Bautizado con el rimbombante nombre de “El momento de Europa: reparar y prepararse para la siguiente generación”, el fondo para la recuperación recoge una serie de propuestas que ahora deberán ser discutidas por las instituciones europeas antes de que algunas de ellas –y seguramente no sin cambios– lleguen a materializarse. Los escasos datos que ofreció la presidenta de la Comisión dejaron la impresión de que se trata precisamente de un documento para la negociación. De hecho, Países Bajos se prepara para dar la batalla y ya avisó de que la propuesta no le gusta y deberá ser aprobada por unanimidad en el Consejo Europeo.
Sin embargo, el anuncio fue recibido en el sur de Europa con entusiasmo, como si se tratara de algo ya aceptado o como si Alemania hubiera cedido a las pretensiones de mutualizar de alguna manera la deuda de la UE. Lo cierto es que el programa presentado ayer tiene una virtud: centra el debate en que los fondos extraordinarios vendrán de un aumento de la deuda que en principio parece que tomarán las instituciones europeas, dejando aparcadas otras posibilidades de financiación, como podría ser pedirle directamente el dinero al Banco Central Europeo, algo prohibido en la Eurozona y de lo que en ningún caso quieren hablar los ordoliberales alemanes, pero que es práctica habitual en países con moneda propia y que simplifica mucho las cosas.
La propuesta habla de nuevos fondos en los presupuestos de 2021 a 2024 y plantea que esos recursos extraordinarios se devuelvan a partir de 2028. No especifica si será a cuenta de nuevos ingresos comunitarios o por una mayor aportación de los Estados miembros. De una u otra manera habrá que devolverlo. En conjunto, el presupuesto comunitario pasará de ser aproximadamente el 1,2% del PIB de la UE al 2%, una cantidad importante pero claramente insuficiente para compensar los enormes desequilibrios que genera el diseño del euro y del mercado único.
Los Estados van a tener más fondos para gastar, pero para invertir también hace falta talento. Además, parece que esas transferencias tienen letra pequeña. Los Estados que las soliciten deberán seguir las recomendaciones del Semestre Europeo, el sistema de coordinación de las políticas económicas y presupuestarias, cuyas recomendaciones no suelen ser tenidas en cuenta. En el caso del Estado español, las sugerencias de ese mecanismo proponen, entre otras cosas, una mayor inversión en jóvenes y familias, inversiones en la transformación digital y verde, algo que no gusta a los amantes de la alta velocidad, pero también recoge la necesidad de desvincular las pensiones de jubilación del IPC. Definitivamente, no es oro todo lo que reluce.