La Secretaría General de Instituciones Penitenciarias ha anunciado el traslado de cuatro presos vascos después de haberlo propuesto las juntas de tratamiento de los centros en los que cumplen condena.

Los traslados, según ha informado Instituciones Penitenciarias, se efectuarán cuando lo permitan las condiciones de movilidad derivadas de la covid-19 y las sanitarias.

Uno de los presos afectados es Julen Atxurra Egurrola, actualmente en Puerto-I y que será trasladado a la prisión de Aranjuez. El de Lekeitio, de 61 años, sufrió un derrame cerebral el 13 de mayo y fue ingresado en la enfermería de la prisión. Atxurra va a cumplir en breve 24 años en prisión, todos ellos en primer grado.

Asier Rodríguez López, encarcelado en Albolote (Granada), será acercado a la cárcel de Soria. 

Asier Mardones Esteban será conducido desde la prisión de Alacant a la de Logroño. La junta de tratamiento de la cárcel ha propuesto su progresión a segundo grado.

Finalmente, Balbino Sáez Olarra será trasladado desde Valencia II a Valladolid. La junta de tratamiento ha propuesto la aplicación del artículo 100.2 del Reglamento Penitenciario a su clasificación en primer grado.

Etxerat: «Totalmente insuficientes»

Etxerat ha calificado estos movimientos como «totalmente insuficientes» y «más aún» en el caso de Atxurra debido a su delicada situación médica. «Debe estar en Euskal Herria, junto a su familia y su médico de confianza, y así lo expresamos desde el primer momento», dicen los familiares.

No es habitual que la asociación valore estos traslados antes de producirse, pero esta vez ha decidido hacer público su malestar sin esperar a que se materialicen. Y recuerda que «tal y como hemos defendido y planteado al Gobierno español junto a otras organizaciones sociales de todo el Estado, deben ser excarceladas todas las y los presos especialmente vulnerables al contagio de covid-19, como quienes superan los 65 años de edad, quienes padecen enfermedades graves e incurables, así como mujeres embarazadas o con hijos o hijas presas».

«La desescalada tras el confinamiento por el covid-19 ha demostrado que, tanto para los presos y presas, como para los familiares y allegados, a efectos de mantener el vínculo familiar, las visitas y la comunicación, el problema no es la distancia de la prisión en la que se encuentren, bien sea a 500 o a 1.000 kilómetros. El problema es que seguimos sin poder visitarles y que está situación de interrupción de comunicaciones o de fases de la desescalada que impiden realizar visitas en otras provincias podría repetirse en un futuro. Reiteramos, por lo tanto, que es imprescindible y urgente acercar a todas las presas y presos vascos a Euskal Herria, tal y como lo demanda la sociedad vasca y cada vez más sectores de la sociedad española», añade Etxerat.