Hace cuatro años el PNV ganó holgadamente en Zaldibar y Ordizia, dos plazas que entonces no eran tan simbólicas como en esta ocasión.
La catástrofe del vertedero de Zaldibar, donde aún se buscan los cadáveres de dos trabajadores que quedaron sepultados a consecuencia del derrumbe registrado el pasado 6 de febrero, y el rebrote esta misma semana de la pandemia en Ordizia, donde se le han visto las costuras de improvisación a la actuación del Gobierno de Urkullu en esta crisis, reclamaban atención también en la urnas.
El PNV ya no es primera fuerza en ninguna de estas dos localidades, tras ser superado en ambos casos por EH Bildu. La formación soberanista ya había ganado en comicios locales a los jelkides, pero las autonómicas son siempre la cita fuerte del PNV, y antes de los acontecimientos de estos meses nadie podía prever que pudiera perder esa primera posición.
En 2016, en Zaldibar, donde se registró una abstención del 37,38%, el PNV logró 463 votos, con un porcentaje del 31,71%, frente al 29,66% de EH Bildu, que sumó 433 votos.
En esta ocasión, con una abstención del 45,38, EH Bildu ha sido la primera fuerza con 465 votos (37,47%), y el PNV ha quedado en segunda posición con 436 sufragios (35,13%).
En Ordizia, la distancia con la que ganó en 2016 el PNV fue de más de dos puntos. Su bajada este domingo ha sido muy notable, tanto como la subida de EH Bildu, que –pese a la baja participación de diez puntos menos– ha aumentado en votos: de 1.517 (33,52%), en 2016, a 1.747 (44,9), en 2020. El PNV, sin embargo, pasa de 1.624 (35,88) a 1.268 (32,59).
Los datos a esa escala ponen en cuestión la forma de acción política e institucional del Ejecutivo de Iñigo Urkullu, aunque haya logrado un aumento significativo en número de escaños en el Parlamento de Gasteiz.