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Tras Bahrein y Emiratos, EEUU busca más alianzas con Israel entre el dividido mundo árabe

La estrategia de EEUU e Israel de sellar alianzas con países árabes que han seguido Emiratos Árabes Unidos o Bahrein apunta ahora hacia Arabia Saudí. De momento, Ryad prefiere que otros den antes el paso, a pesar de que ya comparte la estrategia anti iraní de Israel en la región. Omán parece el más dispuesto a lo que los palestinos denuncian como una traición árabe.

Palestinos queman imágenes del rey bahreiní en una protesta en Gaza. (Mahmud HAMS/AFP)
Palestinos queman imágenes del rey bahreiní en una protesta en Gaza. (Mahmud HAMS/AFP)

Después de que Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Bahrein acordaran normalizar sus relaciones con Israel, con menos de un mes entre ambos y bajo los auspicios y las presiones de Estados Unidos, se abre la cuestión de quién será el próximo país árabe en hacerlo haciendo oficial un abandono de los palestinos que, por otro lado, hace tiempo que habían dejado de contar con un apoyo claro de los países árabes.

El movimiento de acercamiento hacia Israel en el mundo árabe no es nuevo –Jordania y Egipto ya firmaron en su día acuerdos con el Estado sionista en 1979 y 1994 respectivamente– pero estos últimos se producen en el contexto del acuerdo impulsado por Washington que prevé la anexión por parte de Israel de gran parte de Cisjordania.

Emiratos hizo historia al convertirse en el primer país del golfo Pérsico que alcanzó un acuerdo con Israel.

Bahrein lo hizo el pasado día 11, otro «logro histórico», según el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que ha sido el encargado de facilitar el acercamiento entre sus socios árabes del Golfo e Israel, su principal aliado en Oriente Medio.

Trump, en plena campaña electoral, quiere presentar estos logros en la escena internacional a falta de buenos resultados en la situación económica o en la gestión de la pandemia.

Arabia Saudí, alianza con Israel sin oficializar

Hace pocos días, Trump se refirió a Arabia Saudí como el siguiente en sumarse a estos acuerdos. «Hablé con el rey de Arabia Saudí (...) acabamos de empezar el diálogo. Y ellos también van a sumarse», afirmó, según un comunicado de la Casa Blanca.

Esta sería la gran victoria del presidente estadounidense, al tratarse el país más poderoso del Golfo y el principal aliado de EEUU, además del referente para las demás monarquías suníes árabes e incluso para otros países musulmanes de otras regiones.

Pero, de momento, Ryad actúa con cautela y opta por una normalización de relaciones con Israel «de facto». De hecho, el reconocimiento de Barhein habría sido imposible sin el visto bueno del régimen saudí, que protege a esta monarquía del Golfo y la defendió en el momento en que llegaron las protestas de las «primaveras árabes».

Y ya comparte con el Estado sionista la estrategia que le enfrenta a Irán en la región, una enemistad que deja muy alejado su supuesto compromiso con los palestinos.

Aun así, dado su papel como guardián de «las dos mezquitas sagradas» de La Meca y Medina, los lugares más importantes para los musulmanes, seguidos por la Explanada de las Mezquitas en Jerusalén, territorio palestino ocupado por Israel desde 1967, deja –o impulsa– que sean otros los que den el paso para no unirse a la «traición» al pueblo palestino.

Omán puede ser el siguiente

Entre el resto de países árabes, hay notables diferencias, entre los más cercanos a Israel, como Emiratos, o los más favorables a los palestinos, como Kuwait o Qatar.

Trump lo intentó con Sudán, al que intenta seducir con la oferta de sacarlo de su lista de «estados que apoyan el terrorismo». Pero el Estado sudanés se encuentra en un proceso de recomposición y una grave crisis social y económica en el que no puede complicarse con un acercamiento a Israel.

Así las cosas, todos los dedos apuntan ahora a Omán como el siguiente país que seguirá la estela de EAU y Bahrein, debido a que ya ha mantenido en los últimos años relaciones con Israel abiertamente, aunque no ha oficializado los lazos.

Mascate recibió en octubre de 2018 al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, lo que sorprendió y enojó a algunos Gobiernos árabes, que en ocasiones mantienen contactos secretos con Israel y cooperación militar o comercial, pero no a tan alto nivel.

Además, el ministro de Exteriores omaní, Yusuf bin Alaui bin Abdalá, declaró entonces que «Israel es un Estado», un reconocimiento que pocos estados árabes han hecho públicamente a día de hoy debido a la causa palestina y a una opinión pública que sigue siendo mayoritariamente anti-israelí.
 
El sultanato ha dado la bienvenida a los acuerdos con Israel por parte de Abu Dabi y Manama. Esta misma semana, Omán, junto a Bahrein, EAU y Jordania, no apoyaron una declaración conjunta de los ministros de Exteriores de la Liga Árabe en la que los palestinos pedían que se incluyera el rechazo al acuerdo emiratí, tan solo dos días antes de que se anunciara el bareiní

Los palestinos asisten al abandono árabe

Los palestinos asisten a lo que denuncian como una traición y una «puñalada por la espalda», y varias facciones han convocado para el martes una jornada de rechazo a estos acuerdos de normalización de relaciones con Israel.

Dado el deterioro de la unidad árabe, originado hace años, su alternativa son los apoyos de países como Turquía o Irán, pero el acercamiento a estos les aleja aún más de las monarquías del Golfo.

El secretario general de la OLP, Saeb Erekat, denunció que los pactos de normalización de lazos de Israel no contribuyen al fin de la ocupación israelí ni a la paz con los palestinos y son parte de una estrategia del Gobierno estadounidense y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, basada en una alianza militar de «paz por protección» con los países árabes, sin tener en cuenta a los palestinos.

Al aceptar esta lógica, agregó, EAU y Baréin «aceptaron el Acuerdo del Siglo», la propuesta de paz de EEUU para la región, rechazada de unánimemente por el liderazgo palestino.

Esto «empujará la región al extremismo» y aleja aún más la solución de dos Estados, dijo Erekat, que reiteró que la salida al conflicto es «la creación de un Estado palestino según las fronteras de 1967».

La OLP lo calificó como un paso «extremadamente peligroso» que daña aún más la iniciativa árabe de 2002.
Esta establecía que los países árabes no reconocerían a Israel hasta el fin de la ocupación y la creación de un Estado palestino.