Dabid Lazkanoiturburu

EEUU logra sentar a Serbia y Kosovo en torno a acuerdos de índole económica

El presidente Trump se ha apuntado otro tanto diplomático a dos meses de las elecciones al lograr que Belgrado y Pristina acuerden normalizar sus relaciones económicas. Un avance real, pero tímido, toda vez que sigue sin deshacerse el nudo gordiano del conflicto, el no reconocimiento de Kosovo por parte de Serbia. Un nudo político que la UE quiere deshacer con una oferta de adhesión a futuro, e incluso con un proyecto de intercambio de territorios.

El mediador estadounidense en los Balcanes, Richard Grenell. A su izquierda, el yerno y asesor de Trump, Jared Kushner. (Brendan SMIALOWSKI -AFP)
El mediador estadounidense en los Balcanes, Richard Grenell. A su izquierda, el yerno y asesor de Trump, Jared Kushner. (Brendan SMIALOWSKI -AFP)

Para el constructor y magnate Donald Trump la política mundial es un inmenso mercado. Por lo que aplica sin rubor alguno la pura lógica empresarial –y el chantaje económico–en la arena diplomática.

Lo está intentando hacer en Oriente Medio –comprar con proyectos de desarrollo económico la definitiva rendición de los palestinos– y lo acaba de hacer en los Balcanes.

El inquilino de la Casa Blanca ha anunciado que Serbia y Kosovo han acordado normalizar sus relaciones económicas.

El presidente serbio, Aleksandar Vucic, y el primer ministro kosovar, Avdullah Hoti se han reunido esta semana dos días en Washington con la mediación del enviado especial estadounidense Richard Grenell.

El presidente serbio anunció que Kosovo se ha comprometido a entrar en el llamado «mini Shengen», un acuerdo regional de mercado común, libre comercio y libre circulación de personas, y añadió que «habrá sorpresas en el tema de las aduanas». Pristina impone desde hace dos años tasas del 100% a los productos serbios por la negativa de Belgrado a reconocerle como Estado.

El primer ministro kosovar señaló que el pacto incluye impulsar en el plazo de un año proyectos de infraestructura y transportes con el apoyo de EEUU y por valor de 1.000 millones de euros.

El impasse político persiste

El mediador estadounidense se congratuló al señalar que «estaban bloqueados con las palabras, los verbos, los adjetivos... era una pesadilla (...) De ahí que aplicáramos el ideario americano  de empezar con la economía para desatascar la política», añadió Grenell.

Algo cierto, aunque solo en parte. Porque si hacemos caso al presidente serbio, el nudo gordiano del conflicto estuvo presente en las negociaciones. Vucic ha denunciado presiones «enormes» a su equipo negociador y ha asegurado que rechazó incluir en el acuerdo el reconocimiento mutuo entre los dos países. «Yo no firmo un punto que incluiría el reconocimiento de Kosovo. Punto final», zanjó, felicitándose de que dicho artículo fue retirado.

Hoti ha confirmado desde el lado kosovar que el único acuerdo político concreto ha sido «una moratoria de un año  en la que Kosovo no solicitará ingresar en organizaciones internacionales y Serbia desistirá de su campaña contra la soberanía kosovar».

Origen mítico-histórico

Ese nudo, la insistencia de Belgrado en considerar Kosovo parte de Serbia –incluso su origen mítico-histórico– es el que la UE espera deshacer con la promesa de abrir las puertas, en un futuro, a ambos países para ingresar en el club comunitario.

La tarea se presenta difícil. Al punto de que algunas cancillerías occidentales no han dudado en agitar uno de los mayores fantasmas balcánicos, el de intercambio de territorios, proponiendo que Kosovo renuncie a la Mitrovica de mayoría serbia (norte) y Serbia haga lo propio con el valle de Presevo (sur), predominantemente albanés y escenario a comienzos de los 2000 de una revuelta armada (UÇK) contra Belgrado.

Vucic y Hoti serán recibidos el lunes en Bruselas por el jefe de la diplomacia UE, Josep Borrell.

Los dos, a Jerusalén

La Administración Trump aprovechó su mediación en el conflicto balcánico para lograr su único triunfo tangible, que ambos países se comprometan a abrir embajadas en Jerusalén, en un claro agravio para la UE.

Y es que Serbia, que ya había anunciado la apertura de una oficina comercial en la ciudad «tres veces santa», se convertirá en 2021 en el primer país europeo que traslada su legación diplomática de Tel Aviv.

En el caso de Kosovo, Israel se suma a la lista de países que reconocen su independencia. A cambio, en una fecha aún sin confirmar. Kosovo será el primer país de mayoría musulmana en abrir embajada en la disputada capital.

Estos anuncios son un claro triunfo para el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, quien ha agradecido a Trump y ha mostrado su confianza en mover a más países europeos a Jerusalén».

Con ambos trágalas serbio y kosovar, el inquilino de la Casa Blanca se apunta, aquí sí, otro tanto diplomático, sobre todo de cara al electorado judío-estadounidense, después de que hace un mes lograra que Emiratos Árabes Unidos (EAU) se avenga a normalizar y a hacer públicas sus soterradas y buenas relaciones con Israel.

Además, la irrupción de la cuestión de Jerusalén en la negociación ha permitido a los serbios no firmar el mismo documento de acuerdo, porque el último punto recoge los respectivos compromisos con Israel.