Dos meses, seis partidos y el Eibar sigue sin ganar en Ipurua. Esta vez ha sido el Getafe el que se ha llevado un punto del campo eibarrés, gracias a su guardameta, los palos y la falta de puntería del equipo azulgrana, el menos goleador de la categoría. No será porque no lo haya intentado. Superior a su rival, sobre todo en el primer tiempo, ha generado suficientes ocasiones claras como para haberse adelantado pero no ha habido manera de mover el marcador.
El regreso a casa y a la competición ha arrancado con un emotivo homenaje a Blas Sánchez, veterano y fiel seguidor del Eibar recientemente fallecido y a las víctimas del coronavirus. Y con muchos cambios en el once armero, que regresaba a la doble punta con Kike y Muto y en el que, además del japonés, entraban Correa, Bigas, Diop y Pedro León. Le han sentado bien las novedades a un equipo que, además de llevar la iniciativa, ha intentado responder a las demandas de su técnico, atacando con más futbolistas, más agresividad y más convicción. Y con un Bryan Gil que ha sido dueño y señor de su banda y el futbolista más sobresaliente del partido.
De sus botas ha nacido la primera gran ocasión del partido, recién cumplidos los diez minutos, saldada con un doble remate de Kike García, abortado el primero por David Soria y el segundo por el larguero. El propio delantero conquense, un Muto muy batallador, Pedro León a balón parado y siempre Bryan… los azulgranas lo han seguido intentando con la misma (mala) suerte ante un Getafe que se ha concentrado en defenderse pero que de vez en cuando también ha probado, y con muy malas intenciones, a Dmitrovic. Y que bien podía haberse cobrado un penalti, por derribo de Correa al Cucho, que ni el colegiado ni sus compañeros de la sala VOR han visto.
El paraguas y el sombrero de Blas Sánchez, incansable seguidor del Eibar recientemente fallecido por coronavirus, han acompañado a su equipo desde la grada. (Juan Carlos RUIZ/FOKU).
Tras el descanso, el encuentro se ha reiniciado más equilibrado y con menos claridad en el juego ofensivo. Aunque conforme avanzaban los minutos, el Eibar ha vuelto a acercarse con peligro a la portería madrileña. Las ocasiones han sido ahora menos numerosas y claras pero de nuevo ha sido el palo el que ha salvado al Getafe, a cuatro minutos del final, en una acción doblemente lacerante para los locales: Enrich, que acababa de saltar al césped, ha cabeceado el balón al palo y Kike ha visto su segunda amarilla por una tontería, con lo que, además de condenarse a ver el próximo partido desde la grada, ha dejado a su equipo en inferioridad los últimos minutos. Y poco ha faltado para lamentarlo porque en el último suspiro ha sido Dmitrovic el que ha provocado que fuera el Getafe quien se lamentara por la ocasión perdida, al frustrar un remate de Mata.
«Nos ha faltado un poco de suerte»
Rober Correa, que regresaba al once tras haber seguido los cuatro últimos partidos íntegramente desde el banquillo, reconocía a la conclusión del choque que «nos vamos un poco tristes porque hemos tenido ocasiones para hacer goles. El equipo ha llegado, ha competido, ante un rival que te exige muchísimo y ante el que tienes que estar todo el partido al cien por cien físicamente y de concentración». Pero tras hacerlo todo bien, el Eibar no ha tenido «suerte de cara a gol y para ganar los partidos hay que tener un poco de suerte». «Ante un rival que te exige muchísimo, que son un portento físico, les hemos complicado la vida y les hemos hecho muchas ocasiones pero luego hay que materializarlas y a nosotros nos ha faltado un poco de suerte –ha insistido–. Pero yo confío en nuestros delanteros a muerte y sé que van a entrar».