«Por primera vez, Europa va a adquirir una función de estabilización a corto plazo, en lugar de financiar solo políticas estructurales a largo plazo. Por primera vez, la UE se va a endeudar y nada menos que en una proporción del 6% de su PIB», explica a Efe el economista Gabriel Felbermayr.
De acuerdo con el presidente del Instituto de Economía Global (IFW), con sede en la ciudad de Kiel, el acuerdo negociado esta semana por los jefes de Estado y de Gobierno abre un nuevo «paradigma» y es un signo de que la UE es capaz de responder en situaciones de crisis.
El paquete económico, que prevé un fondo de recuperación de 750.000 millones de euros financiado con la emisión de deuda común, trae aparejado un incremento de las aportaciones alemanas, que según datos de 2018 suponían ya un cuarto del total.
Mayor aportación alemana
Según fuentes del Gobierno recogidas por medios germanos, el acuerdo alcanzado supone que Berlín habrá de aportar 10.000 millones de euros adicionales cada año, con lo que su contribución –que ya es la mayor de los presupuestos comunitarios– ascendería a unos 40.000 millones anuales.
No obstante, incluso los sectores habitualmente más críticos con la financiación de este tipo de ayudas económicas han mantenido en esta ocasión un tono discreto, en vista de que el fondo pretende paliar las consecuencias de la pandemia y, sobre todo, por el hecho de que recurre a mecanismos comunitarios.
«Ahora tenemos una solución europea», argumenta el experto en finanzas comunitarias Peter Becker en declaraciones a Efe, explicando que la opción de los conocidos como “coronabonos” hubiera sido una respuesta intergubernamental, similar a la que se dio a la crisis de la deuda de 2008.
Por el contrario, según Becker, investigador de la Fundación Ciencia y Política (SWP), el acuerdo alcanzado el martes refleja mejor los fundamentos de la política europea de Alemania de las últimas décadas, así como el sentir de la población, que confía en la UE y quiere que «paguen todos los europeos».
Es por ello que, en su opinión, el resultado de las negociaciones supone un «punto de inflexión» que califica de «muy positivo».
Además, según Becker, también han influido las imágenes procedentes de Italia y el Estado español en los peores momentos de la pandemia, que causaron un shock en toda Europa y llevaron a políticos y ciudadanos en Alemania a la convicción de que «hay que mostrar solidaridad».
Ayuda con condiciones
No obstante, muchos economistas, como es el caso de Felberbayr, hacen hincapié en la necesidad de reformas estructurales y valoran como positivo que los países “frugales” lograsen imponer en la negociación un mayor control sobre la concesión de ayudas directas.
«Es importante que el dinero del fondo de reconstrucción no sea tragado por los presupuestos de los países en crisis y empleado para tapar agujeros financieros», indica el presidente de IFW, señalando la necesidad de que en particular Italia emprenda reformas para «reactivar» su economía.
El objetivo del fondo de recuperación, subraya, ha de ser la financiación de proyectos que tengan una utilidad común, ya que de lo contrario existe el riesgo de que las ayudas sencillamente «se evaporen».
Garantías bien delimitadas
Tanto políticos como expertos inciden también en la necesidad de que, en el curso del proceso de ratificación parlamentaria al que deberá ser sometido el acuerdo en Alemania, se delimiten claramente las garantías que asume este país con respecto a la emisión de deuda común.
Según ha afirmado este miércoles el responsable de presupuestos del grupo parlamentario conservador, Eckhardt Rehberg, «todos los detalles» tienen que quedar «anclados» en una nueva legislación sobre el techo de gasto que el Bundestag debatirá después del verano.
«Sin la aprobación del Bundestag no habrá fondo», ha advertido Rehberg en una entrevista con Redaktionsnetzwerk Deutschland (RND), haciendo hincapié en la necesidad de fijar un techo máximo para el aumento de las contribuciones al presupuesto comunitario.
Una vez que la Eurocámara dé el visto bueno al acuerdo, será el turno de los parlamentos estatales; en el caso de Alemania todo apunta a que el proyecto de ley resultante deberá ser ratificado por ambas cámaras.
Además, en virtud de su contenido, es posible que sea necesaria una mayoría cualificada de dos tercios, por lo que el Gobierno de coalición necesitaría también el apoyo de parte de la oposición.
De acuerdo con Becker, es preciso contar también con que los detractores del acuerdo acudirán al Tribunal Constitucional para intentar tumbar la reforma del techo de gasto. «Esto no detendrá el proceso a escala europea pero añadirá una cierta incertidumbre», vaticina.