La plantilla apunta que ambos albergues «son el reflejo de la sociedad en la que se encuentran, reflejo de los valores que se han desarrollado durante los últimos 30 años desde los diferentes departamentos municipales. Alternativa al actual modelo turístico, del lucro sin conciencia social o medioambiental, en definitiva, sin escrúpulos».
En su vertiente económica, han destacado que los albergues juveniles «tuvieron el año pasado unos ingresos que rondan los 700.000 euros. Ingresos que han ido ascendiendo notablemente desde el año 2010 (…) En todo ello ha contribuido, entre otras cosas, la larga experiencia adquirida en el puesto por la actual plantilla y la alta cualificación de cada uno de los trabajadores. Aspectos que precisamente vemos en claro peligro de cara a una futura externalización del servicio. Las privatizaciones conllevan la precarización de las condiciones laborales y la temporalidad de la plantilla, repercutiendo todo ello en la calidad del servicio».
Son siete las personas que pertenecen a la plantilla. Han remarcado que el pasado marzo, el albergue de Ondarreta se pudo adaptar y poner «a disposición del departamento de Acción Social para responder a las necesidades del confinamiento»
Esa colaboración se extiende a otros organismos como «Donostia Kirola, Donostia Kultura, la Escuela de Música y Danza, EHU-UPV, Zinemaldia u otras muchas asociaciones culturales y deportivas de la ciudad», lo que ha convertido a ambos albergues «en referente local e internacional», por lo que piden al Gobierno que lidera Eneko Goia que «no eche a perder los frutos recogidos durante años».