Reducir movilidad frente a prohibir contactos en interior
Las estrategias para acabar con la segunda ola que han lanzado Nafarroa y la CAV no pueden ser mas distintas. Iruñea apuesta claramente por evitar contactos en interiores. Mientras, la CAV confía en cortar las cadenas de contagio entre municipios.
Toque de queda a las 23.00 horas, cierre perimetral de la comunidad y reuniones en la calle reducidas a seis personas. Hasta aquí, se diría que la forma en la que se encara la segunda ola en Nafarroa y la CAV es similar. No es así. La estrategia de Lakua pasa por contener a la población en sus municipios, una idea sencilla pero complicada de poner en práctica, sobre todo en aquellas localidades que, por su tamaño o ubicación, carecen de todos los servicios y están obligadas a vivir en relación con otros lugares donde encuentran los comercios, servicios sanitarios, etc. que necesitan. Por contra, Nafarroa ha apostado por erradicar los contactos en interiores. Si alguien quiere ver a un ser querido, debe hacerlo en plena calle.
De la prohibición genérica de la CAV de no reunirse más de seis personas en un domicilio a la fórmula navarra, donde directamente no se puede ir a casa de otro, va un mundo. Por poner ejemplos, en Nafarroa está prohibido quedar a cenar, visitar a parientes o llevar a un nieto o nieta a casa de sus abuelos para que lo cuiden. Esto, sumado al cierre de la hostelería, prácticamente imposibilita la interacción social en interiores. La apuesta de Nafarroa es que corra el aire.
Hay que sumar a todo esto el cierre de tiendas y otros establecimientos a las nueve de la noche. A partir de esa hora, no hay nada que hacer. De ahí que, en principio, el territorio haya mantenido el toque de queda a las 23.00 horas, sin adelantarlo. El argumento es dejar que los obreros del turno de tarde puedan llegar a su casa.
Aunque en Nafarroa haya libertad de movimiento, la situación que vive la CAV –sin quitarle complejidad– resulta mucho más laxa. Se socializa casi igual que antes. Los bares están abiertos e incluso se puede acceder a su interior. De hecho, cuando Bilbo y Donostia se asomaban a la «zona roja», Lakua anuló la orden de cerrar a las 21.00 horas, con la excusa del toque de queda. Esto apunta a que lo que busca Iñigo Urkullu es la vía menos lesiva para la economía.
Esta reducción de la movilidad entre municipios ha de ayudar a la hora de frenar la epidemia, siempre y cuando Osakidetza mantenga músculo como para lanzar cribados en las poblaciones donde se dispare la incidencia. O, lo que es lo mismo, no se vea desbordada por los rastreos de los contactos del día anterior. Pero en qué grado se reducirá la transmisión es difícil saberlo. En Nafarroa, donde se han realizado experimentos en localidades puntuales (Azkoien, Faltzes, San Adrián...) la idea ha funcionado para doblar la curva, si bien bajar la incidencia todo lo deseable cuesta bastante más. Ayer fue la segunda jornada sin contagios en Azkoien, más de un mes después del encierro.
La apuesta que ha hecho Nafarroa es más directa. A día de hoy, dos de cada tres casos detectados en el herrialde son contactos estrechos de otros positivos. Además, se sabe que el 39% de los contagios se dan en domicilios y otro 21% está incluido el apartado «Otros», que abarca a «los contactos con amigos y familiares no convivientes».
«La transmisión se extinguiría si se consigue que los contactos estrechos de cada persona a lo largo del día fueran solo las personas convivientes en el domicilio y las personas cuidadoras en caso de dependencia. Si cada miembro de estas unidades evita ser contacto estrecho de personas externas, sería poco probable que la infección entrase en el domicilio y este sería un lugar seguro», sostiene el último informe del ISPLN.
Ese mismo documento explica por qué Nafarroa descartó medidas como las de la CAV y optó por cortar por lo sano en bares y domicilios. «La limitación en el número de personas en las reuniones reduce el número de contagios que pueden producirse a partir de un caso, pero no garantiza el que no ocurran si no se cumplen las medidas y se interrumpe el uso continuo de la mascarilla, por ejemplo, al beber, comer o fumar».