Amaia U. LASAGABASTER

La situación más delicada en las circunstancias más extrañas

El Eibar reinicia la Liga con el mismo objetivo que en agosto. En teoría, tiene más posibilidades de conseguirlo ahora que hace nueve meses, no en vano parte con ventaja sobre los cuatro equipos que cierran la clasificación. Pero la trayectoria que había marcado hasta el parón, muy irregular en juego y resultados, complica, y no poco, hacer bandera del optimismo en una recta final que el Eibar afronta en la situación más delicada desde que llegó a Primera. Sólo en la temporada de su debut, y ya se sabe cómo acabó, su ventaja sobre el descenso era tan exigua como la actual a estas alturas (2 puntos como ahora); en las otras cuatro oscilaba entre los diez y los 21 puntos.

Las circunstancias, aun complicadas para todos, tampoco invitan a pintar de rosa el horizonte. En buena medida por la prohibición de público en los estadios, que el Eibar ya tuvo que sufrir en el derbi ante la Real el pasado 10 de marzo. Aunque esta temporada esté resultando lamentablemente anómala en Ipurua –ocho de los 14 equipos que han pasado por allí se han llevado puntos–, el estadio eibarrés sigue siendo el abrevadero principal, por no decir único, de su equipo. También este curso, en el que el Eibar ha conseguido seis de sus únicas siete victorias ante su afición y que los azulgranas confiaban en resolver en buena medida con los cinco encuentros que todavía deben disputar allí, incluyendo las visitas de dos de sus rivales directos (Leganés y Valladolid) por la permanencia.

Puede que para entonces, ya en julio, las gradas tengan algo de color. Y puede que para entonces esa ya no sea la principal preocupación de un equipo al que también intranquiliza la acumulación de partidos. No es tanto que la plantilla no esté acostumbrada a jugar dos choques por semana durante tanto tiempo, sino que el juego que practica le exige un despliegue físico difícilmente alcanzable a ese ritmo de partidos, que la media de edad de los jugadores, la más alta de Primera, supera los 30 años, y que el filial del que se puede echar mano milita en Tercera.

Habrá que ver, además, si los seis futbolistas cuyo contrato acaba el 30 de junio –Escalante, Orellana, De BLasis, Pedro León, Charles y Ramis, además de Cristóforo, cedido hasta esa fecha– acceden a firmar su renovación por unas semanas más, una necesidad que al club, al menos en algún caso, le está costando más de lo previsto.

Preocupaciones e incógnitas, por tanto, para las once finales que el Eibar afronta a partir del domingo.