Este no hubieran jugado a ignorar lo que ocurría».

«La salud de los alsacianos ha sido sacrificada, bien por ignorancia bien por intereses políticos», asevera Unser Land, el partido alsaciano ha hecho saber mediante un comunicado, una vez que se levante el estado de urgencia sanitaria, trabajará para «la puesta en marcha de una comisión parlamentaria que arroje toda la luz sobre la gestión de la crisis».

Voces de alarma que no se escuchan, tampoco en Corsica

El Gobierno de Emmanuel Macron ha aplicado también la política de la avestruz en un segundo territorio que hoy figura también entre las zonas más afectadas. Hablamos de Corsica.

El parlamento insular se pronunció ya el 6 de marzo por el aplazamiento de las elecciones municipales del 15 de marzo. Apenas unas horas antes de ponerse las urnas, el presidente de Corsica, Gilles Simeoni, reiteró la petición, que cayó, de nuevo, en saco roto. 

Corsica está ligada por mar y aire con la Francia continental. También tiene nexos diarios con Italia. Sólo dos horas y media de viaje en ferry separan a los habitantes de su costa oriental de ese país, que ha superado ya a China en cifras de fallecidos por el coronavirus.

Las autoridades corsas pidieron el cierre de esas vías de comunicación. París no dió el paso hasta el 17 de marzo. Fue el último gobierno en cerrar las fronteras con Italia.

Tal como señala el presidente del legislativo corso, Jean-Guy Talamoni, en una carta remitida a Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, para la población de Corsica la insularidad debería haber ejercido como primera barrera de protección ante el virus, a condición de que París hubiera dado curso a las demandas del gobierno nacionalista de suprimir los vuelos y los ferrys que siguieron llevando visitantes desde el continente a la isla hasta pocas horas antes de que se impusiera el confinamiento.

Con 94.000 habitantes de más de 65 años de edad, lo que equivale al 29% de la población insular, y un 35% de residencias secundarias, Corsica era, a toda vista, un territorio vulnerable. Más si se tiene en cuenta que para atender a 340.000 habitantes la isla dispone tan solo de 18 unidades de reanimación y de una permanente falta de personal sanitario.

Hasta el 19 de marzo se contabilizaban ocho fallecimientos y 183 casos de Covid-19 en Corsica.

Ya con el virus galopando y la sanidad local exhausta, Macron mandó, como en Alsacia, al Ejército. Un navío militar, el porta-helicópteros Tonnerre, con base en Toulon, se encargó de realizar, el 23 de marzo, la primera evacuación de 12 pacientes desde el hospital de Aiacciu hasta la primera ciudad continental, Marsella.

Siguiendo el consejo de médicos locales, el Gobierno insular sigue preconizando hoy un confinamiento estricto, más medios sanitarios, pero también una generalización de los test. París no ha secundado hasta la fecha a la OMS en esa última recomendación.