Pello Guerra

Regreso a las aulas con el coronavirus como principal asignatura

Prácticamente seis meses después, los alumnos han vuelto a las aulas en Nafarroa para afrontar un curso atípico marcado por el coronavirus, que ha obligado a implantar medidas sanitarias especiales en los centros. Mascarillas, grupos segregados, distancia de seguridad y gel hidroalcohólico condicionan un comienzo de curso con el covid-19 como principal asignatura.

Alumnos y alumnas del Instituto Askatasuna de Burlata, con mascarillas. (Idoia ZABALETA/FOKU)
Alumnos y alumnas del Instituto Askatasuna de Burlata, con mascarillas. (Idoia ZABALETA/FOKU)

Poco antes de las 8.30 horas de la mañana, los alumnos de primero de la ESO del Instituto Askatasuna de Burlata se van agolpando en la puerta por la que tienen que acceder al centro.

Nervios, gritos de alegría por el reencuentro con compañeros y la omnipresente mascarilla impregnan ese primer contacto con la vuelta a las aulas. Estudiantes, padres y madres se van agrupando ante la entrada preparados para iniciar un curso atípico, tanto como fue el final del anterior, con clases impartidas online.



Han pasado prácticamente seis meses desde el último día que pisaron un aula y eso le genera cierta pereza a Urtzi Santesteban, que tiene muy claro cómo hay que proceder en la ‘nueva normalidad’ en las aulas. «Tenemos que mantener la distancia de seguridad, estar todo el rato con la mascarilla puesta y la higiene», va desgranando, mientras demuestra que trae la primera lección bien aprendida.

Santesteban prefiere volver a las clases presenciales, ya que «al final prestas más atención y es mejor», ya que ese último trimestre del curso anterior con clases a través de internet «a veces era un lío».

En el mismo sentido se expresa su compañera Lorea Montero, que sobre todo se muestra «muy nerviosa porque empiezo primero y creo que va a ser un gran cambio». También califica de «lío» lo de las clases online, aunque «más o menos me apañé bien», pero tiene claro que es «mucho mejor venir a clase porque te enteras más, haces preguntas y demás».



Pero si algunos se muestran especialmente satisfechos de que el curso vuelva a ser presencial son los padres y madres que también se han congregado en la puerta del Instituto Askatasuna para acompañar a sus hijos en la vuelta a las aulas. Un regreso que María Jesús considera marcado por «la incertidumbre, aunque estaba segura de que empezaría de forma presencial, pero no sabemos cómo va a seguir».

María Jesús señala que desde el centro «nos han explicado muy bien todo el tema del protocolo de medidas a seguir por el tema del coronavirus, lo que nos da mucha tranquilidad. Se han esforzado un montón, pero hasta donde pueden». Ese matiz se debe a que considera que «hay demasiados alumnos por clase. Que reúnan treinta alumnos en una clase me parece excesivo, pero eso ya no está en manos del centro».

Sus últimas palabras quedan camufladas por el griterío de los chavales, ya que llega el momento de acceder al patio. Varios profesores aparecen con el cartel en el que aparece la letra de su clase. Los alumnos se van agrupando en torno a cada uno de ellos, que les explica que deben entrar al centro en fila india.

De manera escalonada, van accediendo al edificio, donde una serie de marcas en el suelo les van indicando el camino que deben seguir. Una vez en el aula, los estudiantes se van distribuyendo en las mesas y arranca la primera clase del curso, que, como no podía ser de otra manera, tiene como protagonista al coronavirus.



En una pantalla van apareciendo las diferentes normas sanitarias a seguir, un recordatorio de lo que ya han tenido la oportunidad de estudiar en casa con el protocolo enviado previamente.

Son las pautas que van a marcar un curso que inician 100.000 alumnos de Nafarroa. Este viernes lo hacen principalmente los estudiantes de ESO y Bachillerato y el próximo lunes les llegará el momento al resto de niveles educativos. Pero todos ellos tienen en común un nuevo y temible ‘compañero’ en la sombra, el coronavirus.

Denuncia de la plantilla de Askatasuna

Precisamente esa amenaza latente del covid-19 genera una profunda preocupación entre la plantilla del propio instituto. Pocas horas después de iniciarse el curso, trabajadores y trabajadoras han ofrecido una rueda de prensa para denunciar que en Bachillerato hay grupos con 33 estudiantes, al que sumar el correspondiente profesor, «compartiendo un mismo espacio cerrado», lo que hace que «el respeto a las medidas de seguridad resulte totalmente imposible».

Una situación que intentaron remediar durante agosto, mes en el que «el equipo directivo ha estado trabajando para poder garantizar las mínimas medidas de seguridad».

Así, se estudió la posibilidad de dividir estos grupos en dos espacios para crear aulas ‘espejo’, como se ha hecho en la UPNA. Para ello, «fue necesario realizar grandes cambios en los espacios, como el traslado improvisado de algunos departamentos y la desaparición de aulas específicas: aula de Dibujo, de Plástica, taller de Tecnología, laboratorios, aulas de Informática, Biblioteca, etc».

Para poder ponerlas en marcha se solicitó al Departamento de Educación «unos medios humanos y técnicos mínimos, pero su respuesta en el último momento fue negativa, echando por tierra todo el esfuerzo y trabajo realizados por el instituto».

Por ese motivo, denuncian «la actitud irresponsable del Departamento y que su actuación pone en peligro la salud del profesorado, alumnado y su entorno».

Para afrontar la situación, hace un llamamiento a la comunidad escolar del instituto para consensuar conjuntamente las actuaciones y medidas a adoptar, y ha convocado una reunión para el 9 de septiembre a las 18.00 horas en el patio del instituto.